1 JUNIO
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios 4:6)
Nosotros nos mantenemos firmes por revelación. “Dios quien resplandeció en nuestros corazones para darnos la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo”. “Dios...me llamó a través de la gracia para revelar a Su Hijo en mí”. ¿Cómo vamos a mantenernos firmes, para ser establecidos? ¿Cómo va a ser puesta en nosotros esa resistencia? Al conocer al Señor Jesús en esta forma interna, por revelación. Las personas que están firmes son aquellas en quienes estas cosas han llegado a ser una revelación viva.
“Dios ha resplandecido en nuestros corazones”; este es un lado. El otro es, “...atribulados...en apuros...perseguidos...derribados, pero no destruidos”. (2 Corintios 4:6-10) Nosotros somos atribulados, presionados... ¿para qué? “...para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos mortales”. ¿No es eso resistencia? Atribulados en todo, mas no angustiados. “...en angustia tú me hiciste ensanchar” (Salmos 4:1). Dios angustió para el ensanchamiento.
Derribar, y sin embargo, un maravilloso levantar. ¿Por qué? ¿Cómo? Porque es “Dios el que ha resplandecido en nuestros corazones...en la faz de Jesucristo”. Por lo tanto, podemos avanzar y sobrevivir. Nada nos puede llevar a través de…, sino la revelación del Señor Jesús por el Espíritu Santo en nuestros corazones. Un conocimiento interno de Él, no el asentimiento mental a un credo o a una doctrina; sino a una realidad viva y vital en nuestro mismo ser.
Por T. Austin-Sparks. Título original:
The Cross and the City of God – Capítulo 4