Extractos des mensajes de T. Austin-Sparks
"Lo mejor que yo puedo esperar es que esto abra una ventana,
y que según usted mire a través de ella vea una sola cosa:¡Cuán superior es Jesucristo de todo lo demás!"
- T. Austin-Sparks
6 MARZO
“Cristo verdaderamente nos ha librado. Ahora asegúrense de permanecer libres, y no atarse otra vez en la esclavitud de la ley.” (Gálatas 5:1 NVI)
El legalismo siempre crucifica a Cristo de nuevo, porque el legalismo siempre elimina la palabra más grande en el cristianismo. La palabra sobre la puerta, en el cristianismo verdadero, es “GRACIA”. El legalismo siempre borra “Gracia”, y pone en su lugar “LEY”. Gracia es la palabra principal en el vocabulario de los cristianos. ¿Se dan cuenta de que cuando el legalismo alcanza su máxima expresión, siempre pone el crucifijo, en lugar de la tumba vacía? El símbolo del cristianismo es la tumba vacía. Esa es “la Vida de entre los muertos”. El símbolo del legalismo es el crucifijo, “un Cristo muerto”. El legalismo siempre trae muerte, y lo más importante de Cristo es la resurrección. Es la Vida de entre los muertos. Eso fue lo que Pablo vio cuando a Dios le plació revelar a Su Hijo en él. Y dijo, “Déjame salir de todo este sistema legalista. Jesús de Nazaret, que fue crucificado, está vivo. Él se ha revelado vivo en mi corazón.”
Si realmente vemos al Señor Jesús, nosotros seremos emancipados. Algunos de nosotros hemos tenido esa experiencia. Estábamos en el sistema legal, nuestro horizonte era ese sistema. Entonces llegó el día cuando el Señor abrió nuestros ojos para que viéramos realmente el significado de Cristo. Y ese sistema completo se desvaneció siendo una total tontería. No, este no es ahora nuestro negocio, por decirlo así. Las palabras “debe” y “tú serás”, no pertenecen a este reino. Eso pertenece al viejo reino legal. El “debe” se convierte en algo espiritual, no en algo legal. Podríamos decir de Pablo, que había un poderoso “deber” en su espíritu. “He visto al Señor, y veo cada vez más lo que el Señor es, y esto está creando en mí este gran imperativo. “Una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento.” Así que no digamos, “Cambie su sistema.” Más bien digamos, “Pídale al Señor que revele a Su Hijo en usted.” Entonces la gran obra de emancipación va a comenzar.
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