Ventanas Abiertas

1 JULIO

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“Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los Muertos.” (2 Corintios 1:9)

Nosotros no somos capaces de resucitarnos a nosotros mismos más de lo que podemos crucificarnos a nosotros mismos, pero debemos reconocer que los tratos del Señor con nosotros son con eso en perspectiva. Para exhibir el poder de Su resurrección, muy a menudo Él tendrá que tomar una actitud hacia nosotros de dejar que las cosas lleguen más allá de todo poder humano de remediar o salvar, de permitir que las cosas vayan más allá de cualquier otro poder en el universo que pueda hacer algo para salvar la situación. Él permitirá la muerte, la desintegración para trabajar, para que nada en el universo sirva de algo, excepto el poder de Su resurrección.

Llegaremos al lugar donde Abraham llegó, quien se convirtió en el gran tipo de la fe, que fue lo que lo llevó justo a la resurrección. “...contempló su propio cuerpo que ya estaba como muerto” (Romanos 4:19 NBLH). Esa es la frase usada por el apóstol acerca de Abraham, “estaba como muerto”. Pablo entró en eso: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. Cualquier otra cosa que los hombres sean capaces de hacer en el ámbito de la creación, parará en seco cuando la muerte ya haya tomado lugar, no podrán hacer más. La resurrección es un acto de Dios, de Dios solamente. Los hombres pueden hacer muchas cosas cuando tienen vida, pero cuando no hay vida, sólo Dios puede hacer algo. Dios permitirá que Su iglesia y sus miembros muchas veces entren en situaciones que están totalmente fuera de ayuda humana, para mostrarse, dar una demostración de Sí mismo, en donde ningún hombre tiene lugar para la gloria.

Por T. Austin-Sparks. Título original: Bethany – The Lord’s Thought for His Assembly