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El Celo del Señor

por T. Austin-Sparks

Capítulo 3 - El Último Viaje de Elías con Eliseo

Comencemos leyendo:

  • 2 Reyes 2:1-15, “Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Betel. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Betel. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Betel, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo. Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él”.

En esta lección nos encontramos delante del último viaje de Elías en compañía de Eliseo, en vísperas de que Elías fuera arrebatado al cielo. Hemos visto que la clave de la vida de Elías está en las palabras con las que él le respondió al Señor dos veces: “He sentido un vivo celo por Jehová…” Toda su vida está repleta de lo que representan estas palabras. También hemos señalado qué significa el celo del Señor y hacia dónde conduce.

Elías alcanzó personalmente la plenitud celestial cuando fue llevado al cielo en un torbellino. Fue la gloriosa corona de una vida derramada por los intereses del Señor, y de una vida consumida por el único propósito de que Dios tuviera Su lugar en plenitud entre Su pueblo, y todos Sus derechos en dicho pueblo asegurados para Él. Elías puso a un lado todos sus intereses personales para que este objetivo pudiera ser alcanzado, y para que el pueblo del Señor se levantara como un testimonio en la tierra y en el universo, del hecho de que Dios tiene un pueblo en el que Él disfruta Sus derechos en plenitud. A esto se entregó Elías plenamente y era el fuego que ardía en sus huesos, el fuego de un gran celo por Dios.

EL TESTIMONIO POR SER ESTABLECIDO EN ESTE MUNDO

Como ya hemos señalado, este testimonio tenía que ser continuado en el mundo, así que, Eliseo entra en escena. Eliseo fue relacionado con Elías, antes de que este último fuera arrebatado al cielo, para que Eliseo fuera aquí la expresión de lo que Elías era en el cielo. Elías había entrado en la plenitud celestial por haber asegurado los derechos del Señor entre Su pueblo, por lo tanto, había en el cielo un hombre que había alcanzado la plenitud celestial sobre esa base, y tenía que haber una expresión en la tierra, no de lo que Elías era antes de subir, sino de lo que Elías era después de haberse ido. Tenía que haber aquí una expresión de la plenitud celestial, puesto que el Señor tenía todos Sus derechos plenamente y totalmente asegurados para Él en medio de Su pueblo. Esto fue claramente manifestado en la crisis de la vida y ministerio de Elías en el monte Carmelo.

Vemos entonces que Eliseo era el instrumento de esa plenitud celestial, y que dicha plenitud se manifestó en donde quiera que estaba y en todo lo que hacía. No nos estamos involucrando con la vida de Eliseo en este momento, aunque hacemos referencia a ella, estamos considerando la base de la plenitud celestial, que no es más que un tipo e ilustración de lo que se tiene ahora en la presente dispensación. El Señor Jesús es la contraparte de Elías. Él vino a asegurar los derechos de Dios en Su universo. Él peleó la batalla por los derechos de Dios, y la peleó hasta el final. Así como Elías peleó hasta el final en el altar del monte Carmelo, así peleó Cristo esta batalla hasta el final en la cruz del calvario. Habiendo establecido de una vez por todas la cuestión de los derechos de Dios y habiéndola llevado a la perfección, subió a la plenitud celestial y fue recibido en la gloria.

Pero también tiene que haber una contraparte de Eliseo, y dicha contraparte es vista aquí en la tierra en el cuerpo de Cristo; la iglesia. La iglesia está destinada a ser la expresión de la plenitud celestial en la tierra. Muchos están esperando el día cuando serán llevados al cielo para disfrutar la plenitud celestial, pero el pensamiento del Señor es otro, es que conozcamos de ella ahora y que sea expresada aquí en la tierra como un testimonio del Hombre en la gloria. Esto constituye Su presente manifestación en este mundo. Este es el deseo del Señor. La plenitud celestial puede ser conocida en una medida y en una gran medida aquí en la tierra. Sin embargo, sólo puede ser conocida y expresada en el mismo terreno en el que Eliseo se paró, el terreno en el que Dios tiene todos Sus derechos asegurados para Él al ser servidos sus intereses, y en el que Su pueblo le da todo Su lugar. Por lo tanto, en este capítulo que abarca el período entre el final de la vida terrenal de Elías y el principio del ministerio de Eliseo, se nos muestra un tipo o una ilustración de qué se quiere decir cuando hablamos de que Dios tiene Sus derechos asegurados y de cómo esto conduce a la plenitud celestial.

EL CAMINO A LA PLENITUD

Lo hemos resumido todo en una palabra “celo”. Elías había sentido un vivo celo por el Señor. Este mismo celo puede ser visto como una marca en Eliseo también, cuando miramos 2 Reyes 2. “Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Betel. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Betel” (versículo 2). En Betel Elías le dijo lo mismo a Eliseo en relación a Jericó y Eliseo respondió como antes, por lo tanto, fueron juntos a Jericó. Y otra vez ocurrió lo mismo en referencia a su proceder en el Jordán.

Pero no hemos tomado nota de todo aún, pues mientras ellos caminaban, Elías le dijo a Eliseo: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti” (versículo 9). Eliseo, como si ya hubiera calculado y considerado el asunto, respondió rápidamente: “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí” (versículo 9). A esto Elías respondió: “Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así” (versículo 10). Luego cruzaron al otro lado del Jordán y Elías fue arrebatado al cielo en un torbellino, y para que Elías supiera que él estaba ahí, Eliseo gritó: “¡¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!!” (Versículo 12). “¡¡Estoy aquí!! ¡Quiero que sepas que estoy aquí! Trataste de sacudirte de mí, pero estoy aquí. Me has probado para ver si yo hablaba en serio o no, para ver si yo iba a andar todo el camino o no, y estoy aquí”.

Vemos claramente aquí el celo del Señor. Hay un hombre que con diligencia procuró asegurar su llamado y su elección. Tenía el celo de seguir la totalidad del pensamiento de Dios; no sólo de seguir más lejos y luego parar, sino de seguir, de seguir todo el camino. “Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré” (versículo 2). Estas son las palabras de un hombre consumido por el celo del Señor. Este es un buen fundamento para un ministerio, y sobre esta base Eliseo entró en la plenitud celestial.

Ahí es donde nosotros comenzamos. Podemos ponerlo de muchas maneras. Podemos hablar del “celo de seguir”, podemos hablar de “total devoción”, podemos decir “hablar en serio con Dios”. De cualquier manera que lo expresemos, la base para la plenitud celestial de Dios es la misma, y sólo aquellos individuos y aquellas congregaciones del pueblo de Dios que la buscan, serán los que realmente representen aquí en la tierra lo que Cristo es en el cielo.

No es en primer lugar, un asunto de cuánto veamos. Puede que seamos incapaces de comprender o entender toda la verdad que oímos, todo lo que es traído a nosotros mediante la enseñanza. Si hemos pensado que es necesario que entendamos todo antes de poder entrar en la plenitud del Señor, hemos cometido un error, porque en primera instancia, no se trata de cuánto veamos de lo que es básico para la plenitud celestial, sino de cuánto lo deseemos. Dios sabe si estamos hablando en serio. Dios sabe exactamente la medida de nuestra entrega a seguir y Él nos toma en esa posición. No es la medida de nuestro entendimiento de la verdad, sino la medida de nuestra entrega a Dios lo que le da a Él la oportunidad de llevarnos al incremento de la plenitud en Cristo.

Recordemos que Dios es para con nosotros lo que nosotros somos para con Él, “Limpio te mostrarás para con el limpio, y severo serás para con el perverso” (Salmos 18:26). Si nosotros somos totalmente por el Señor, el Señor es totalmente por nosotros. Si nosotros somos a medias por el Señor, el Señor estará limitado a nuestra medida. Él no puede ser diferente con nosotros, no puede ser más por nosotros. No puede mostrarnos o conducirnos más allá de donde estamos realmente dispuestos a entrar por Su gracia.

Por lo tanto, en el caso de Eliseo, aunque es su vida tardía la que representa la plenitud celestial, él llegó a ella siendo un hombre que siempre había hablado en serio con Dios. Nuestro primer encuentro con Eliseo, aún antes de que se asociara con Elías, nos muestra un hombre así. Iba pasando Elías y vio a Eliseo “hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última” (1 Reyes 19:19). Aquí tenemos a un hombre que tenía todos sus recursos en el campo. Él lo había puesto todo en acción, en operación. Había puesto todo lo que tenía a sus órdenes, lo había puesto todo en su negocio. ¿Por qué registraría esto el Espíritu? Con seguridad no estaba interesado en embellecer la narrativa con detalles interesantes. Este hombre estaba arando y estaba arando con doce yuntas de bueyes.

El Espíritu Santo tomó nota de la clase de hombre que era y si hablaba en serio o no, y encontró que Eliseo era un hombre de propósito y que ponía todo lo que tenía en la misión. Dios lo encontró y halló eso, que había una vía adecuada para Su propia expresión en la vida de este hombre, espiritualmente al servicio de otro género. Entonces, primero encontramos a este hombre arando con doce yuntas de bueyes, y más tarde y en otro contexto, rechazando ser dejado de lado y persistiendo hasta el punto donde no podía ir más lejos. Eliseo fue un hombre que llegó tan lejos como pudo.

El celo del Señor, la devoción, ese es el gran factor. La realidad de Eliseo fue probada. El Señor siempre pone nuestras declaraciones a prueba. Las somete a prueba tras prueba, nos trata por lo que decimos, para ver si realmente estamos hablando en serio. Viene otro rechazo, otro revés, otra prueba, otro desaliento, otra experiencia que parece decir que el Señor no nos quiere. Puede ser una manera extraña de decir las cosas, pero creo que el Señor a veces nos lleva al lugar donde tenemos que tomar la actitud de no dejarnos intimidar por Él.

Tal vez usted no entienda este lenguaje, voy a decirlo de otra manera. Nosotros a veces tenemos que llegar al punto en el que digamos: “Vamos a continuar independientemente de las apariencias”. Incluso puede parecer que el Señor nos está desalentando y obrando en nuestra contra. En tales momentos tenemos que decir en fría deliberación y sin nada que nos anime, nada que nos inspire y nada que nos apoye: “¡Vamos a continuar!”. Dios permite que lleguemos a puntos por el estilo y nos prueba así. Cuando el Señor tiene hombres y mujeres, que a pesar de todo tipo de desaliento y desmotivación dicen: “¡Vamos a seguir!”, tiene algo ahí que le da una oportunidad, y tales vidas entrarán a Su mayor plenitud.

Es muy interesante observar la historia de la vida espiritual que este relato revela; las lecciones no son difíciles de leer. Después que Eliseo fue sometido a prueba con respecto a su realidad, si hablaba en serio o no, y después que fue aprobado, es que podemos ver que esas pruebas en sí representan las etapas de avance hacia la plenitud final. Los lugares mencionados en este viaje indican plenitud celestial. Los veremos brevemente para señalar la idea principal que está relacionada con ellos.

GILGAL

Note, en primer lugar, que ellos comenzaron en Gilgal. No se dice que llegaron a Gilgal, más bien parece que tenían su residencia ahí. Luego se declara que Eliseo iba con Elías, no que Elías iba con Eliseo. Es importante recordar que la iniciativa es del Señor. Desde la posición del Señor el punto de partida se expresa: “Muy bien, tu vienes Conmigo”. A partir de entonces se trata de seguir al Señor, de continuar con Él. Siempre es de gran fortaleza apuntar el hecho de que fue el Señor el que inició la obra. “…el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará…” (Filipenses 1:6). “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer…” (Filipenses 2:13). Lo que Él obra en nosotros tenemos que trabajarlo; esa es la parte de Eliseo, seguir.

Eliseo fue con Elías desde Gilgal, ese fue el punto de partida de ellos, y tal vez, su lugar de residencia. Es probable que usted sepa el significado de Gilgal. Gilgal tiene dos aspectos.

GILGAL Y LA CARNE

Primero que nada, Gilgal representa la eliminación de la carne. En el libro de Josué vemos que en Gilgal fue circuncidada la nueva generación de Israel que había crecido en el desierto. Ahí, a manera de tipo, la carne fue eliminada para que ellos pudieran entrar en la tierra y poseer su plenitud. El primer paso hacia la plenitud celestial es la eliminación de la carne. Esto habla de la obra de separación de la cruz, de la eliminación del cuerpo de carne, de la eliminación de la vida del yo.

Yo prefiero el término “la vida del yo”, porque cuando hablamos de la carne, muchos la entienden como la base de cosas perversas y malas, por lo que todos están contentos de quitársela de encima; la reconocen como malvada e intolerable. Esas ideas están asociadas con el término “carne”, pero ¿qué es la carne? La definición completa de la carne es, la vida del yo, y si usted conoce todos los aspectos de la vida del yo, conoce un gran problema. ¿Quién puede comprender la vida del yo? Ella se compone de la voluntad del yo, la energía del yo, la gloria del yo…la lista no tiene fin una vez que intentamos definirla.

La voluntad de la carne, la cual es la voluntad del yo y es parte de la vieja creación, se interpone en el camino de la plenitud celestial. El aspecto más serio de esto, en la luz de lo que el Señor nos está diciendo acerca de Sus derechos y Sus intereses, es que la vida del yo destruye, en cualquier forma, el testimonio de lo que es Cristo en el cielo. Cristo está en el cielo debido a lo que Él es, debido a Su absoluto repudio de la vida del yo en todos los sentidos. Él se despojó a Sí mismo, se humilló a Sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte. Él rechazó todas las sugerencias a actuar para Su propia vida humana, y separado del Padre. Cada oferta maligna que se le hizo, cada tentación que se le presentó, que tenía en ella el pensamiento de servirle a Él, a Sus propios intereses, fue inmediatamente extinguida. “Todo esto te daré…” (Mateo 4:9), le dijo el diablo, señalando los reinos de este mundo. Haber escuchado esa oferta en ese momento y de tal fuente, habría sido servirse a Sí mismo.

Sobre esta base, el yo en todas sus formas, figuras y sugerencias, habría estado separado de los intereses del Padre. No era mero ascetismo, como aquel que se niega a sí mismo y es asceta sobre la base de otra mundanalidad. ¡NO! Él estaba viviendo positivamente para los intereses de Su Padre. “…no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16). Fue entonces que los discípulos recordaron que estaba escrito: “…El celo de tu casa me consume” (Juan 2:17). Sobre la base de Su absoluto triunfo de hacer a un lado todo lo que pudo haber sido expresión de Su propia vida, de una vida separada del Padre, es que Él es lo que es en gloria.

Pero el testimonio de lo que es Cristo en gloria es eclipsado, escondido y estropeado, cuando usted o yo somos activados por cualquier cosa de la vida del yo. ¡Es un pensamiento duro! Cuando nos consultamos a nosotros mismos, qué nos gustaría o qué no nos gustaría, qué queremos o qué no queremos. Cuando en cualquier asunto nos referimos a nuestros propios sentimientos y consultamos nuestras inclinaciones ante algo que es del Señor, el testimonio es estropeado en nosotros en lo personal, en nuestros hogares y en cualquier otra dirección en que vivamos para nuestros propios intereses sin importar de qué tipo sean. Sólo cuando somos llevados al lugar donde somos descartados, percibimos en qué medida estaba el Señor buscando obrar mientras nos asíamos a nuestros propios intereses, consultábamos nuestra propia voluntad y nuestras propias preferencias. En ese ámbito la plenitud celestial nunca será nuestra. Estaremos como los hijos de Israel, cojeando de un lado para otro lisiados, inestables, intranquilos, y sin llegar nunca a una posición estable porque esta cuestión de los intereses del Señor no ha sido plenamente resuelta.

Gilgal es el lugar donde se resuelve. La cruz ha quitado todo el cuerpo de la carne. Tal vez no sepamos cuán egoístas somos, lo descubriremos en la cruz. La mayoría de nosotros tenemos un punto ciego acerca de nosotros mismos, pero en la cruz descubriremos nuestro propio corazón.

GILGAL Y EL MUNDO

Segundo, se dice que el oprobio de Egipto fue removido en Gilgal. ¿Qué era el oprobio de Egipto? Si Egipto es tipo del mundo, ¿qué es el oprobio del mundo? ¿Debido a qué, es afrentado el pueblo de Dios por el mundo? Debido a la inconsistencia. Lo más común sobre lo que el mundo está listo a abalanzarse para hacer que un hijo de Dios se eche para atrás es, la inconsistencia. El mundo tiene una idea muy despabilada de lo que deben ser las cosas, tiene un buen concepto de la consistencia. Sabe cuando alguien profesa ser algo y no es lo que profesa ser. El mundo lo sabe. Israel fue objeto de oprobio o afrenta por la contradicción, inconsistencia y negación de su propio Dios, de su propio testimonio. ¡Es verdad! Ellos se convirtieron en una vergüenza; son una vergüenza hoy.

Pero no sólo Israel. ¿No es esto cierto de muchos y en cierta medida de toda la iglesia? La crítica es que no son lo que proclaman ser; no son lo que Dios destinó que fueran; ni lo que Dios hizo posible que fueran. Son otra cosa, una contradicción y ese es su oprobio. ¿Por qué ha sobrevenido esta afrenta y esta contradicción? Por la carne, por los intereses personales, los elementos personales. Nuestra inconsistencia encuentra su origen aquí: Dios quiere una cosa y nosotros queremos otra; Dios quiere decir una cosa y nosotros no queremos decir eso; Dios nos ha llamado por cierto nombre y nosotros no respondemos a él. Él nos ha llamado por el nombre de Su Hijo y nosotros no llevamos ese nombre con honor. Somos una afrenta debido a estos elementos personales y carnales.

¡Gilgal debe deshacerse de eso, la afrenta debe ser quitada, el oprobio debe ser removido y la gloria del Señor debe ser vista en su lugar!

Estamos tratando con cosas muy serias. Es muy fácil para nosotros decir que tenemos un vivo celo por el Señor y que estamos absoluta y totalmente consagrados a Él. Podemos usar este lenguaje muy fácilmente, no hay duda de que si lo pusiéramos en términos personales diríamos: “Sí, me refiero a que estoy totalmente entregado al Señor”. ¿Cómo le está dando usted expresión a su celo por el Señor? ¿Mediante un montón de actividad religiosa? Ese no es el meollo de las cosas. Podemos estar en tales actividades para nuestro propio placer y para nuestra propia satisfacción. La cuestión es mucho más profunda. Es nuestro celo por Dios lo que cuenta. ¿Realmente significa nuestro celo por Dios que nos estamos haciendo a un lado; lo que queremos y no queremos, lo que nos gusta y no nos gusta? ¿O estamos rechazando la voluntad de Dios en algún punto porque nos hemos convencido a nosotros mismos que no es la voluntad de Dios? ¡Cómo no nos gusta y no la queremos, entonces no es la voluntad de Dios para nosotros! Seamos honestos.

Tener un vivo celo por Dios significa, que nos hemos hecho a un lado con el fin de darle a Dios un lugar completo; que en cualquier situación decimos: “Señor, puede que esto sea lo último en el mundo que quiero y que me gusta, pero Tu lo quieres. ¿Es esa Tu voluntad? Si es así, no discuto, ni contradigo, con mucho gusto acepto tu voluntad”. Eso es tener un vivo velo por el Señor. Eso es darle al Señor Sus derechos. ¡Cuán mal se ha interpretado el celo del Señor y se ha hecho de él algo externo! La gente que piensa que tiene celo por el Señor puede ser la más voluntariosa con respecto a las cosas que están ligadas con el testimonio del Señor en sus vidas, en sus hogares, en sus familias, en sus negocios. Darle a Dios un camino claro y completo, no es decir de manera resignada: “Está bien, el Señor puede tener Su camino”. Pero para el que viene con el Señor para cooperar es celo por Dios. Gilgal nos lleva ahí.

BETEL - CASA DE DIOS

Cuando Gilgal ha quitado el cuerpo de la carne, ha removido el oprobio y nos ha colocado en el terreno que es consistente con nuestro testimonio y con lo que es Cristo, podemos movernos para avanzar. Eso despeja el camino hacia la plenitud celestial y podemos movernos de Gilgal a Betel. Gilgal conduce a Betel.

Debemos recordar que la Palabra de Dios está escrita por una mente no progresiva. La mente Dios no es una mente progresiva, es completa y definitiva en un instante; lo abarca todo. No hay espacio para mejorar la mente de Dios. En Su mente Betel es una con Gilgal; es decir, la casa de Dios está íntimamente asociada con la cruz. Si continuamos con Dios, la cruz nos conducirá inmediatamente a la casa de Dios. La cruz abre el camino a la casa de Dios, a Betel, y la casa de Dios depende de que la cruz haya hecho su obra para su pleno significado. Mucha gente piensa que la iglesia, o la casa de Dios, o cualquiera que sea el término que se use, es una doctrina, una parte del sistema de verdad del cristianismo. ¿Ha pensado usted eso? Bueno, déjeme decirle que está equivocado.

¿Qué es la casa de Dios? Primero voy a mencionar lo que no es. La casa de Dios no es una parte del sistema de verdad o de enseñanza del cristianismo. No es una congregación con cultos religiosos. No es una sociedad cristiana con una membrecía. No es una asociación para propósitos religiosos. Sin embargo, estas son las ideas que hay en muchas mentes cuando hablamos de la casa de Dios. La gente cree que es un lugar donde se llevan a cabo las prácticas religiosas, o que es una sociedad creada para propósitos religiosos.

La casa de Dios es la relación espiritual de los creyentes. “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…” (1 Corintios 12:13). La casa de Dios es la relación espiritual, sí, pero hay más. La casa de Dios es la relación espiritual reconocida y activa de los creyentes. No es algo nebuloso. No es una idea abstracta. La relación espiritual de los creyentes es maravillosa, pero debe ser reconocida y debe ser algo activo.

Entonces, la casa de Dios representa una medida mayor de Cristo y dicha medida es posible para cualquier miembro individual. No obstante, los miembros individuales no pueden llegar a la plenitud del Señor. ¡Se necesita de todos los creyentes para entrar a la plenitud del Señor! Para llegar a ella los creyentes deben estar necesariamente en una relación y que esa relación sea activa. Esto es muy práctico. Cualquier vida que sea autónoma, independiente o individual, aún cuando crea en la relación espiritual de los creyentes estará limitada. Esto tiene que llegar a ser práctico y una obra real. La comunión es esencial para la plenitud.

Nosotros sabemos que esta es la razón por la que el enemigo no cesa de tratar de separar al pueblo del Señor, de dividir, subdividir y dividir de nuevo. Él siempre anda detrás de esto, porque sabe que la verdadera relación es el camino a la plenitud de Cristo; el camino en el cual, lo que es Cristo en el cielo es expresado aquí en la tierra. La comunión, la relación de tipo práctico, es importante en la tierra y no puede ser repudiada. Nosotros no podemos, sin robarle algo al Señor, hacer pasar la comunión como algo que se ha roto irreparablemente y de la que no se puede encontrar expresión otra vez. No, en absoluto. Eso representa la rendición al diablo, el triunfo del diablo entre el pueblo del Señor. El Señor no tomó esa actitud. La relación real, la comunión persistente es el camino de la plenitud celestial. Eso es Betel, la casa de Dios, la comunión celestial aquí en la tierra del nacido de nuevo, del hijo de Dios.

Usted verá que una característica de la casa de Dios es la comunión, la comunión real. Dada esta, otra característica surge y se manifiesta: la vida. ¡Vaya vida hay en la comunión, es la vida del Señor! Su vida resucitada es manifestada en la comunión y esta es una característica de la casa de Dios. ¿Acaso no está el cuerpo de Cristo, la casa de Dios, destinado ser la expresión de manera corporativa del hecho de que Cristo está vivo, está resucitado?

Luego, la vida conduce a la luz. En la comunión del pueblo del Señor hay cabida para que el Señor comunique Su conocimiento de Sí mismo, de manera tal, que Él no aísla individuos. Es decir, si los individuos están aislado es por su propia culpa. No estamos hablando del aislamiento geográfico, lo cual no puede ser evitado, estamos hablando del aislamiento espiritual, de la separación. El Señor se revela en medio de Su pueblo en Su gran plenitud.

Por lo tanto, la casa de Dios es algo muy práctico, nos lleva por el camino de la plenitud celestial. Nosotros tenemos que reconocer que estamos bajo una gran responsabilidad, para con lo que representa la casa de Dios en materia de comunión espiritual. No hay Betel antes de que haya habido un Gilgal, el lugar donde lo personal es sacado y ya no se vive más para uno mismo, sino para otros, para Cristo y por Cristo, a fin de que haya un incremento de Cristo.

JERICÓ - LA FE QUE VENCE

Ahora nos moveremos de Betel a Jericó. Pareciera que vamos hacia atrás, según el orden que observamos en el libro de Josué, pero ahora estamos en el curso espiritual de las cosas y vamos hacia adelante. De Betel a Jericó es hacia adelante, no hacia atrás. ¿Qué significa Jericó? Jericó representa la fe que vence. Cuando usted verdaderamente entre en el significado espiritual de la iglesia, el cuerpo de Cristo, no pasará mucho tiempo antes de que se dé cuenta de que realmente está en contacto con principados y potestades. Es algo costoso permanecer en el terreno de la iglesia, la cual es Su cuerpo. Usted no puede aceptar esto como una mera enseñanza. Si usted en verdad acepta esto en su corazón, se topará con algo antes de que pase mucho tiempo, encontrará que ha llegado al final del yo, y que sólo puede avanzar al ser desnudado de todo lo que no es Cristo. Cuando usted entra a dicho terreno encuentra que está en contacto con las fuerzas del mal al desnudo, principados y potestades, gobernadores del mundo de las tinieblas y huestes de maldad en los lugares celestiales. Este es el ámbito de la iglesia, tal como lo vemos en la carta a los Efesios. ¿Qué representa Jericó? Jericó es la fe que vence los principados y potestades, es el resultado de Gilgal y Betel.

¡¡…carros de Israel y su gente de a caballo!!” (2 Reyes 2:12). ¿Qué significa esto? Muchos tienen la idea de que los carros habían llegado a buscar a Elías, pero no, él subió al cielo en un torbellino. Usted encontrará que los carros de Israel y los jinetes entraron en escena en relación con Eliseo. Ellos aparecieron tres veces en la vida de Eliseo. Eran los símbolos de la supremacía celestial. Cada vez que los carros de Israel y los jinetes le aparecieron a Eliseo había una victoria a la vista, había un triunfo. El Señor le abrió los ojos al joven criado cuando la ciudad estaba sitiada. (2 Reyes 6:17) Antes de que sus ojos fueran abiertos el criado sólo podía ver las fuerzas terrenales, pero luego vio la montaña llena de carros. Un hecho que habla de las fuerzas superiores a las de los que estaban sitiando y asediando en la tierra. La última visión de los carros fue en el lecho de muerte de Eliseo. El rey entró y se planteó el asunto de Asiria y la victoria. Cuando el rey llegó al lecho de muerte de Eliseo clamó: “¡¡…los carros de Israel y su gente de a caballo!!” (2 Reyes 13:14). Luego viene la historia del arco, las flechas y los golpes. La victoria estaba a la vista.

Jericó es la fe que vence en el ámbito espiritual. Usted llega a esto cuando llega a Betel, llega a los cielos y a la victoria celestial en Cristo. La plenitud celestial mediante la fe es representada por Jericó.

Si usted está contemplando las fuerzas del mal y preguntándose cuál será el secreto de la victoria, déjeme sugerirle que nunca se lance contra el enemigo hasta que haya estado en Gilgal y llegado a Betel, de lo contrario, será aplastado, roto. Saque la carne del camino, porque ese es el terreno donde el enemigo le gana. Quite la vida del yo o él tendrá la ventaja sobre usted. Llegue al lugar donde puede decir: “…viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” (Juan 14:30). Es hasta que la cruz se ha ocupado de la vida del yo, que estamos en el camino de la ventaja, de predominio sobre el enemigo.

¡Pero esto no es todo! Se requiere comunión, se requiere la acción corporativa del pueblo del Señor para hacerle frente a las fuerzas espirituales. Tenemos que llegar a Betel, a la casa de Dios. Nunca derrotaremos las fuerzas del enemigo como miembros individuales, y si lo intentamos, tendremos una experiencia muy amarga. Debemos actuar sobre el principio de la iglesia, la cual es Su cuerpo: “…edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Sálgase de la comunión y el enemigo será peor para usted, entre en la comunión y usted estará de pie, resistirá y habiendo acabo todo, estará firme.

EL JORDÁN - LA CONQUISTA DE LA MUERTE

Finalmente llegamos al Jordán. No estamos retrocediendo, aunque lo parezca, seguimos hacia adelante. ¿Cuál es la lección del Jordán? El Jordán representa la victoria sobre la muerte. ¿Es esto un paso hacia atrás? No, esto habla de moverse hacia adelante. Elías y Eliseo llegaron al Jordán juntos, y en el Jordán la muerte fue vencida en tipo, en representación, su poder fue roto y dos hombre lo cruzaron. Un hombre se fue a la gloria triunfante sobre la muerte, el otro tomó dicha victoria, se dio la vuelta y sofocó la muerte adonde quiera que fuera. Eliseo volvió sobre sus pasos de regreso a Jericó, se encontró con la muerte y tornó la muerte en vida.

Nosotros estamos llamados a esto. Esta es la plenitud de Cristo, no es sólo la victoria sobre la muerte física, sino la victoria en la muerte física; victoria sobre la muerte misma, cualquiera que sea la forma, espiritual o física. La muerte es conquistada en Cristo. Dicho Hombre en la gloria ha entrado en la plenitud que habla de la victoria sobre la muerte. Él la ha vencido, ha sorbido la muerte en victoria. El apóstol escribe: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58). ¿“Así que”? Debido a que Él sorbió la muerte en victoria. Esto es para la experiencia presente, esto es plenitud celestial para la iglesia ahora.

Hemos visto el tema: Plenitud celestial. Hemos visto el camino: Entrega total al Señor. Hemos visto lo que significa: Gilgal, Betel, Jericó, Jordán.

¡¡Qué el Señor nos enseñe lo que esto significa y lo mantenga vivo en nuestros corazones!!

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