18 AGOSTO
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.” (Filipenses 3:3)
El hecho es este, que lo que Dios busca no es hacer cosas para usted ni para mí, no es comunicarnos cosas, no es enseñarnos cosas, sino llevarnos a una comprensión fresca de Dios en Cristo. Todo el asunto es un asunto divinamente personal. Es la realización de la Persona que va a resultar, en primer lugar, principalmente y para siempre, no en hacer cosas, no en actividades, no en el gozo de la verdad, sino en la adoración. La adoración es el primer, continuo y final factor, en el conocimiento de Dios en Cristo, y es fundamental para todo lo demás en nuestra relación con Él. La verdadera adoración solo procede del corazón revelado de Él mismo.
Tome su Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, y especialmente los cuarenta días después de la resurrección, y vea si eso no es cierto. No era porque Él hizo o dijo ciertas cosas que ellos adoraban, sino porque Lo descubrieron en una forma en que nunca Lo había conocido antes. Los tratos de Dios con nosotros se rigen por este supremo objetivo: que Él pueda darse a conocer a Sí mismo en Cristo, pero esto viene por la iluminación, y esa iluminación es por el toque de Cristo.
Por T. Austin-Sparks. Título original:
Knowing God in Christ – Capítulo 1