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Discípulos en la Escuela de Cristo

por T. Austin-Sparks

Capítulo 8 - La Vida Divina en la Visión Espiritual

Lectura: Juan 9

Hemos señalado que, con la señal de la alimentación de los cinco mil, Jesús entró en una nueva fase de Su ministerio, es decir, en la fase del conflicto. Surgió una gran cantidad de conflictos a partir de este milagro, y desde ese momento en adelante continuó un ambiente de controversia.

Cuando llegamos al incidente que nos ocupa hoy, vemos cómo el conflicto se intensifica y cómo la división es cada vez mayor, y el resultado de este conflicto es la división completa. La categórica declaración acerca de este hombre sanado es: "Y le expulsaron", y eso provocó la total división.

Las dos partes eran cada vez más claras y definidas. Por un lado existía la religión, y en oposición, estaba la visión espiritual. Por un lado existía la tradición, y por el otro lado estaba la revelación. Por un lado estaba el sistema histórico, y en el otro lado estaba la espiritualidad. Por un lado estaban los discípulos de "Moisés". Observa lo que dice en el versículo 28: "Tú eres su discípulo, pero nosotros somos discípulos de Moisés"; y en el otro lado estaban los discípulos de Cristo. Y estas dos facciones se estaban separando más y más. La distinción que diferenciaba estas cosas era cada vez más puesta de manifiesto. Por un lado, la religión, la tradición, el sistema histórico y "Moisés"; por el otro lado, la visión espiritual, la revelación, un estado espiritual y los discípulos de Cristo.

La totalidad de este conflicto y la división se centró en una cosa. Juan había abierto su Evangelio con estas palabras: "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1:4), y ese fue el punto focal de toda esta controversia, la luz a través de la vida. Y usted ve la diferencia en la expectativa o la perspectiva de estas dos partes. Con relación a la oposición, la situación se había vuelto de mucha desesperanza. Sólo tienes que leer la totalidad de esta historia para que veas cuán sin esperanza era la situación de los judíos. Las palabras al final del capítulo que acabamos de leer indican esto con toda claridad. El veredicto del Señor Jesús respecto de todo ese lado era: "Vuestro pecado permanece". Es algo muy fuerte decir que la religión, la tradición, el sistema histórico y los discípulos de "Moisés" crearon una situación de desesperanza, sin embargo ese no es mi veredicto; es el veredicto del Señor Jesús. Y sólo tienes que leer a través de estos capítulos de controversia para que puedas llegar a lo que vamos a considerar en el próximo capítulo; y estarás de acuerdo con que esa situación era sin esperanza.

Por el otro lado estaba este hombre, el representante de otra clase. Confío en que todos pertenecemos a la clase de este hombre, la clase que es capaz de decir: "Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo". Frente a esta situación sin esperanza, estaba esta maravillosa esperanza. Una nueva esperanza ha llegado a la vida de este hombre, y él había entrado en una nueva esperanza.

Decíamos que todo el conflicto se centró en una sola cosa, la luz a través de la vida. Jesús dijo que todos estaban ciegos, y para empezar, no había ninguna diferencia entre este hombre y todos los demás. Por supuesto, su ceguera era física, pero es evidente que eso era sólo una señal de ceguera espiritual. Todos estos otros eran tan ciegos como lo estaba aquel, pero de una manera espiritual. Pero lo que hizo la diferencia entre la esperanza y la desesperanza fue precisamente esa: él sabía que era ciego, y los demás hombre, no; y la esperanza o la desesperanza giraban en torno de eso. No hay ninguna duda de ello, que este hombre sabía que era ciego: "Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo". No hay duda de eso. Sin embargo, estas personas eran tan ciegas, pero no lo sabían. La diferencia fue la siguiente: que había en este hombre una terrible limitación natural de la que era consciente. Él sabía todo acerca de su limitación. Cada día que vivió tuvo conocimiento de eso. Tenía que ser llevado de la mano y ser colocado en el mismo lugar cada día para pedir por su vida. La imagen de este hombre es de quien cada día es consciente de su dependencia.

Frente a esta situación estaban estas otras personas que vivieron todos los días en su propio sentido de autosuficiencia. Las limitaciones naturales y la auto-suficiencia natural estaban en conflicto; sólo mira a este hombre nuevamente.

Los discípulos le preguntaron una cuestión misteriosa, y no vamos a tratar de explicarlo: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?'' Eso sólo significa que los discípulos tenían la idea, que era una idea común, de la pre-existencia de los espíritus, y que las personas tenían una historia antes de que vinieran a este mundo. Eso puede haber sido pura superstición, pero no vamos a tratar de discutir eso, ya que no nos interesa mucho ese tema. Los discípulos le hicieron al Señor una pregunta, y Él simplemente la respondió de la siguiente manera: "No es que pecó éste, ni sus padres". Todo lo que equivale a decir que este hombre nació con una discapacidad, y, por supuesto, eso es cierto de todo el mundo. Es tan real entre nosotros como lo fue de este hombre; la desventaja con que todos nacemos es la ceguera espiritual.

Cualquiera que sea nuestra forma de discapacidad que se pueda adoptar, se entiende que es una oportunidad para que obre la soberanía de Dios. Aquí tenemos la ceguera espiritual, pero todos tenemos diferentes tipos de discapacidades con los que nacemos. ¿Cuál ha sido uno de tus mayores problemas en la vida? ¿No será que te sientes muy apto para lo que el Señor te ha llamado? Encontrarás que el Señor hace ciertas exigencias sobre vosotros, y tú eres consciente de que no estás en condiciones de satisfacerlas.

Acuérdate de Moisés. Cuando el Señor se le apareció a Moisés, y le dio la orden de ir a Egipto para la liberación de Israel, él trató de escapar de esto, y al final recurrió a su deficiencia. Tal vez pensó: “Esto haré para que el Señor desista". Él le dijo al Señor: “Soy tardo en el hablar, y torpe de lenguaje”. Como diciéndole: “Esta tarea necesita de un orador, un hombre que pueda predicar. Yo no soy el hombre para ese trabajo. Señor, Tú has escogido a la persona equivocada para ello. Señor, Tú no sabes lo que estás haciendo. Y tú puedes llevar la cosa de tal y de tal manera. El hecho es, Señor, que yo no estoy capacitado para lo que Tú me has llamado". ¿Qué le dijo el Señor a Moisés? '"¿Quién dio la boca al hombre? Si Yo te hice tu boca, ya sé de qué tipo es la boca que yo hice. Y si Yo te hice tu boca para que no puedas hablar, eso te proporcionará toda la mayor oportunidad para que Yo lo haga a través de ti. ¿No he tenido cuarenta años para vaciarte de tu propia capacidad? Y todo para que Yo pueda tener la gloria, y no tú".

Estas personas dijeron: "Nosotros somos discípulos de Moisés"; pero cuán contrarios a Moisés eran. Los discípulos de Moisés habrían dicho: «¡Oh, podemos hacerlo!" No, ellos no eran verdaderos discípulos de Moisés.

Acuérdate también de Jeremías. El Señor llamó a Jeremías y le dio una gran comisión para Israel, y él hizo exactamente lo mismo que Moisés había hecho. Él también intentó escapar de aquella responsabilidad, y su argumento fue: "He aquí, no sé hablar, porque soy niño". El Señor le dijo: "No digas, soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande" (Jeremías 1:6,7).

Estos son ejemplos de hombres que nacen con una deficiencia, pero que le ofrecen al Señor una gran oportunidad para que demuestre lo que Él puede hacer. Si el Señor nos exige que debemos ser justos, nosotros a la vez diremos: "Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien" (Ro. 7:18). Cuántas veces tiramos hacia ese lado: «¡Oh!, yo no soy bueno. No hay nada bueno en mí. En este asunto de la bondad soy perfectamente inútil".

Bueno, el Señor nos ha dado mucho en Su palabra acerca de eso. Hemos tenido la Carta a los Romanos durante tanto tiempo. "La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo" (Ro. 3:22). Sabemos todo acerca de la doctrina, y sin embargo tan a menudo nos colocamos debajo de esta deficiencia natural. Podría seguir hablando de muchas dificultades con las que nacemos; la mayoría de nosotros sabe realmente que en nosotros mismos no somos aptos para lo que el Señor requiere de nosotros. Hemos descubierto que nacimos de esa manera y eso es natural en nosotros. Tenemos esta desventaja. Bueno, el Señor Jesús tiene mucho consuelo para nosotros a través de esta señal.

Este hombre tenía un terrible obstáculo, que nació ciego. Nunca había visto, y no sabía lo que había que ver. Él necesitaba que todo le fuese explicado, al no tener esa facultad en sí mismo. Y Jesús dijo en contra de eso: "Esto es sólo una gran oportunidad para manifestar la gloria de Dios."

Ahora, queridos amigos, observen lo siguiente con relación al entrenamiento de los discípulos. No pasará mucho tiempo –sólo unos días– antes de que estos discípulos descubran el significado de esta señal. «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré". Y dice: "Y todos los discípulos dijeron lo mismo" (Mateo 26:35). De nuevo, "¿lo pueden hacer ustedes?". ¿Y usted? Pongamos eso a prueba; y usted sabe lo que sucedió cuando se aplicó la prueba. Esos dos pobres discípulos en el camino de Emaús nos dan una idea muy buena de su desilusión. Todo se había ido para ellos, y todo lo que pudieron decir fue: "Nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel" (Lucas 24:21), en el sentido de decir: "Todas nuestras esperanzas se han ido". ¡Oh, estos discípulos tenían una imagen muy triste. Y ellos tenían que descubrir su incapacidad; tenían que ser llevados allí. Es necesario que hicieran el descubrimiento de que la capacidad no estaba en ellos en absoluto, pero ese descubrimiento fue el motivo de la gloria subsiguiente. Hemos visto el tremendo cambio en esos hombres en el día de Pentecostés. La gloria simplemente acababa de descender sobre todas sus deficiencias, y los cubrió. La vida del Señor Jesús había proporcionado nuevas capacidades. Esta vida poderosa en Cristo había tomado posesión de ellos por el Espíritu Santo, y ellos pasaron a ser hombres que podían hacer lo que nunca habían podido hacer antes. Toda la ceguera espiritual de estos tres años había desaparecido. Eran hombres con sus ojos espirituales abiertos. Lea lo que de ellos se dice en el día de Pentecostés: "Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once" (Hechos 2:14). Yo no sé si todos los once estuvieran hablando al mismo tiempo. Si no, Pedro estaba hablando por todos ellos. Y aquel fue un discurso de revelación maravillosa. Ahora estaban viendo lo que nunca antes habían visto con relación al Señor Jesús.

Hace muchos años hice un análisis de este discurso de Pedro, sólo para ver cuántos temas había abordado. Si usted hace eso, se sorprenderá por el gran número de temas incluidos en ese sermón. De hecho, sus ojos habían sido abiertos. No sólo los discípulos estaban viendo, sino que fueron capaces de hacer lo que nunca habían podido hacer antes, y la vida del Señor Jesús había llevado a cabo esto.

Este es el tipo de entrenamiento que los discípulos necesitan. Los discípulos de Cristo son así, pero no los discípulos de Moisés. Éstos están bajo la ley, y siempre tienen que decir “no puedo”. Los verdaderos discípulos de Cristo pueden decir: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). Es el poder de Su vida en nuestro interior, y significa que tenemos dones y habilidades que nunca tendríamos por naturaleza. Este es el comienzo del Evangelio. No quiero que nadie piense que esto es algo avanzado en la vida cristiana. Es el comienzo mismo de todo. La comisión para el apóstol Pablo fue en estos términos. El Señor le dijo: "A quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz" (Hechos 26:17,18). Este es el principio del Evangelio, y esta señal debería haber sido cumplida en nosotros desde el principio de nuestra vida cristiana. La primera cosa que un verdadero cristiano y el discípulo debe ser capaz de decir es: Yo era ciego, pero ahora veo. El Señor me ha abierto los ojos espirituales, y ha sido eliminada mi incapacidad física”.

Pero si bien es el comienzo, es sólo el comienzo. Todos han observado la característica progresiva en el caso de este hombre. Ellos le preguntaron: "¿Cómo te fueron abiertos los ojos?" En el versículo 11 dice: "Aquel hombre que se llama Jesús". Ese es un principio muy simple y elemental. Más tarde, dijeron: «¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?” En el versículo 17 dice: "Que es profeta". Esto significa mucho más que “un hombre”. Pero al final, cuando Jesús se reunió con él –o lo diría de otra manera, porque esto es lo que realmente significa– sabiendo Jesús que le habían echado fuera, le fue a buscar y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo de Dios?"; respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús le respondió: "Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Le él dijo: Creo, Señor; y le adoró”. Adorarlo como Dios es mucho más que llamarlo sólo un hombre.

Ya lo puedes ver, todo esto está en la señal, está en el significado de las cosas. Esta vida que recibimos en Cristo tiene un principio simple, pero es una vida progresiva, y el carácter progresivo de esa vida es un descubrimiento más completo y más plena del Señor Jesús. Es en nosotros ese "creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3:18). Destacamos las palabras como esta, y las sacamos de su contexto. Por supuesto, es muy cierto, pero ¿de dónde vienen las palabras? ¡Oh!, Pedro nos ha dicho: "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos" (1 Pedro 1:3) .¿Cómo vamos a crecer en la gracia y en el conocimiento? Por el poder de la vida de resurrección en nosotros. Esta vida es una vida de progreso espiritual.

Ahora tenemos que volver a donde empezamos. ¿Ha reconocido una cosa que es tan importante? Hemos hablado de la gran división, de cómo las cosas se dividen en dos clases, y que la división fue debido a que un hombre había recibido la iluminación espiritual. Ese es el factor que siempre provoca el problema. Queridos amigos, podemos dividir a los cristianos profesos en dos clases. Una clase puede creer que todas las Escrituras son inspiradas por Dios, ellos pueden creer que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios; ellos pueden creer en la divinidad de Cristo y en todos los fundamentos de la religión cristiana, y aun así pueden ser personas sin revelación espiritual; aún pueden ser personas no espirituales. ¿Es eso cierto? Sí, esta división era muy diferente a la de entre creyentes y no creyentes. Y si el Señor realmente le abre los ojos a alguien y le da revelación espiritual, esta persona tendrá problemas, y sus problemas van a venir del mundo religioso.

Bueno, he aquí los judíos ortodoxos. Ellos creían en la Biblia y en todo lo que la Biblia enseña en la medida en lo que se refiere a las palabras. Sin embargo, cuando un hombre en medio de ellos recibió visión espiritual, ellos lo expulsaron. La revelación espiritual siempre provoca hostilidad; la tradición nunca lo hace. La religión ortodoxa no causa problemas, pero si usted es un hombre o una mujer que vive en el poder de la vida de resurrección, con los ojos bien abiertos, se enfrentará con problemas, y, como he dicho, eso traerá problemas provenientes de la gente religiosa.

¿Qué vas a hacer al respecto? Bueno, ya hemos señalado que muchos de los discípulos del Señor dijeron: "Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?" Y "Muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él" (Juan 6:60, 66). Es como si hubiesen dicho: “Esta forma de iluminación espiritual es muy difícil. No estamos dispuestos a pagar el precio por ello. No estamos caminando de esa manera”.

Y así el Señor se cierne sobre una sola cosa, y los verdaderos discípulos son aquellos que realmente han tenido sus ojos abiertos. El Señor nos convierta en verdaderos discípulos.

Es un camino costoso, y que realmente provoca una gran oposición, pero es algo muy precioso haber tenido los ojos abiertos, sencillamente para que puedas ver; porque el Señor nos ha hecho ver. Aquellos que han contado más para el Señor han sido hombres y mujeres que han venido a ver con ojos espirituales.

Así que aquí, en la formación de los discípulos está la señal de los ojos abiertos. Que seamos capaces de aprender el significado de esta señal.

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