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El Testimonio del Señor y la Necesidad del Mundo

por T. Austin-Sparks

Capítulo 1 - La Necesidad del Mundo: Vida

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo” (Ro. 1:1- 6).

Con lo que dice respecto a la (verdadera) necesidad del mundo, todo puede ser resumido en una palabra: vida. No importando por cuál ángulo lo analicemos, siempre llegaremos a constatar que esa es la necesidad.

Tenemos evidencias que sustentan ese hecho en todos los sentidos, y podemos reunirlas en algunas formas específicas de expresión de esa necesidad.

Comencemos por al ámbito más amplio. Evidenciamos la necesidad del mundo en los dominios de la impiedad. No necesitamos detenernos mucho en esa esfera, pero es muy patente cómo lo que presenta el mundo fuera de Cristo, de una forma nueva, con una intensidad también nueva, su anhelo de vida, su necesidad de vida. Ese mundo posee sus propias ideas con relación a la forma cómo debe ser encarada tal necesidad, y su búsqueda por vida toma una forma peculiar, la forma característica de la ceguera, de las tinieblas y de la ignorancia del mundo. Entonces, es evidente que el mundo procura vida. No queremos decir con eso que esté buscando la vida en Dios. No queremos decir con eso que el mundo esté buscando de aquello que entendemos por vida, esto es, una vida divina, espiritual y eterna, sino de aquello de lo que llaman “vida”. Vida es lo que el mundo desea.

Pasando de ese reino más exterior, de la multitud de hombres y mujeres impíos, a círculos más interiores, testificamos la necesidad que está claramente sustentada (tal vez, nuevamente en ignorancia) por aquello que podemos llamar como “la iglesia normal”. En cuanto a la distancia a que la “iglesia” nominal y secular está situada de la real naturaleza de su necesidad, tal vez no seamos capaces de juzgar, pero esa “iglesia” proporciona una verdadera y auténtica evidencia de consciencia de su necesidad; y, por los medios que emplea y métodos que adopta, que la vida es del que la anhela. El propio hecho de estar entrando tan duramente en competición con el mundo en lo que dice respecto de los placeres, diversiones, celebraciones y muchas otras formas de ocupación, es, por un lado, una prueba de su consciencia respecto de la falta de algo que satisface y, por otro lado, revela que solamente lo que puede ser llamado “vida” justificará su existencia. Tal vez, a pesar de estar inconscientes de la suma de las implicaciones de sus caminos, deja claro que la necesidad es de vida, y que solamente vida la satisfará. Se podría decir que estar sin esas cosas que ella adopta, es estar muerto; y en ese reino –un reino absolutamente superficial–, frecuentemente oímos a personas hablar de una “comunidad religiosa avivada”, porque posee muchas de las actividades que la caracterizan como tal. Ellos afirman: “¡Eso es una iglesia avivada!” Y cuando preguntamos: “¿Qué quieren ustedes decir con estar avivada? ¿Cuáles son las características de esa vida?”, la respuesta es la siguiente: “Es por varias razones; es avivada porque tiene un grupo animado y una buena programación de conciertos, además de muchas otras cosas”. ¡Eso es lo que significa ser avivado! Entonces, la búsqueda de la iglesia es por vida, aunque de modo ciego y confuso, pues todo eso revela que solamente la vida puede justificar su existencia, y solamente ella, la vida, corresponderá a su necesidad.

Avanzando, tal vez, un poco más hacia la esfera interior, verificamos un gran número de movimientos religiosos cuestio- nables y confusos, con su extraordinario alcance, cosas sobre las cuales debemos tener serias dudas, y en las cuales nunca deberíamos depositar la total confianza de nuestro corazón. Los vemos como movimientos religiosos, con un evangelio aparte, en un estadio mayor o menor, barriendo la tierra, atrayendo y llevando multitudes consigo, arrastrando a millares tras de sí, y preguntamos: “¿Cuál es el secreto del éxito de esas cosas?” No es necesario que investiguemos mucho para descubrir que hay serias dudas con relación a la sanidad de su posición y de sus doctrinas. Hay serias carencias en algunos, y serios énfasis en otros. ¿Cuál es el secreto de ese éxito de barrida, y por qué muchos son capturados y arrastrados por ella? La respuesta es que estas cosas tienen cierta semejanza de vida; ellas son la compensación ante un estado de muerte espiritual religiosa. Ellas están en contraste con lo que es meramente tradicional e histórico, que se formó estando moribundo. Es eso lo que, denominado “vida” por aquellos que llevan consigo a tantas personas, da a ellos el éxito. Cuando se considera la panorámi- ca de la visión divina y espiritual acerca del éxito, y la aplicamos al ámbito de esos muy exitosos movimientos cristianos, se evidencia el hecho de que, al final, lo que el mundo necesita en todos los aspectos es vida.

Hay una esfera aun más íntima, en la cual encontramos el testimonio de los hijos del Señor que están espiritualmente hambrientos. No debemos sobreestimar eso; no debemos ser llevados a imaginar que las cosas están mejores en ese aspecto de lo que realmente están, pues sólo se puede probar con exactitud que las personas están espiritualmente hambrientas examinándose sobre cuánto estén preparadas para sacrificarse a fin de saciar su hambre, y sobre cuánto están preparadas para sufrir y soportar. Pero, a pesar de que igualmente se examine este grupo, indudablemente por todo el mundo hay hambre entre los hijos del Señor, que se está revelando, y no es difícil percibir. En casi todos los lugares, existen aquellos que están completamente desilusionados con lo que hay de disponible en términos de vida y alimento espiritual, y la pregunta que ha sido hecho en todas las direcciones es: “¿Dónde podemos obtener sustento espiritual?” El crecimiento y el tremendo desarrollo del movimiento de convenciones entre los propios hijos del Señor, es una luz lateral; el hecho es que si cualquier siervo o siervos de Dios tuvieren realmente alguna provisión espiritual para dar, los hambrientos siempre encontrarán a aquellos que están listos para hacerlo, y habrá continuamente una puerta abierta para tal ministerio. Eso, con tantos otros síntomas e indicaciones, es una evidencia del hecho de la existencia, en todas las esferas, de una profunda y fuerte necesidad de vida, de aquello que es activo.

Esa es la situación general en lo que concierne a la necesi- dad del mundo. Todo está resumido en una sola palabra: vida.

¿Qué Entendemos por Vida?

Pero debemos analizar y definir esa palabra. Si preguntáse- mos a cualquier persona lo que entiende por “vida”, creo que descubriríamos, queriendo utilizar o no las mismas palabras, que el pensamiento sobre el asunto y la búsqueda del corazón pueden ser expresados básicamente en tres palabras:

1. Realidad. Comúnmente se entiende por realidad la experiencia viva de aquello que se quiere decir y de lo que se desea, en contraposición a una teoría, a una doctrina, a un credo, a una forma; es aquello que viene de lo más íntimo del ser como una realidad viva. Probablemente, la palabra “expe- riencia”, por sí sola, sería más utilizada que cualquiera otra, pero todas siempre tendrían el sentido de “realidad”. Para las personas, vida significa lo que es real, en contraposición a aquello que es solamente teórico, abstracto, un mero enunciado de palabras.

2. Poder. La segunda palabra que más aparecería en una búsqueda sobre lo que se entiende por vida sería “poder”. Utilizamos bastante el término “dinámico”. Eso es vida, no meramente como algo activo en oposición a algo inactivo, sino que es vida que implica poder, que es capaz de realizar lo que quiere que sea; es estar en una situación de capacidad, por poseer el recurso de la energía, de la vitalidad, de la eficiencia. Todo eso está implícito en la palabra “poder”.

3.Abundancia. En tercer lugar, en la definición de “vida”, sin duda alguna seríamos llevados a entender que su significado es “abundancia”. Otro término que podría ser utilizado es “satisfacción”, pero percibiéndose que el hombre no es fácilmente satisfecho, sería necesaria una abundancia inmensa para él llegar a una real satisfacción. Luego, esa “abundancia” es una característica de la “vida”.

Eso resume la necesidad del mundo: por un lado, es la vida, que significa realidad, la cual es inherente a la experiencia de vida, que indica poder, dinamismo, fuerza, capacidad, recursos para realizar, para alcanzar, para llegar a, para ser eficiente, en oposición a ser débil, derrotado, fracasado, incapaz de alcanzar un objetivo, y, por otro lado, es la comprensión de que hay un reino donde la necesidad más profunda es satisfecha, y por eso no es necesario buscar en otro lugar la respuesta a esa necesi- dad. Esa, pues, es la necesidad del mundo.

Estamos directamente ligados a la necesidad del mundo y al testimonio del Señor; así, debemos buscar en el propio testimonio del Señor la respuesta a la necesidad del mundo. Tratamos acerca del mundo en todos los puntos, y el testimonio del Señor, por consiguiente, trata acerca del mundo en todos los puntos. No vamos a detenernos en el primer mundo menciona- do, el mundo de los impíos, ni nos ocuparemos mucho del segundo, el mundo de la iglesia nominal y secular. Debemos estar más inclinados, de inmediato, a los otros dos, más especialmente al cuarto mundo mencionado, que es el de la necesidad espiritual del pueblo del Señor; pero podremos discutir sobre el reino de la cuestionable y confusa actividad cristiana.

La Respuesta del Testimonio del Señor: Resurrección

El testimonio del Señor es la respuesta a la necesidad en todos los aspectos, y tal como toda la necesidad està resumida en la palabra “vida”, la respuesta, representada por el testimonio del Señor, está resumida en la palabra “resurrección”. Una lectura muy superficial del Nuevo Testamento ya nos permite ver con claridad que “resurrección” es la palabra clave para la fe cristiana del Nuevo Testamento. Si usted aún no ha examinado, por ejemplo, el libro de los Hechos, señalando toda aparición de la palabra “resurrección”, y observando su contexto, usted ha dejado de hacer uno de los estudios más provechosos, útiles e importantes de este libro. Esa es la palabra clave para la fe cristiana del Nuevo Testamento.

La palabra “resurrección” también debe ser definida, así como definimos la palabra “vida”, y en este caso miramos al Nuevo Testamento, a fin de definirla con sus términos apropiados. “Resurrección”, como lo define el Nuevo Testamento, posee cuatro aspectos principales:

1. Primeramente implica una posición enteramente nueva para el hombre. Analicemos el peso y la fuerza total de cada una de esas palabras: Una posición enteramente nueva para el hombre. Por tanto, “resurrección” significa que ya no queda nada de lo antiguo, y que ahora todo es nuevo. Significa que el hombre está en una posición que jamás antes había ocupado, y que en nuestra nueva posición, nada de lo que ahora obtiene, antes lo podía obtener. Una de las cosas más importantes que todo el pueblo del Señor debe entender es que la resurrección en unión con Cristo significa que todo lo que se refiere a la posición debe ser perfecto y absolutamente nuevo.

2. En segundo lugar, la resurrección proclama que el mensaje básico de la fe cristiana es la cruz, pues no puede haber nada de nuevo en este camino hasta que todo lo que fuere antiguo sea lanzado fuera. A fin de asegurar que todo ahora es nuevo, el Señor, en forma definitiva, hace la separación entre lo nuevo y lo viejo; por tanto, la cruz es básica para la resurrección, porque la resurrección no incluye solamente el reino donde tiene lugar la muerte. Es inútil, es insensato hablar sobre resurrección con Cristo sin reconocer que eso presupone muerte con Cristo, y que la resurrección del Señor Jesús, a fin de tener un valor espiritual en nosotros, demanda que su muerte también haya tenido un efecto espiritual en nosotros.

El testimonio del Señor está en la resurrección, lo que implica una posición totalmente nueva para el hombre, y más que eso, un abandono completo de la antigua posición, con todo lo que está relacionado con ella.

3. En tercer lugar, en el aspecto positivo resurrección significa un poder plenamente nuevo en el hombre. Ese poder no es algo del hombre, de ninguna manera. La vida y la obra en resurrección en unión con Cristo se basa en el poder que viene únicamente de Dios, y ni siquiera un poco del hombre. Es aquí donde se encuentra la lamentable falla en la comprensión, pues el hombre no puede hacer cosa alguna, el hombre es irrelevan- te, el hombre no puede proporcionar una base de poder para la consumación de lo que existe en la esfera de la resurrección del Señor Jesús. Todo lo que hay en ese reino es de aquella naturaleza que ningún poder humano puede alcanzar, ni en la vida ni en el servicio. ¿No es extraño que, a pesar de ser tan claro, y a pesar del poder generalmente aceptado, toda la historia de la iglesia y la historia de la mayoría de los cristianos contradicen eso, pues la iglesia y multitudes de creyentes han procurado vivir como cristianos y hacer el trabajo del Señor con sus propias energías? Vea la enorme cantidad de energía humana que es utilizada en la actividad cristiana y sumada al cumplimiento de los fines cristianos. En casi su totalidad, lo que es llamado “cristianismo organizado”, se basa en los proyectos del hombre y en el desarrollo de sus planes, programas, esquemas, empresas y propósitos; utilizando los recursos de la mente y del cerebro, de la voluntad, de lo que es material, de interés, de entusiasmo humano para alcanzar aquellos objetivos; pero después de tantos siglos, concluimos que, a pesar del enorme desarrollo y esfuerzo, lo que se ve no es proporcional a lo que debía ser, esto es, se quedó corto en el proceso de consumación con relación al comienzo de la era cristiana.

Vea el poder de realización en aquellos primeros años. Vea cómo caían las cosas ante el testimonio del Señor al comienzo. Vea cómo toda fuerza que se oponía a ese testimonio, no soportaba y se rendía. Vea cómo hasta los poderosos imperios, que colocaban todos los recursos para apagar ese testimonio, ellos mismos fueron los derrumbados, mientras que el testimo- nio avanzaba. Y vea la capacidad de las fuerzas del mundo para resistir a ese testimonio hoy, para ponerse contra él, ¡para derribarlo! (Tal vez estemos errados en llamarlo “el testimonio”; realmente deberíamos llamarlo “cristianismo organizado”). ¿Qué significa eso? La respuesta está en la resurrección en unión con Cristo, pues en ella el poder es enteramente otro con relación a aquel del hombre. Es un poder completamente nuevo, todo de Dios, al cual el hombre ha de rendirse en lugar de retarlo o intentar usarlo.

4. En cuarto lugar, con la resurrección es establecido un conocimiento completamente nuevo. Eso es lo que es llamado “revelación”. Para aquellos que están verdaderamente en un camino espiritual y de vida, en el terreno de la resurrección hay un nuevo conocimiento que pertenece al carácter de la revelación divina por el Espíritu Santo. En otras palabras, es una enseñanza sobre el Señor Jesús realizada por el Espíritu Santo directamente al corazón del que cree. Eso, discordando íntegramente de que se acepte una historia cristiana, una tradición cristiana, una doctrina cristiana o un credo cristiano –lo que ha sido comúnmente aceptado como la interpretación de la fe cristiana a través de los siglos–, es lo que viene directamente al creyente como resultado del trabajo del Espíritu Santo en revelar a Cristo en el corazón. Esa revelación no es aparte de la Palabra, de las Escrituras, sino que es a través de las Escrituras; no es solamente comprender la letra de las Escrituras y conocer lo que hay en la Biblia, como se hace para conocer lo que hay en cualquier otro libro (incluso que se pueda considerar a la Biblia diferente y superior a todos los otros libros), sino que es como una iluminación a través de las Escrituras, a fin de que el contenido espiritual sea manifestado, no de una sola vez, sino amplia y progresivamente a través de las experiencias. Son necesarias las pruebas, las adversidades, las situaciones de perplejidad; de ese modo es pavimentado el camino para una revelación de Cristo para aquella necesidad particular. Una revelación viva, activa y práctica de Cristo al corazón por el Espíritu Santo, es una apertura del gran reino de la realidad espiritual y eterna, reunida en la persona de Cristo. La resurrección denota ese tipo de conocimiento interior.

Necesitamos añadir algo más. Resurrección significa una plenitud enteramente nueva. Es decir que resurrección indica lo ilimitado; es moverse en un reino sin fronteras. Una experiencia viva y espiritual nos trae esa consciencia, de tal modo que no importa cuánto tiempo hayamos caminado con el Señor, o cuánto nos haya enseñado el Señor, o, incluso, cuán abundante pueda ser nuestra comprensión respecto del Señor; adquirimos la consciencia de que estamos apenas en el comienzo del camino. Es la entrada en un mundo sin límites, y hay infinita- mente más para ser conocido de lo que ya se ha conocido o se conoce. Pero el corazón está sosegado, satisfecho en Cristo.

La resurrección trae la consciencia de que estamos en un lugar de plenitud, pero esa plenitud va tan lejos, que sabemos perfectamente bien que es posible avanzar siempre. Es algo muy bendecido y que debe ser ministrado en ese reino. La pregunta de muchos en el ministerio es la siguiente: “¿Seré capaz de perseverar? Puedo agotar todos los textos de la Biblia, y, entonces, ¿qué acontecerá?” Parece que las multitudes de predicadores ya han examinado todos los textos de la Biblia, y ¡y se han ido a sus propios textos! Es de resurrección que se tiene necesidad- ella trae consigo ese reino de una nueva posición, de un nuevo poder, de una nueva energía, de una nueva plenitud por medio de la cruz. Ese es el testimonio del Señor para la necesidad del mundo.

Reuniendo todo lo que he dicho, y colocándolo en otras palabras, tenemos lo siguiente: La necesidad que es suplida en el testimonio del Señor, es, en primer lugar,

Un Conocimiento Experimental del Significado de la Cruz

Esa afirmación es más desafiante de lo que puede parecer- nos en el primer momento. Analizamos todas las esferas donde encontramos muerte espiritual o, como colocamos, necesidad de vida –lo que indica que hay muerte en mayor o menor grado– , y preguntamos, con relación a cada una de aquellas direcciones donde hay muerte: “¿Cuál es la causa de la muerte? ¿Cuál será el camino de la vida?” Concluimos, entonces, que la causa de la muerte es la ignorancia o el rechazo del significado de la cruz, hecho que posee una implicación interior. En muchas esferas, ese significado de la cruz no es conocido. Es una revelación completamente nueva. Todo lo que se sabe respecto de la cruz es aquel trabajo objetivo, grande y glorioso, que es, sin embargo, solamente de lo que Cristo hizo por nosotros por medio de la cruz; y hay poco o ningún conocimiento del inmenso alcance de aquel otro aspecto importante y esencial de la cruz: lo que Cristo hizo por nosotros nos debe traer beneficio. Esto es, si Él murió por nosotros, el efecto de su muerte debe estar registrado en nosotros, y hemos de morir con Él. Y nuestra muerte con Cristo no es solamente la muerte del pecado, sino la muerte del hombre natural. El hombre natural realmente puede ser muy bueno, de acuerdo con los patrones de este mundo, pero en la muerte con Cristo él habrá muerto con toda su bondad, tanto como con toda su maldad.

Eso es aceptado, podemos decir, en la esfera intermediaria de los que creen en eso como una doctrina, una verdad, que, sin embargo, no van más allá de eso. En otra esfera eso es rechazado, y lo que es llamado aspecto subjetivo de la cruz es rehusado. Encontraremos, en todas esas esferas, una carencia de vida espiritual. Puede haber mucha verdad, mucha doctrina, aquello que es llamado “luz”. Puede haber una buena tradición y la historia de un pasado poderoso, pero lo que se encuentra allí ahora es la muerte, una seria limitación de la vida espiritual; y se puede concluir, a la luz de eso, y de manera básica, que el significado completo de la cruz en una forma espiritual, no se puede obtener en otra parte. Luego, la cruz en su plenitud es la gran necesidad, y la cruz debe ser mostrada nuevamente al mundo, representada y expresada en la vida de los que pertenecen al pueblo del Señor.

En segundo lugar, anuncia que:

El Poder de su Resurrección ha de ser Manifestado Nuevamente en el Mundo

Lo que anula el poder de Dios, neutraliza su expresión, opera contra su ejercicio y oscurece su manifestación es el hombre no crucificado. Si deseamos conocer el poder de Dios claramente activo, el hombre natural paralizado, débil, endurecido y no crucificado, debe ser retirado del camino. Si Pablo fue un ejemplo del poder de Dios trabajando a través de un hombre, entonces, él también es un ejemplo claro de cómo aquello que es natural y actúa en su propia energía y sabiduría fue dejado de lado, para que ese hombre fuese conducido hacia abajo, a una posición bastante inferior y de total dependencia de Dios, no sólo espiritual sino también física, por toda la vida. Dice Pablo: “8Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. 9Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (1 Co. 1:8-9).

Y, en tercer lugar, la necesidad del mundo saciada por el testimonio del Señor implica

Una Revelación Viva de Cristo por el Espíritu Santo

No debemos predicar y enseñar sobre Cristo, sin tener una revelación de Cristo por el Espíritu Santo. Eso resume lo que hemos dicho.

Para enfrentar la necesidad debe haber instrumentos. Debe existir instrumentos individuales así como colectivos, aunque sean pequeños. Debe haber ministerios en los cuales todos esos hechos presentados sean verdad, y en los cuales la cruz se haya convertido en algo muy real con relación a abandonar todo lo que es natural del hombre, y en quien el poder de la resurrección de Cristo sea el poder en ejercicio, el poder que es de Dios y no del hombre, en el cual hay una viva comprensión de Cristo por la revelación e iluminación del Espíritu Santo.

La necesidad del mundo, en todas las esferas, ¿es de vida? La respuesta del Nuevo Testamento es: “Sí”; pero la resurrec- ción es esa vida de la que se tiene necesidad. Resurrección significa, antes que todo, un lugar de muerte para que entonces pueda haber resurrección. Esa es la cruz en toda su plenitud. Debe haber el trabajo de aquel poder divino que es todo de Dios y no de nosotros mismos. Ese poder debe obtener instrumentos y reinar en ellos. No debe haber doctrina; eso no debe ser enseñado como tal; no debe haber lo que es llamado “luz”; sino que debe haber revelación por el Espíritu Santo a través de la Palabra, a fin de que haya una creciente comprensión, la cual debe ser expresada, exhibida y mantenida en los vasos individuales y colectivos, y en los ministerios.

Esa es una visión general de la situación. Hay una gran cantidad de elementos reunidos en la médula del asunto, aunque no tenemos tiempo para enumerarlos. Pero siendo esa la necesidad, vemos en qué dirección es necesaria la oración. Estamos siendo nuevamente llevados a buscar al Señor con un propósito real de corazón, tanto para nosotros mismos como para su testimonio en las naciones de la tierra. Él traerá esas cosas otra vez a un lugar real, en el verdadero significado de la cruz, donde el hombre cesa su labor y se somete por entero al trabajo del Señor de la manera correcta, es decir, cuando el hombre cesa y da lugar a lo que es de Dios, de ese modo, donde eso fuere hecho, por medio de una definitiva experiencia de la cruz, inicial y continuamente, el Señor hará algo nuevo. En resumen, el Señor tendrá crucificados completamente a sus instrumentos, sus hijos, hombres y mujeres, los cuales estarán viviendo en Su poder, que es el poder de la resurrección, viviendo bajo un cielo abierto, con el Espíritu Santo revelando a Cristo al corazón. Esta es la dirección que debe tomar la oración: ¡que Él levante un ministerio así!

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