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Madurez Espiritual

por T. Austin-Sparks

Capítulo 4 - El Incentivo para la Madurez

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro. 8:19,29).

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Co. 3:1-3).

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Co. 3:18).

“pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gá. 3:26).

“Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza” (Gá. 4:6,19).

Ya hemos señalado cuánto hay de énfasis y urgencia en el Nuevo Testamento respecto del pleno crecimiento espiritual. De hecho, más del noventa por ciento del Nuevo Testamento se dirige a los creyentes en cuanto a este mismo propósito. Cada carta de Pablo es un fuerte impulso en esa dirección, y fue escrita específicamente para el incremento de Cristo en los creyentes, para que ellos pudiesen llegar al pleno desarrollo, a la estatura de la plenitud de Cristo.

Hemos observado que esto no es sólo cierto en un sentido general, sino que cada carta del apóstol trata del tema del crecimiento espiritual a partir de un punto de vista diferente, o tiene un aspecto particular de este asunto a tratar, que, por supuesto, tiene su ocasión en la situación existente en los diferentes lugares a los cuales fueron enviadas las cartas.

Entonces comenzamos a considerar las cartas de Pablo en sus incidencias sobre este asunto, y llegamos al final de la segunda carta a los Corintios. Si el Señor lo permite, estaremos revisando con actualidad este asunto, cuando abordemos la carta a los Gálatas; sin embargo, queremos decir una primera palabra sobre la urgencia de este asunto.

¿Por qué es tan vital la madurez?

Esto no requiere argumentos y evidencias que sean producidas para convencerte de que este es un asunto de gran importancia desde el punto de vista del Señor. Es casi imposible leer el Nuevo Testamento y no lograr ver que es para este propósito que el Señor está por Su Palabra y el Espíritu instando a todos los creyentes de todos los tiempos, haciendo perfectamente manifiesto que el pensamiento del Señor no es sólo la salvación de los hombres del pecado y del juicio. El mayor énfasis con el Señor es que son salvos, en lugar de qué se salvan. Este es el propósito divino que siempre está dominando, y el llamado por Su gracia es conforme con Su propósito: "conforme al propósito eterno". Debemos recordar que la salvación, de principio a fin, en cada punto, está relacionada con el propósito divino, va hacia un fin, es con algo a la vista, y a fin de alcanzar esto que está a la vista en el propósito divino es necesario un avanzar con Dios en una medida espiritual completa.

Es necesario que se diga de nuevo, que tener personas plenamente crecidas espiritualmente no es un fin en sí mismo. El fin a la vista es que tales personas puedan estar preparadas y capacitadas para el propósito para el cual Dios las ha llamado. Ningún mero niño espiritual, que está fuera de su tiempo, cuando su infancia ya debería haber cesado, puede entrar en el propósito divino, y esa es la razón por la cual existe este gran énfasis puesto en la tragedia de la inmadurez cuando debería ser de otra manera, y sobre la necesidad de la madurez. Es algo como un gemido que el apóstol escribe estas palabras a los corintios: "Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo". Ahora, es del todo correcto hablar a los niños, cuando por el tiempo son justamente eso, niños, pero cuando ya es tiempo de que ellos hayan dejado de ser niños, es una cosa terrible tener que continuar hablándoles como tales.

Así que debemos ver cuál es el propósito de Dios a través de la madurez, antes de que podamos sentir el peso real y reconocer la real importancia del crecimiento espiritual. ¿Cuál es el propósito de Dios? ¿Cuál es el propósito eterno al que estamos llamados por su gracia, en Cristo Jesús? Hay varias palabras en el Nuevo Testamento que son muy completas, y muy significativas. Está la palabra "adopción", una palabra muy mal entendida por nosotros, porque significa algo totalmente diferente en nuestro idioma occidental de aquello que significa en el Nuevo Testamento. Hay otra palabra, "hijos", y, nuevamente, otra palabra, "herencia". Si observas esas palabras encontrarás que siempre están relacionadas con algo en particular. Están relacionadas con una posición en los siglos venideros, y esa posición es definitivamente declarada como el dominio sobre la tierra habitada del mundo venidero. Esto rige todo el pensamiento de Dios.

Tú recordarás que en el segundo capítulo de la carta a los Hebreos, esto es clara y definitivamente declarado: "5Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; 6pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? 7Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos”. El mundo venidero será sometido al hombre, y es este hombre concreto el que es objeto de Dios en esta dispensación específica. Es el hombre corporativo en Cristo, la Iglesia que es su Cuerpo, conformado a la imagen del Hijo de Dios, de los cuales Él es el primogénito, como el primogénito entre muchos hermanos. Por lo tanto, la carta a los Hebreos continúa diciendo que trayendo muchos hijos a la gloria, el Autor de la salvación de ellos fue hecho perfecto a través de los sufrimientos.

Gálatas y el día de la Adopción

Esto nos trae directo a esta carta a los Gálatas. En el curso de esta carta tú notarás que el apóstol Pablo se enfoca sobre Abraham, y ocupa todo con relación a Abraham, y al hacerlo amplia enormemente hacia atrás nuestro horizonte. Para empezar, él se libera de toda una dispensación, la dispensación judía, que se dio entre Abraham y Cristo. Él salta justo sobre ella, la empuja hacia un lado, y vuelve a meterse en lo universal. Él dice, en efecto: "Eso fue una cosa meramente local, algo meramente temporal. Vino, sirvió a un propósito, y ahora ya fue cumplido. Ahora volvamos con Abraham, y tomemos las cosas ahí. Ahí es donde todo empezó, y venimos con Abraham". "Sabed, por tanto", concluye, "que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham" (Gá. 3:7).

Tú sabrás que hay una gran similitud entre esta carta a los Gálatas y la carta a los Romanos. El tema es casi idéntico, el objetivo es el mismo. La carta a los Romanos es un más completo tratado (si se puede llamar así) sobre el tema de la ley y la gracia. La carta a los Gálatas es un arrebato apasionado de justa indignación. El espíritu del apóstol está inflamado por los atropellos en contra de la obra de Dios que se están perpetrando, a lo que nos referiremos más adelante. El objeto es el mismo, y si vas de nuevo al cuarto capítulo de los Romanos tendrás esta sorprendente palabra: "Fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo" (v.13). Tú no encuentras tal cosa registrada en el Antiguo Testamento . Nada en el Antiguo Testamento dice que Dios hizo promesa alguna a Abraham en el sentido de que debía ser el heredero del mundo. Es allí donde el apóstol toma las cosas con Abraham. Pablo, en su carta a los Gálatas, se ocupa de todo a lo largo de la línea de filiación, adopción, herederos de la promesa hecha a Abraham. Esa es la herencia. Cuando hayas comprendido esto, y reconocido lo que significa esto, entonces vas a tocar el ardiente corazón del apóstol. No podemos entrar en esta carta a menos que comprendamos y reconozcamos el enorme fondo de la misma. En una palabra, lo que se nos presenta es lo siguiente: Dios le hizo una promesa a Abraham que debía ser el heredero del mundo. Respecto de eso se nos dice que Abraham buscaba una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios, y encontramos a Abraham rechazando todas las ciudades de este mundo, eligiendo a vivir en tiendas con Isaac y Jacob, que eran también los herederos de la promesa; repudiando a este mundo y sus ciudades, porque él buscaba una ciudad cuyo arquitecto y constructor era Dios, con la promesa de que él debía ser el heredero del mundo.

Ahora nos fijamos en el argumento del apóstol en la carta a los Gálatas. ¿Quién es un judío? No es aquel que lo es naturalmente. Judío es aquel que está ligado con la simiente de Abraham por la fe. "No dice: Y a las simientes", dice el apóstol, "sino... a tu simiente, la cual es Cristo". La simiente de Abraham es Cristo. La fe en Jesucristo nos constituye (nos convierte en) la simiente de Abraham. Una de las últimas cláusulas de esta carta a los Gálatas se refiere al Israel de Dios, y que nos conduce en torno a la Jerusalén actual, la que está abajo, es decir, bajo el régimen de servidumbre con sus hijos, y la Jerusalén de arriba, la libre, que es la madre de todos nosotros (cfr. Gá. 4:25,26). Él buscó una ciudad. Somos la simiente de Abraham por la fe en Jesucristo, con relación a una ciudad, y esta ciudad gobernará al mundo. Al final de la Palabra de Dios, deja perfectamente claro que la ciudad celestial, la nueva Jerusalén, es la iglesia, y en esta dispensación toda la iglesia es el objetivo sobre el que está inclinado el corazón de Dios, con el fin de que pueda gobernar la tierra habitada en los siglos venideros. Ese es el propósito. Este gobierno requiere de un crecimiento espiritual pleno, y debido a la grandeza, la seriedad y la importancia del propósito eterno de Dios en cuanto al gobierno de este mundo, si de corazón tú entrares en esto con Dios, tú también te habrás de convertir en un ser enardecido al igual que el apóstol, cuando tú descubras que hay cosas que se están trabajando de forma insidiosa contra el propósito de Dios en los santos, para frustrar el pleno crecimiento espiritual. Procura obtener el rango, la importancia de eso, y luego se dirigirá a tu corazón. Todo lo que es colocado en contra del propósito de Dios debe provocar indignación, con un estricto celo, pues este asunto es muy importante. Es nuestra lealtad a Dios. Es nuestra unidad de corazón con el propósito de Dios.

Dios tiene un propósito precioso concerniente a Su Hijo. En Su infinita gracia, Él nos ha llamado de acuerdo a ese propósito. El hecho de lo que somos, como esto irrumpe sobre nosotros de manera continua, es quizá lo que más nos desanima para creer en una cosa como esta, y sin embargo es cierto que tú y yo, a pesar de lo que somos, a pesar de nuestra absoluta insignificancia –¡ah, más que eso, a pesar de todo la enemistad que hay en nosotros en contra de Dios por naturaleza, todo lo que es absolutamente contrario a la naturaleza de Dios, toda la rebelión contra Dios por naturaleza, de la que somos tan capaces en virtud de la provocación–, somos, por la gracia infinita de Dios, que viene a nosotros en Cristo Jesús, llamados a gobernar la tierra habitada en los siglos venideros, para Dios, con Dios, en Su Hijo. Este es el propósito. Eso es lo que Dios está buscando en esta dispensación, ese instrumento, este vaso para el gobierno del mundo venidero.

Cuando tú y yo reconocemos lo que es la gracia de Dios, la gracia, que encuentra un camino para nuestro perdón, y para nuestra liberación del juicio, y gracia sobre gracia, siempre creciendo, hasta colocarnos en el trono con Él mismo, de conformidad con la palabra que dice: "... se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono"; tal gracia viniendo a morar en nuestros corazones, seguramente nos haría sumamente celosos de lo de Dios y profundamente fieles a Él. Sin duda, si hemos creído en esta gracia nuestra actitud sería: "¡Oh, si algo se atreve a tocar el propósito de Dios, el interés de Dios, aquello que es lo más preciado de todo al corazón de Dios, por mi parte, yo no me iré a asociar ni a comprometer con esto, y mostraré que estoy absolutamente con Dios". Esta seguramente debe ser nuestra reacción para con la gracia de Dios. Fue porque el apóstol Pablo tenía un profundo, profundo sentido de la gracia de Dios en el propósito eterno, llamándolo, es por eso que tú te encuentras con tan ardiente celo, por lo que se agitaba tan poderosamente, al extremo, cuando surgía algo que interfiriera con el propósito de Dios.

Eso explica la carta a los Gálatas. Escuche sus palabras en el primer capítulo. No hay ningún compromiso respecto de esto: "Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema" (Gá 1:9). Ese es un lenguaje muy directo. Sea anatema. ¿Por qué? Debido a que está interfiriendo con el propósito de Dios, cuando procura subvertir a los santos, cuando interfiere con el progreso hasta el pleno crecimiento.

La Adopción es Futura

Filiación, adopción, es algo que está en el futuro. La adopción aún no ha tenido lugar. Somos hijos de Dios, tenemos el Espíritu de filiación, sin embargo la adopción aún no ha acontecido, eso está por venir. La apalabra “adopción” nos ayudaría más si fuese traducida literalmente, pues en el Nuevo Testamento comporta un significado diferente de aquel que obtiene entre nosotros hoy. La palabra simplemente significa reconocer como hijos, posicionar como hijos. Se refiere más bien al elemento oficial que al elemento de parentesco. Eso ocurre sólo cinco veces en el Nuevo Testamento, y todas las veces aparece en las cartas de Pablo, y cada aparición es muy interesante y útil.

Así que esto está por delante, y es a esto a lo que el apóstol se refiere en su carta a los Romanos: "Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios" (Ro. 8:19). Esto está en el futuro, y este es el día cuando el gobierno del mundo venidero será incorporado y entregado en las manos los santos, los conformados a la imagen de Su Hijo, los de madurez espiritual en la iglesia.

Ahora lo puedes ver, estoy un poco más seguro de la importancia, y de por qué se le es dado un lugar de importancia a este asunto del pleno crecimiento. Es en la madurez que la herencia es poseída, que tendrá lugar el posicionamiento de los hijos, que se da la sujeción del mundo venidero. De ahí la necesidad de pasar al pleno crecimiento. El gobierno es importante para Dios, y es el total significado de la gracia en los santos. De ahí, pues, nuestro mayor énfasis en esta importancia.

Una Retrospectiva de las Cartas a los Romanos y Corintios

Hemos dicho que estas cartas del apóstol Pablo, cada una de ellas, están dedicadas a tratar algún aspecto de la madurez espiritual, u ocupándose de la cuestión a partir de los respectivos puntos de vista. La carta a los Romanos, como ya lo hemos señalado, representa la obra por la cual se lleva a cabo el parentesco con el Señor conforme a Su propósito eterno. El propósito está comprometido justo desde el comienzo a una perspectiva, a la manifestación de los hijos de Dios conforme a la imagen de Su Hijo. Ese es el propósito. Entonces todo es tratado con el fin de que se produzca un parentesco, para que Dios pueda comenzar Su propósito y proceder a su realización. Así, en la carta a los Romanos tienes una revelación de la actitud de Dios con relación a los hombres por naturaleza. Es considerada toda la raza humana, y el veredicto es: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios", y por lo tanto se encuentran bajo el juicio y la muerte. "No hay justo, ni aun uno". Gentiles y judíos, todos están en la misma posición ante Dios. Es un hecho sorprendente, sin embargo, clara y positivamente señalado; irreligiosos y religiosos; y los que estaban por fuera y aquellos que estaban asociados con los oráculos de Dios. La diferencia natural que los oráculos de Dios se ve que han hecho es que han demostrado cuán impotente es el hombre, y cuán profundamente pecador es por naturaleza. La ley entró, y, lejos de salvar al hombre, sólo acentuó la condición natural de la debilidad y pecaminosidad humana, y puso de manifiesto cuán imposible es para el hombre levantarse y cumplir los requisitos de Dios. De modo que universalmente es probado que el hombre, por naturaleza, está sin esperanza, es inútil e impotente, y está bajo el pecado, la condenación, el juicio y la muerte.

Entonces, la cruz del Señor Jesús es presentada como el lugar donde el veredicto de Dios con relación al hombre universalmente fue colocado en efecto en la persona representativa del Señor Jesús, que fue hecho pecado en nuestro lugar. La raza pasó por el juicio real de Dios en la cruz, y cuando Cristo murió, desde el punto de vista de Dios, la raza murió bajo el juicio.

Entonces vino la resurrección del Señor Jesús, como señalando un nuevo comienzo de Dios, una nueva relación, donde el pecado ha sido destruido en el juicio, y ahora, en el campo del pecado que ha sido destruido y eliminado, hay una nueva relación con Dios en Cristo resucitado, relación en la que es dado el Espíritu Santo, el Espíritu de la nueva creación.

Una nueva vida es dada –"... la ley del Espíritu de vida en Cristo..."–, y luego, en esa nueva relación, el propósito es iniciado por el Espíritu que mora en nosotros. El objetivo es la conformidad a la imagen de Su Hijo. El llamamiento es para que los creyentes puedan aprehender esta posición de la unión con Cristo en la muerte, sepultura y resurrección, y por la fe ocupar su lugar correspondiente. Esto se convierte en el fundamento del propósito de Dios. Sin esto Dios no puede ni siquiera intentar un comienzo.

Este es el resumen de la carta a los Romanos. Nuestra posición por la fe debe corresponder a Jesucristo crucificado, muerto, sepultado, resucitado y recibiendo el Espíritu Santo, el Espíritu de filiación, a fin de ser conducidos al propósito de Dios.

La primera carta a los Corintios nos lleva un paso más allá de eso, y nos muestra el tipo de persona que se moverá en el propósito de Dios, hacia el propósito de Dios, y lo que es necesario en los creyentes a fin de que pueda venir en torno al crecimiento espiritual. La palabra clave en Romanos es “en Cristo”. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8:1). Esta es la relación de parentesco. La palabra clave de la primera carta a los Corintios es: "El que es espiritual ...". La totalidad de esta primera carta tiene que ver con la espiritualidad en hombres y en cosas. La primera carta a los Corintios, entonces, tiene que ver totalmen- te con el obrar y el hablar de una persona espiritual, es decir, cómo es el actuar de una persona espiritual, o, por el contrario, cómo no debe actuar y hablar una persona espiritual. Toda la carta, capítulo tras capítulo, coloca la carnalidad muy en contra de la espiritualidad, y dice: "Ahora bien, esta es la carnalidad, y esto bloquea el camino al propósito de Dios, y es la causa de la atadura a lo espiritual". Es necesario que un hombre sea espiritual en la realidad más profunda de su ser, que piense espiritualmente, y que esta mente espiritual, la mente de Cristo, pueda regirlo en todo sentido.

Una señal de la carnalidad de los corintios era sus divisiones, sus preferencias naturales, sus gustos y disgustos entre la gente. Pablo dice, en efecto: "Si vosotros fuerais espirituales, no habría nada de eso. Si vosotros quisierais ir a un pleno crecimiento, entonces tendrías que libraros de todo eso". Así tú vas a través de toda la carta, y descubres que el dedo de la luz del Espíritu está mostrando a través del apóstol punto tras punto, revelando la carnalidad, y cómo funciona para detener lo espiritual. Se les considera estar llenos de contradicciones, y llenos de negaciones, y llenos de limitaciones. El que es espiritual no es así. La espiritualidad es esencial para el pleno crecimiento.

En la segunda carta a los Corintios, la palabra clave es "el rostro de Jesucristo". Por inferencia, somos llevados de regreso a la primera creación. "Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz (el primer acto de la creación), es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo". ¿Cuál es el objetivo de la creación? Jesucristo es el objeto de la creación. A través de Él, y en Él, y por Él fueron creadas todas las cosas. Pero ese objetivo no fue realizado en la primera creación, y aunque la luz viniese primero, la oscuridad pronto siguió a la desobediencia del hombre, y así, el propósito de Dios en la faz de Cristo no fue reconocido; estaba excluido.

Ahora bien, Dios comienza su nueva creación: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es". ¿Qué es lo primero que gobierna la nueva creación? "Dios, ...es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo". Esta es la clave de todo. ¿Cómo vamos a alcanzar el propósito de Dios, el objetivo de Dios? ¿Cómo lograremos crecer en la gracia? Por la continua revelación de Dios en Cristo en nuestros corazones. Esto tiene que continuar, y así la Palabra nos conduce a lo siguiente: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta (la palabra indica una actividad continua, manteniendo la mirada, la fijación de los ojos) como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". Estamos llegando al objetivo de Dios, la imagen de su Hijo, por la acción que mantiene el Espíritu Santo en nuestros corazones de una revelación cada vez mayor del Señor Jesús.

Tenemos el propósito de Dios colocado delante de nosotros; sabemos lo que es el llamado, entendemos por qué se nos insta a estar firmes y diligentes ante nuestro llamado y nuestra segura elección. Sabemos que, si bien no podemos caer de la salvación (la salvación es un regalo eterno de Dios), sí podemos perder la herencia. Sabemos que podemos perder el pleno propósito de Dios si no proseguimos. De lo contrario, ¿por qué esta urgencia? Nosotros recibimos la salvación por la gracia, y estoy seguro de que será la gracia de Dios que nos llevará al pleno propósito; porque ¿quién de nosotros podría conseguir esto, a no ser por la gracia de Dios? Sin embargo, para la herencia de la adopción como hijos, para llegar al gobierno del mundo venidero, tiene que haber una actitud de presión sobre el crecimiento pleno, para que no desistamos del llamado. Es el fracaso en reconocer esto que ha llevado a muchas personas a la niebla, y a una perplejidad, y, pienso yo, a una falsa enseñanza con relación a ciertas cosas en el Nuevo Testamento. Es la herencia que gobierna. Hasta que seamos realmente gobernados por el pleno propósito de Dios, no podremos comprender gran parte del Nuevo Testamento. En el propósito de Dios, somos "predestinados para la adopción de hijos por medio de Jesucristo", el reconocimiento como hijos para propósitos gubernamentales en los siglos venideros.

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