1 SETIEMBRE
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:35)
Amor, no la presencia de una gran cantidad de entendimiento, enseñanza y verdad, no la ausencia de todo ese tipo de cosas, es lo que gobierna el asunto con el Señor. No es que Él en Su corazón acepte las cosas malas, sino que ve a través de ellas, ve de manera diferente a nosotros. Usted puede ver que no hay esperanza de edificar a menos que haya amor, y amor para todos los hombres. Usted y yo debemos estar grandemente preocupados por este asunto de la edificación.
¡Oh, sólo Dios sabe cuán necesario es el incremento y la edificación espiritual! Es una situación paralizante que nos confronta si miramos nuestras propias limitaciones. Estoy seguro de que nada va a ser hecho si no tenemos un corazón muy grande para mirar por encima, en, a través y más allá, rechazar ser sostenidos por lo que nos está cegando, asombrando, dañando, y llegar hasta lo que es verdadero en el corazón. El amor es lo que edifica. Más que eso, hace diferencia en los que lo ejercitan, los lleva al reposo. La verdad sola puede traer una mirada tensa en la cara y en los ojos, el amor debe traer al semblante algún indicio de tranquila fuerza y confianza reposada. Bueno, vamos a sentarnos en el sillón de Su amor y estemos en reposo, luego, a trabajar. Usted no puede trabajar si no tiene un reposo de fondo, y el reposo no surge, en primer lugar, de la verdad, el reposo viene del amor, del amor de Dios. Cualquier otra cosa que Él nos dé y nos añada, hace que el Señor nos haga un pueblo que se caracteriza supremamente por este amor unos por otros y por todos los hombres.
Por T. Austin-Sparks. Título original:
Abounding in Love