Ventanas Abiertas

30 JUNIO

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“Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” (1 Corintios 6:17)

La naturaleza de esta relación es esencialmente espiritual, es decir, es una unión espiritual. “El que se une al Señor, un espíritu es con Él”. “Los que lo adoran, deben adorarlo en Espíritu, porque Dios es Espíritu”. La unión es una unión espiritual. Es más profunda que cualquier otro tipo de unión; nosotros no podemos profundizar más allá de eso.

Eso define la naturaleza del hombre en la más profunda y real parte de su ser, la que está, fundamentalmente, a la vista de Dios, el espíritu. La base es la Vida. Eso es lo que Juan saca a la luz muy claramente por vía de la ilustración en su evangelio, y por vía de la declaración directa en su epístola: “...Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en Su Hijo”. “El que tiene al Hijo tiene la vida”. Esa es una afirmación colocada sobre la declaración básica de que nuestra relación es con el Padre y con el Hijo. La comunión se explica cómo poseer Su vida. La base de la unión con Dios es que la propia vida de Dios es dada a nosotros en el nuevo nacimiento, que sobre ella Él lo construye todo y que en ella Él lo cuenta todo. Donde no esté Su vida, Dios no puede hacer nada en lo que se refiere a la unión.

Para alcanzar y comprender todo el pensamiento de Dios, Él debe ponerse a Sí mismo en el hombre, en la misma esencia de Su ser, de Su vida. Dios no puede consumar las intenciones espirituales, eternas y universales sobre la base de la vida natural. Las Escrituras dejan muy claro que la vida natural del hombre no puede ser la base de la realización de cualquiera de los propósitos de Dios, que sólo la propia vida de Dios puede serlo. Por tanto, Dios provee en primer lugar Su propia base para todas Sus expectativas. La expectativa de Dios está en Su propia Vida, no en la nuestra, y Él pone la base de Su expectativa en el interior al nacer de nuevo, y sobre esta base procede a desarrollar todo Su pensamiento y a realizar toda Su intención.

Por T. Austin-Sparks. Título original: The Power of His Resurrection – Capítulo 6