Ventanas Abiertas

20 AGOSTO

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“Usted debe tener la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque Él era Dios, Él no pensaba en ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. En su lugar, Él dio sus privilegios divinos, Él tomó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano.” (Filipenses 2:5-7 NVI)

Tenemos que hacer una distinción muy amplia entre hacer un montón de cosas, como pensamos "para el Señor", corriendo por ahí, ocupados, organizando, ejecutando, hablando, predicando, teniendo reuniones, clases y todo eso, llamándolo "servicio cristiano". Tenemos que trazar una línea muy amplia de diferencia entre todo eso, y el servicio real al Señor. El servicio real al Señor es la emancipación de las personas de este mundo para Él, y la formación de las personas conforme a Cristo para una vocación celestial, y una vocación celestial ahora, no para después.

Usted puede probar su servicio por la medida de la emancipación de las personas que están bajo sus manos, y la medida de la formación de Cristo que está desarrollándose. Estas son las cosas que componen el servicio. Y entonces descubrirá que, mientras la otra línea de cosas con todo el movimiento y la actividad, y el trabajo de febril excitación, no requiere de mucha paciencia. No requiere de un auténtico auto despojarse, no, no requiere de una gran cantidad de mansedumbre; más bien creo que ministra lo contrario. Nos hace engreídos, orgullosos, autosuficiente, agresivos, celosos de nuestra posición y de nuestro ministerio, y resentidos si se nos manipula. Sí, el trabajo cristiano hace todo esto con muchos. El verdadero servicio puede ser probado por estas cosas, y el verdadero siervo puede ser probado por la medida de las virtudes de Cristo: absolutamente desinteresado y auto-vaciado.

Por T. Austin-Sparks. Título original: The Cross and the Way of Life – Capítulo 7