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La Casa Espiritual de Dios

por T. Austin-Sparks

Capítulo 4 - Una Representación de Cristo en Cada Lugar

Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mateo 16:16-18

Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. Mateo 18:17

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Mateo 18:20

Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 1ª Corintios 12:27

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. Efesios 2:20—22

Pues como él es, así somos nosotros en este mundo. 1ª Juan 4:17

Continuando con nuestra meditación en relación con la casa espiritual, tengo ahora en mi corazón un énfasis que siento que proviene del Señor en particular. Para unos pocos no será palabra o verdad nueva, mas incluso para tales el fresco énfasis puede provenir del Señor. En cualquier caso, deben buscar cooperar en la palabra del Señor por el bien de aquellos a los cuales Él se dirige especialmente. Por tanto, busquemos todos entrar en la palabra de una forma completamente nueva.

Andamos tras las pisadas de algunos principales rasgos y propósitos de la casa espiritual de Dios a la cual pertenecemos, y lo que ahora nos va a ocupar es esto, que esta casa espiritual está aquí como una representación de Cristo en todo lugar. Hemos visto que la Iglesia es Cristo. Él es la Iglesia, Él es el templo de Dios, la morada de Dios. Es en Él donde hallamos a Dios. Él sirve al propósito de todo cuanto la Iglesia supuestamente significa. La Iglesia es Cristo. Pero ahora, en lo que tiene que ver con este mundo, la Iglesia de Cristo se halla distribuida, mas no dividida; esto es, Cristo por entre todos Sus miembros por medio de Su Espíritu; pero no muchos Cristos, sino sólo permanece un Cristo. Como sabéis, el apóstol hizo la pregunta a los Corintios, —¿está Cristo dividido?— y hay casi como un tono de escándalo ante la idea misma de que Cristo pudiera estar dividido. Él permanece como un sólo Cristo, y Él es uno, aunque en muchos, y en esa unicidad de Cristo en todos Sus miembros tenemos la Iglesia. Los hombres sólo hallarán al Señor en lo que respecta a nosotros en tanto que Cristo esté en nosotros. Ese es el propósito de la Iglesia.

EL CARÁCTER VITAL DE LA ASAMBLEA LOCAL

Pero ahora vamos a considerar la especial importancia de las expresiones locales corporales de Cristo, Cristo representado en forma corporal en todo lugar. Es cosa bien sabida y entendida entre nosotros que lo que el Señor Jesús dijo como está recogido en los Evangelios no era sino la verdad en forma de germen. Puesto que el Espíritu aún no había sido dado, Él sólo podía hablar de una manera objetiva, exponiendo las cosas de una forma figurada o sin desarrollar. Todo cuanto está en los Evangelios es así, esperando el día en que el Espíritu hubiera de morar dentro de los creyentes de modo que el significado mucho más profundo que contenían Sus afirmaciones pudiera impartirse. Y, de entre todo lo demás, está este fragmento que hemos leído en Mateo 18:20... “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Vamos a perder lo mejor de la taza si tomamos eso tal y como aparece en el Evangelio. Jamás fue Su intención que se entendiera así.

En la postrer revelación del Espíritu Santo, junto a los demás, ese pasaje es distinguido y su primer significado es puesto en evidencia, y lo que tenemos como una revelación más plena es esto, que Cristo está presente de un modo peculiar cuando dos o tres están reunidos porque Él se ha entregado a Su Cuerpo. Dicho de otro modo, es necesario el Cuerpo de Cristo para que llegue la plenitud de Cristo. “El cuerpo”, dice el apóstol, “no es un miembro, sino muchos” (1ª Corintios 12:14); y él está hablando de una compañía local. Cristo está presente de un modo peculiar cuando es una expresión corporal. El Señor se ha ligado a Sí Mismo con Su Iglesia a favor de una manifestación. Puede ser cierto que el Señor esté en nosotros individualmente; es cierto; y puede que sea igual de cierto que el Señor, individualmente en nosotros, se exprese en nosotros y a través de nosotros como individuos, pero el Señor está limitado, y muy seriamente limitado, cuando sólo es un asunto individual. Su pensamiento es diferente, y así es que Él hace esta afirmación. Pudiera haber dejado una cosa así sin decir. Parecería ser algo del todo innecesario, algo fútil. Pero no, Él lo dijo, y cuando Él dice algo significa algo. Ciertamente, el que alguien como Él lo haya dicho no carece de importancia. Eso quiere decir que tiene un enorme peso si Él lo dice; y Él ha dicho esto con estas palabras en particular: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Podría haber dicho, ¡donde quiera que haya uno en Mi Nombre, allí estoy yo! Bueno, es verdad, pero el Señor no lo puso en esos términos; y te das cuenta de que Él está manejando algo práctico. Él ha usado la palabra “Iglesia”. Ciertas personas tienen que ser tratadas por la Iglesia, y cuando la Iglesia trata con ellas, es el Señor. Eso es lo que Él está diciendo.

Tienes que juntar ambas cosas. He aquí alguno culpable de negligencia en la vida espiritual. Bien, que alguien vaya y se lo diga, y si no escucha, que tome a uno o a dos más, y si se niega a escucharles, que se lo diga a la Iglesia.

Y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18:17—20)

El Señor está inmerso ejerciendo una función ejecutiva en la administración de la Iglesia allí donde dos o tres están reunidos. No voy a tratar con esa fase del funcionamiento de la Iglesia, pero lo utilizo para destacar este principio, de que hay un valor específico ligado con una expresión corporal de Cristo, un valor de grandísima importancia.

ALGUNOS OBSTÁCULOS FATALES PARA EL PROPÓSITO DE DIOS

(A) INDIVIDUALISMO

Bien, permitid que me detenga aquí y haga un paréntesis. Hay algunos errores fatales en que los cristianos han caído, y uno de estos es el principio de la visión individual en lugar de la corporal. Yo digo que ese ha sido un error fatal. Ha sido fatal para el crecimiento espiritual, para la plenitud espiritual, para el poder espiritual, para la luz espiritual y la vida espiritual. Hay muchos cristianos que sólo se preocupan de los individuos. Ocuparse de los individuos por supuesto que está bien, pero el Señor sólo salva al individuo con la Iglesia como panorama, con el Cuerpo corporal en mente. Debemos poner las cosas claras y tener en cuenta que en lo que respecta a esta dispensación, a partir de la ascensión y la exaltación de Cristo y del otorgamiento del Santo Espíritu hasta el arrebatamiento de la Iglesia en el fin, está marcada por Dios como el periodo de todos los periodos de la historia de este mundo donde se aseguran en salvación, no individuos en el sentido de tal número de hombres y mujeres salvos, sino individuos como un Cuerpo... la Iglesia. Los individuos sólo aparecen ante Dios a la luz de la Iglesia, un sólo Cuerpo, y si tú y yo dejamos de reconocer esto como la ley de gobierno de los tratos de Dios en esta dispensación para con los hombres, perderemos como consecuencia una gran porción de lo que el Señor ha preparado para nosotros; limitaremos y constreñiremos nuestras vidas y experiencias espirituales, y causaremos un debilitamiento a la obra misma de Dios.

Espero que lo hayáis entendido. Es de suma importancia que pongamos estas cosas claras. Os daréis cuenta que por lo general ambas cosas van a la par. Lo que a tantos les ocupa y preocupa es la salvación del individuo, y cuando consiguen que el individuo se salve, que sea llevado al Señor, no tienen otra cosa que hacer que ir a por más individuos y traerlos a la salvación. Ambas cosas van de la mano, el individualismo y la salvación en su mero sentido inicial de almas siendo llevadas ante el Señor. Después de eso no hay nada más. Se ha demostrado que ha sido fatídico en la historia de los intereses de Dios, y hoy vemos que es una de las cosas que representa la mayor de las dificultades para los propios cristianos y una obra más plena de Dios. Lo que quiero decir es esto, que en todas partes te encuentras un gran número de personas que se han quedado ahí. Todo cuanto tienen es su propia salvación personal, en el sentido del perdón de los pecados, de paz con Dios, esos rudimentos del Evangelio, y han estado ahí diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta años; y hoy cuando te los encuentras y hablas con ellos, te tropiezas con dos cosas.

Por un lado, ahora hay una incapacidad total de comprender cualquier cosa aparte de los elementos simples de la salvación; no tienen la capacidad para hacerlo. Todos esos sentidos y facultades espirituales que deberían haber sido desarrollados para que pudieran recibir una revelación de Dios mucha mayor y más plena sufren de enanismo porque nunca han sido desarrollados por el uso, y en cuanto a las facultades espirituales, se han quedado como atrofiados después de todo estos años. Os cito ahora mismo la Escritura en cuanto a esto. Sabéis, Pablo se vio en la obligación de decir eso mismo a los corintios... “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda” (1ª Corintios 3:1). A los hebreos les habló en los mismos términos: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche... el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”

Pablo tuvo que deplorar en su propio día que había ocurrido esta mortal detención y dijo, en efecto, “aquí estoy, pleno de luz Divina para vosotros, ¡y tengo que retener todo lo que Dios me ha dado para Su Iglesia por culpa de esto!” Yo digo que es fatal para la Iglesia... que el Señor haya de ofrecer abundante revelación para el crecimiento, plenitud y funcionamiento orgánico de Su Iglesia, y que tenga que haber después de años y años un estado tal que las personas sean del todo incapaces de recibirlo por sí mismas, de entenderlo. Te encuentras hoy con esa condición en todas partes. Tanto tiempo ha pasado, pero no pueden.

Por otro lado, claro está, te encuentras con aquellos que después de toda una vida se vuelven y te dicen, ¡oh, si lo hubiera sabido antes! ¡Oh, si me hubieran dicho esto antes! ¡Oh, si hubiera tenido esto hace años! ¿Por qué no? Ha estado ahí todo el tiempo. Es por culpa de esta terrible corriente individualista. En su mayor parte, la obra de Dios desde los primitivos días de la Iglesia, con excepción de pequeñas cosas aquí y allá, se ha mecido en esta línea de salvar a individuos y dejarles ahí. A largo plazo es algo fatal para todo cuanto Dios ha previsto; y luego la gente se da de morros contra el hecho de que es así. ¡Oh, si lo hubiera sabido hace tiempo! Así pues, si bien es cierto que lo individual es muy importante, y que ha de ser tratado a la luz de lo demás como algo individual, también debemos darnos cuenta que si lo individual es puesto en lugar de lo corporal no queda otra cosa excepto la más triste de las consecuencias. Es un error fatal.

(B) EL “SISTEMA ECLESIÁSTICO” PREDOMINANTE

Otra cuestión fatal es aquella representada por el “sistema eclesiástico” actual. El sistema actual que prevalece en su esfera más amplia es casi por completo un asunto de congregaciones y lugares para predicar, lugares donde la gente se reúne o congrega de una forma religiosa —es posible que de una forma evangélica, pero no dejan de ser congregaciones— y se juntan para seguir una especie de lista o turno de acontecimientos y, de paso, escuchar algo para más tarde marcharse. Ahora bien, aunque hay variaciones y grados en ese sistema, esa es la posición a grandes rasgos; y no es una expresión corporal de Cristo. Eso es una congregación. Eso no es un cuerpo. No es el Cuerpo expresado y funcionando de forma local. Es algo menos. ¿El resultado? El mismo resultado que en el otro caso, en una palabra, muy poco crecimiento espiritual.

Ahora estoy siendo muy franco. Quiero hablar desde mi corazón porque siento que el Señor quiere que lleguemos en esta hora a algunas conclusiones sobre este tema, y he de correr el riesgo de pisotear algunas sensibilidades para llegar ahí. El resultado espiritual en este segundo caso es por muchas razones el mismo que en el otro caso de lo meramente individual, y hoy nos encontramos con personas en todas partes en ese sistema eclesiástico actual que no tienen ni un destello de luz en cuanto al más pleno propósito del Señor y no saben de lo que estás hablando; y hay multitudes que no tienen interés en ninguna otra cosa. Esta cosa, este ir a la iglesia, esta congregación, este aguantar el turno programado, esta tendencia generalizada de adorar ciertas cosas que ha suplantado el lugar de la expresión local del Cuerpo de Cristo y lo ha desechado. Hoy la iglesia actual, hablando de la Iglesia en ese sentido, tras todos estos siglos se encuentra en un estado de terrible infancia espiritual, inmadurez y falta de luz, y las personas que nacen dentro y son imbuidos en la cuestión no crecen espiritualmente. Sé que hay algunos que crecen a pesar de ello, pero estoy hablando de la situación en sí. Se ha convertido en una amenaza fatal para el auténtico propósito de Dios.

(C) CUANDO LA “MISIÓN” LO ES TODO

Bueno, hay una tercera cuestión, y se trata de “la misión de evangelismo”, que también usurpa el lugar de la iglesia local formada espiritualmente. Ahora bien, no se trata de denunciar a las misiones de evangelismo, y no estoy diciendo que las misiones no debieran existir. Estoy muy, muy lejos de decir tal cosa. Naturalmente, no estoy hablando de esas misiones evangelísticas que se dan entre las iglesias de cuando en cuando, sino de aquello que ha asumido el carácter de institución permanente en diversos lugares. Así que si tomas la misión de evangelismo y la acoges como si fuera todo cuanto hay, y te quedas satisfecho con acudir a la misión de evangelismo donde el Evangelio es predicado a los inconversos, y te mantienes en la línea de las misiones... bueno, tan sencillo como que estás mermando tu propia vida espiritual. Es algo que en multitud de ocasiones se ha convertido en un sustituto de la expresión local de Cristo que es formada de un modo espiritual.

Cristo es mucho más que eso, y te das cuenta que las personas que viven toda su vida en la misión evangelística son gente terriblemente inmadura, ignorante del Espíritu y faltos de luz. Ah, sí, se regocijan en Cristo como su Salvador —no lo pongo en duda— se glorían en la salvación personal; pero ah, ¿donde está la vocación, la plenitud de Cristo, el ejercitar del propósito eterno de Dios? Ahí no desde luego. Eso sólo da un paso, y un pasito no es la senda completa que lleva a los fines de Dios. Que estas cosas sean, pero como auxiliares del más amplio pensamiento de Dios, como instrumentación de la Iglesia, y que no hayan de ser el todo. Si lo son, afectarán funestamente a la vida del pueblo de Dios y al progreso espiritual.

Veis, he aquí la diferencia. Tomad un ramo de flores, un ramo de rosas o cualquier otro tipo de flor. Todas pertenecen a la misma especie y tienen el mismo tipo de vida dentro de ellas. ¡Esa es una congregación, no un cuerpo! La diferencia entre un ramo de flores, donde todas ellas son iguales compartiendo la misma vida, y la raíz y la planta es una diferencia de cuidado. Por un lado dame la rosa, y por otro la raíz y la planta o el arbusto, y ¿qué tengo? Bueno, tendré esta diferencia, que en tanto el ramo de flores tiene la vida, ahí se queda. Eso es todo y ahí acaba. Nunca pasará de ese punto. Dame la planta o el arbusto, y crecerá. Puede que atraviese un paroxismo de muerte durante un periodo, pero al año siguiente volverá otra vez y habrá más; y luego otra experiencia de muerte y resurrección, y luego habrá más, todo en la misma planta. Eso es un cuerpo, eso es un organismo, no un ramo. Y esa es la diferencia entre una congregación con tantos cristianos, con unidades que se juntan como unidades, y un organismo espiritual, una expresión local del Cuerpo de Cristo; y el pensamiento de Dios es el Cuerpo, no una congregación ni el ramo de flores.

Pero, oh, ¡el pueblo del Señor se asemeja tanto al ramo de flores! Cierto es que son todas de la misma especie: son todas cristianas, son todas hijas de Dios, todas comparten la misma vida; pero, ay, no están ahí como un organismo creciendo en un lugar con el progreso de Dios, experimentando convulsiones corporales de muerte y resurrección y consiguiendo así progreso espiritual. Lo que acabo de comentar acerca del sistema actual y las misiones es un ramo de flores. Sí, pertenecen al Señor y tienen la misma vida, todas son hijas de Dios; pero resulta que llegan a un punto en concreto y nunca van más allá. Es cierto. He tenido suficiente experiencia como para tener la certeza de que es verdad. Ay, muchas no quieren seguir adelante, y otras tantas se disgustan por sugerirles que es necesario seguir adelante. Pero esa no es la idea que Dios tiene al respecto. La idea de Dios es una raíz y una planta como un todo, un organismo viviente aquí y allá representando y expresando a Cristo Mismo. La planta crece y hace progresos. El ramo llega a un punto determinado y luego se detiene.

Ahora bien, Satanás no está en contra de reuniones como esas, más bien Satanás está en contra de familias locales, de expresiones locales del Cuerpo de Cristo. De aquí proviene la tremenda historia del tenaz esfuerzo de Satanás para dispersar a los hijos de Dios y romper su vida corporal, para poner tope a su vivir juntos.

EL PROPÓSITO Y FUNCIÓN DE LA IGLESIA ASÍ COMO DE SU EXPRESIÓN LOCAL

Así pues tenemos que ver cual es el propósito y función concretas de una expresión local del Cuerpo de Cristo o de la Casa de Dios, y podemos verlo si miramos al símbolo que nos lleva al arquetipo. Lo que el templo de antaño era figuradamente la Iglesia lo es en realidad espiritual, y lo que la Iglesia es en una realidad espiritual como un todo lo ha de ser una expresión local. Es de resaltar que las iglesias locales del Nuevo Testamento siempre se aprecian bajo la luz de un Cuerpo al completo. Así fue como Pablo dijo a la iglesia local en Corinto, “vosotros sois el cuerpo de Cristo.” Ahora, en nada aprovecharía a los de Corinto aferrarse a eso para decir, ¡lo veis, somos el Cuerpo de Cristo! Sería darle un significado incorrecto. El meollo de la inspirada declaración es este, que cada compañía local representa lo que el Cuerpo es al completo; lo que es el Cuerpo al completo en la mente de Dios ha de ser visto aquí, allí y allá.

(A) EL LUGAR DE REUNIÓN ENTRE DIOS Y HOMBRE

Ahora vamos a seguir por la senda de la analogía del templo. ¿Qué era el templo? En primer lugar, el templo de antaño era el lugar de reunión entre Dios y el hombre. Esa es la función primordial del templo, de la Casa de Dios. Eso fue Cristo en el más amplio sentido, en un sentido mucho más profundo de lo que nunca fue el templo de antaño. Aquí está el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios armonizado en una sóla Persona. Es en extremo significativo que en Mateo 16 ese hecho en específico sea puesto en evidencia. Cristo, interrogando a Sus discípulos, utiliza un término, y, al conseguir la respuesta inspirada de lo Divino por medio de Pedro, se hace uso del otro término. “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Pedro dijo, “Tú eres el Hijo del Dios viviente.” “Hijo de hombre”, “Hijo de Dios”: dicho por revelación de Dios. Aquí está Dios y Hombre juntos en una sola Persona, en un solo lugar. Y de Sí Mismo el Señor Jesús dijo más tarde, “Destruid este templo, este santuario, y en tres días lo volveré a construir.” Los judíos de mente carnal pensaron que hablaba del templo material, pero estaba hablando de Sí Mismo, de Su propio cuerpo. Un templo —una transición de pensamiento que parte del templo de Jerusalén y acaba en Cristo en persona, el lugar de encuentro entre Dios y el hombre— que es Cristo.

Pues bien, según el Nuevo Testamento la Iglesia es Cristo expresado de una forma corporal, y por tanto allá donde se halle representado Cristo corporalmente y en un funcionar vivo, ahí se ha de encontrar a Dios, ahí Dios y hombre deberían entrar en un especial contacto y relación. El testimonio de todos los que entran en una esfera tal donde Cristo está siendo efectivamente expresado de modo corporal ha de ser, “¡ahí palpo a Dios!” Esa es la respuesta. ¿Hallas a Dios ahí? ¿Se topa el Señor contigo ahí? Ah, esa es la cuestión determinante, y no otras cosas asociadas con el reunirse juntos o las congregaciones; no, el Señor Mismo, y esto ahora no como algo personal entre yo y el Señor, en cuanto a que personalmente pueda tener contacto con el Señor en cualquier lugar, sino como un asunto de la Iglesia. ¿Me encuentro con el Señor en medio de estas personas? Si es así he entrado en la esfera donde el pensamiento de Dios se está expresando; y esa es una esfera de tremendas posibilidades.

¿Habéis leído ese librito de A. J. Gordon, La visita de Cristo a la Iglesia. Puede que os haga bien leerlo, aunque a lo mejor desde un punto de vista objetivo, visto desde fuera. Dejadme que os cuente tan rápido como pueda el contenido. Un sábado el Dr. Gordon estaba sentado en su estudio preparando su sermón para el día siguiente, y se durmió; y soñó que estaba en su propia iglesia y en su púlpito el día del Señor. La suya era una iglesia agraciada con esos pilares y arcos góticos. La iglesia estaba a reventar, y él estaba en el púlpito a punto de empezar el servicio cuando se abrió la puerta de atrás y entró un extraño caminando a lo largo del pasillo, buscando a derecha e izquierda un asiento libre. A medida que se aproximaba al frente alguien se fue y le señaló un sitio vacío.

El Dr. Gordon sigue describiendo cómo siguió con el servicio, y cómo sus ojos se desviaban constantemente hacia aquel extraño. Si miraba a cualquier lugar, sus ojos siempre acababan fijos en él. El Dr. Gordon dijo, “me hice a la idea de bajar para hablar con el extraño después del servicio.” Cuando terminó, y sin mostrar prisa alguna, bajó todo lo deprisa que pudo para abordarle, pero antes de llegar a la puerta el extraño ya no estaba. Con gran decepción, le dijo al hombre de la puerta, ¿sabe quién era aquel extraño al que dejaste entrar esta mañana? El hombre de la puerta dijo, ¿no sabe quién era aquel? Era Jesús de Nazaret. Ay, dijo el Dr. Gordon, ¿por qué no le detuviste? Me hubiera encantado hablar con él. Ah, dijo el hombre, no se preocupe; hoy estaba aquí, así que volverá en otra ocasión. (Bueno, comentario aparte, esa doble respuesta propició dos libros de la mano del Dr. Gordon; uno fue La Obra del Espíritu Santo, y la otra La venida del Señor.)

El Dr. Gordon dice que se marchó abstraído con estos pensamientos: Jesús de Nazaret ha estado hoy en mi iglesia. ¿Qué era lo que yo estaba diciendo? Estaba hablando de Él. ¿Cómo hablé de Él? ¿Discernió un mínimo vestigio de irrealidad? ¿Hablé de Él sin saber que estaba presente como lo hubiera hecho en caso de saberlo? ¿Qué pensaría Él de mi comportamiento, de mi prédica, de mi forma de llevar el servicio? ¿Qué pensaría Él del coro, de nuestros cánticos? Todo versaba sobre Él, pero ¿era digno de Él? ¿Qué pensaría de nuestro edificio gótico?

Esa es la historia resumida. Pero lo que se me ha evocado es esto: ¿es esa nuestra concepción de las cosas? Veis, con ello se sugiere que la Iglesia es una cosa y Cristo es otra, y que la Iglesia puede ser en muchas áreas una cosa y Cristo otra. Ah no, esa no es la Iglesia de Dios. La Iglesia de Dios es Cristo, y donde halles la Iglesia según el pensar de Dios allí hallas a Cristo, sin disparidades, sin inconsistencias, sin contradicciones; es el Señor. Todo lo demás no es Cristo en absoluto. La Iglesia es Cristo, y si es Cristo quien es preeminente cuando el pueblo del Señor se junta Dios Mismo está ahí. Es sobre la base de Cristo y la preeminencia de Cristo que los hombres se reúnen con Dios. Sabéis tan bien como yo que los hombres no pueden contactar con Dios por mano nuestra por culpa de nuestro estado actual. Por nosotros mismos no podemos llevar a los hombres a un encuentro con Dios. Este sacerdocio no puede traer a los hombres ante Dios. Pero si el Señor Jesús está en nosotros, y podemos hacer que contacten con el Señor Jesús, les hemos puesto en contacto con Dios. Pero si Él no está en nosotros de un modo personal o colectivo podemos estar hablando de Dios hasta el día del juicio y los hombres no le conocerán. La Iglesia es esto cuando está verdaderamente constituida. Es el terreno en el cual los hombres se reúnen con Dios y Dios se reúne con los hombres, y ese terreno es Cristo Mismo; y existe un valor especial en particular y un nuevo significado enlazado con esta expresión corporal de Cristo en cuanto a que los hombres se reúnen con Dios. Creo que puede producirse un impacto muchísimo mayor en los hombres por parte del Señor cuando una compañía de hombres y mujeres con un Cristo que habita en su interior se reúnen en el poder del Espíritu Santo que por cualquier número de unidades cristianas aisladas. Un lugar de reunión para Dios y el hombre, el vehículo de la vida Divina.

Ahí tenéis el templo de Ezequiel. La casa ha sido terminada siguiendo el consejo de Dios, y de esta casa, por los escalones, fluye el río profundizando y agrandando su curso, y por donde pasa el río todo vuelve a la vida. Hay árboles en cada orilla y todo rebosa de vida hasta que allá al final se vacía en el Mar Muerto; e incluso esa muerte es absorbida en la vida que procede del santuario. Es de esta expresión corporal de Cristo, la Iglesia, de la cual proviene la ministración de la vida de Dios para el hombre, y es por eso que el enemigo desea aplastarla. Ese era el tema de nuestra meditación previa. La dispersión o división del pueblo del Señor, convertir al pueblo del Señor en tan solo equis individuos y unidades sin una verdadera vida corporal, consiste en un movimiento estratégico por parte del enemigo en contra de esa vida. Sabemos por propia experiencia que si el enemigo puede entrometerse entre dos de nosotros para apartarnos en el espíritu, nuestra vida se halla bajo arresto y el río no es liberado hasta que enmendamos esa situación, hasta que zanjamos esa división. Eso es muy significativo. El enemigo busca esa clase de cosas. Él está en contra de la vida, pues la Iglesia es el vehículo de la vida de Dios.

(B) LOS PENSAMIENTOS DE DIOS TOMAN UN CUERPO Y UNA EXPRESIÓN

Volviendo otra vez a lo dicho, el templo fue la encarnación y expresión de los pensamientos de Dios. Cada piedra, todo cuanto fue utilizado, todas las formas, dimensiones y medidas, los materiales, todos eran una representación de algún pensamiento de Dios. La mente de Dios se expresaba en todo. Todo era símbolo de un atributo espiritual.

Pedro, siguiendo esa palabra puesta ante nosotros —“una casa espiritual” (1 Pedro 2:5)— dice después que el objeto de la casa espiritual es “mostrar las excelencias de aquel que os sacó de las tinieblas a su luz admirable.” La misión del templo era mostrar las excelencias del Señor, la encarnación de los pensamientos divinos, y en cualquier lugar el pueblo del Señor debería ser la personificación y expresión de los pensamientos divinos. Debería haber un despliegue de los pensamientos de Dios de forma bendita, un llegar a conocer la mente del Señor para Su pueblo, un correr el velo por ver lo que guarda el corazón de Dios para los suyos. Así debería ser; no sólo arengas o sermones, sino un ministerio de revelación bajo el Espíritu Santo debajo de un Cielo abierto. Esto tiene un valor para el Señor y para Su pueblo. Pero se requiere una compañía orgánica, viva, para que tal cosa sea posible; y ah, ¡es algo que hemos aprendido por experiencia! Por una u otra razón a veces no todos estamos apercibidos para con el Señor cuando nos reunimos. A lo mejor estamos cansados o estamos preocupados y algo ha llegado para tirarlo por el suelo, y aunque el Señor ha preparado para nosotros una fiesta por todo lo alto, algo que Él quiere darnos a conocer, no puede; se le pone como entre paréntesis, y sólo queda un estado carente de vida. Pero juntémonos en el Espíritu, vivos para el Señor, y los pensamientos de Dios se expresarán y fluirán. La condición de la compañía de los hijos de Dios determina en gran medida la calidad del tiempo que pasamos juntos. Depende mucho de nosotros cuánto puede darnos el Señor. La compañía de los hijos de Dios ha de ser la expresión y personificación de los pensamientos de Dios. Existe para eso.

(C) LA ESFERA DEL GOBIERNO Y AUTORIDAD DIVINAS

Así que el templo era el lugar del gobierno de Dios. Las cosas se traían ahí para que se tomaran decisiones, para ser juzgadas: y Pedro dice, “el juicio debe empezar por la casa de Dios”; y ahí está Mateo 18 una vez más. Decidlo a la Iglesia, que la Iglesia decida sobre esto. Es el lugar de Gobierno divino. Y aunque no puedo detenerme mucho más aquí, podéis ver que la compañía corporal, constituida en la senda de vida por Cristo, tiene una consecuencia real y práctica para con Dios hoy en este mundo: y ah, cuán importante es por razón de vida, por razón de luz, por razón de poder, el que todos seamos parte de una forma consciente y viva de dicha expresión local de Dios.

La verdad es que deseo deciros esto desde mi corazón, que os es necesario, queridos amigos, tener tras de vosotros, formar parte y estar en medio de una compañía de hijos de Dios viviente funcionando orgánicamente en este orden de cosas. Yo conozco la diferencia y muchos de vosotros sabéis la diferencia, la diferencia en la profundidad, en la fuerza. Durante muchos años fui un ministro, por así decirlo, de diferentes iglesias, congregaciones; pero ah... conozco la diferencia entre eso y lo que se ha conseguido desde entonces. No es en absoluto una diferencia en el calibre natural de las personas, sino una diferencia de estilo. Una cosa formaba parte de un sistema en gran medida organizado y administrado por hombres con un propósito religioso: lo otro es algo formado del Espíritu; y esa es una diferencia enorme. Veo la diferencia cuando me topo con las cosas. Todo cuanto puedes decir es que aquellos que tienen una compañía local orgánica de hijos de Dios y forman parte de ella tienen algo que otras personas no tienen. Hay como una medida en ellos. Hay algo en torno a ellos que es más de lo que jamás encontrarás en las otras cosas de las que he hablado, donde es algo meramente individual o formal. Es muy importante. La Iglesia se debe a esto, y sólo se pueden conocer los recursos Divinos que le han sido reservados según se mueve en la intención y propósito de Dios. Si por tanto hemos sido llamados a esto como Iglesia, entonces hemos de ser la Iglesia para cumplir nuestro gran propósito y conocer nuestra gran plenitud. Os pido que penséis en esto muy seriamente. Es algo de no poca importancia, es este asunto de la comunión local de los hijos de Dios.

Sé que puede implicar ciertas dificultades para algunos de vosotros. “No hay nada en mi vecindad y no sé cómo podría ser posible.” Pero hay una respuesta y la respuesta es simple, aunque puede poneros a prueba. Si esta es la mente de Dios acude al Señor al respecto. “Señor, si esta es tu mente, o bien me llevas a tal cosa o haces que ocurra tal cosa donde yo vivo.” Aférrate al Señor en cuanto a esto.

Cuando el hermano Nee estuvo aquí, al hablar de este asunto con nosotros relató que en un lugar surgió este problema entre alguien y el Señor, de cómo aquel se aferró al Señor durante varios años buscando ayuda en el tema; de cómo después de estar en suspenso durante tanto tiempo empezó poco a poco a tomar forma; una segunda persona se unió al primero, y luego un tercero, y luego otro. Pero fueron muy ejercitados durante bastante tiempo, reafirmándose en el significado y el valor del pensamiento de Dios y aferrándose a Él para que tomara una expresión y se hiciera realidad. Veis, este asunto es así. Ese es nuestro ministerio; poner en evidencia mediante la oración lo que Dios se ha propuesto. Si nos damos por vencidos con facilidad, pues bueno, no hemos visto la visión, el asunto no ha calado hondo. Esto lo digo para ayudar con el problema que surge. Ejercitémonos en cuanto a la Iglesia y dejemos que la Iglesia sea más importante para nosotros que el problema, y entonces creo que encontraremos un camino que surgirá a nuestros pies.

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