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El Camino del Crecimiento

por T. Austin-Sparks

Capítulo 3 - Sujeción a Cristo como Cabeza

"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad" (Col. 2:9-10).

"Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia" (Col. 1:18)

“Y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios" (Col. 2:19).

"Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos" (Col. 3:11).

LA PREEMINENCIA ABSOLUTA DE CRISTO

El capítulo 1 de Colosenses es la mayor y la más magnífica afirmación en la Biblia respecto del Señor Jesús, y, en una palabra, el versículo 18 resume todo en Cristo. Es un maravilloso acto de quitar las cortinas para ver el lugar que Cristo ocupa con relación a todas las cosas; y, naturalmente, este es el punto de vista del cual todo tiene que ser visto con relación al Señor Jesús –Su relación con todas las cosas; y lo que el apóstol está procurando dejar bien claro, debido a aquello que se había levantado para originar esta carta, es que Cristo de ninguna manera es el segundo en el universo de Dios. Él no viene en un grado ligeramente debajo del lugar de absoluta preeminencia, aunque fuera muy grande la posición reconocida a Él por aquellos contra quien el apóstol estaba escribiendo. Ellos estaban muy bien preparados para decir cosas maravillosas y grandes acerca de Jesús, y para conferir a Él un lugar muy elevado; sin embargo, aquel lugar era menos que la absoluta preeminencia. De modo que el apóstol escribió esta carta con el objetivo principal de revelar y declarar que el Señor Jesús es Supremo. Usted observa que los pasajes de arriba hacen referencia a Su preeminencia, y esta preeminencia es vista en varios contextos como completa. No hay dos cabezas, o tres cabezas en el Dios del universo; sólo es posible una cabeza, y Cristo ocupa esta posición en cada aspecto. Así, es afirmado aquí –"para que en todo Él tuviese la preeminencia". Usted no puede tener menos que esto. Cuando usted dice "todo", esto es final. Él es la cabeza de todas las cosas.

NUESTRA POSICIÓN EN ESA PREEMINENCIA

El capítulo 2 nos trae primeramente a nuestra posición en esa preeminencia. Los verso 9 y 10 son declaraciones de nuestra posición. "En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10y vosotros estáis completos en él". Ahora, esto es una plenitud posicional. Esto sólo significa que, por estar en Cristo, nosotros hemos llegado al lugar de plenitud, y fuimos hechos para permanecer en Cristo; estamos posicionados en Él.

NUESTRO PROGRESO EN LA POSICIÓN

Sin embargo, cuando usted pasa al verso 19 del capítulo 2, es una cuestión de progreso, adelanto en la posición y en razón de esa relación. "Y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios". “Estáis perfectos en Èl", sin embargo en Él usted tiene que crecer. Esto no es una contradicción. Usted está perfecto por causa de su posición, sin embargo creciendo en esa plenitud por causa de su progreso espiritual. El progreso es una cuestión de apropiarse de todo aquello que está en su posición.

Vemos en Colosenses la correspondencia entre esta carta y el libro de Josué. Cuando el pueblo llegó a la tierra, ellos estaban en la tierra que manaba leche y miel, y ellos estaban en un lugar donde habitaba toda plenitud, y sin embargo, ellos tenían que hacer algo acerca de aquello; y así, descubrimos que era una cuestión de que tomaran posesión de la herencia, avanzando en plenitud hacia aquello que ellos ya habían sido colocados posicionalmente; y esto es exactamente lo que tenemos aquí. "Crecer con el progreso de Dios" es una cuestión de avanzar para apropiarse de aquella posición, de aplicar y hacer nuestra la plenitud que heredamos en Cristo; o, para colocar esto más próximo a la figura del Cuerpo y de la Cabeza aquí en esta carta, es retener todo de la Cabeza.

Ahora, la tentación que estaba siendo presentada a esos creyentes colosenses era echar mano de Cristo como Supremo, y el apóstol dejó perfectamente claro que al echar mano de la posición suprema de Cristo era echar mano de la plenitud, y que ellos tenían que retener firme no sólo al Cristo personal –todas esas personas estaban preparadas para retener firme a Cristo, no dejándolo escapar–, sino también a Él como Cabeza, y así habiendo reconocido que todo viene del liderazgo de Cristo, solamente así ellos llegarían experimentalmente a Su plenitud.

LA APLICACIÓN PRÁCTICA DEL SEÑORÍO DE CRISTO

Esta es apenas una declaración, sin embargo, lo que ella significa es mostrado en el capítulo 3. "1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria".

Esta es la aplicación práctica del señorío. "Moristeis". Es necesario colocar a Cristo en su lugar. "Fuisteis resucitados juntamente con Cristo"; no separados de Él; no dejando algún espacio para el gobierno propio, para la dirección propia, para la auto- suficiencia, o sea, que esa expresión pueda ser real. "Moristeis"; tu propio señorío sobre tu vida murió contigo. Todos los otros gobiernos de tu vida murieron cuando tú moriste. Tú moriste para cualesquiera otras autoridades, para cualquier otro gobernante; para cualquier otro tipo de dirección, de gobierno, de señorío en principio; tú moriste para todo, excepto para el señorío de Cristo; y en la resurrección, tú resucitaste con Cristo. "Juntamente con Cristo"; y ahora, en la resurrección, es Cristo quién es la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia.

Mientras esto tiene una aplicación personal e individual, es la Iglesia que está a la vista nuevamente. Este cuerpo electo de personas llamado Iglesia, murió para todos los muchos gobiernos, de la misma forma como Israel fue colocado aparte y sepultado en Babilonia. Fue la crucifixión, muerte y sepultura de Israel, cuando aconteció el cautiverio. Ellos fueron enviados afuera del lugar de la bendición de la Alianza, el lugar donde el Señor estaba, el lugar de la herencia, el lugar donde todo había sido suministrado para su existencia. Ellos fueron sacados de allí, y por eso murieron y fueron sepultados, simplemente porque siguieron otras cabezas. La idolatría fue la causa; esto significó que otro liderazgo, aquel de Satanás, por medio de los dioses de las naciones, había tomado el lugar de Dios, y Dios no iba a tolerar ningún otro liderazgo, de cualquiera otro tipo. Así, Él aniquiló esa situación y los enterró en Babilonia, y, cuando hubo un levantamiento de aquella sepultura de un grupo que había regresado, esto se dio bajo el absoluto gobierno del Señor, y solamente eso. Este es el principio. Era un mover corporativo, una resurrección corporativa, y en sujeción a sólo una cabeza. A partir de aquel momento, dejando lo que Israel se había convertido en otro tiempo, aunque hubieran fallado, la idolatría nunca más fue encontrada entre ellos. Israel fue curado de la idolatría; es decir, de otra cabeza. Usted percibe el principio.

Ahora, aquí está la Iglesia, el pueblo elegido, que murió y fue sepultado para todos los otros gobiernos; y estar en la Iglesia resucitada implica en eso mismo, que no es algo opcional absolutamente. No es una opción –que nos guste o no–, es algo establecido; usted no puede entrar verdaderamente en el significado del Cuerpo de Cristo y tener cualquier otro gobierno además del gobierno de Cristo, cualquier otro liderazgo además del liderazgo de Cristo. Esto está implícito en la resurrección. Así, “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Aquí Cristo como Cabeza está sentado a la derecha de Dios. Esto significa que Él recibió la posición de absoluta autoridad. Ya no hay nada que hacer sobre esto, nada para ser añadido. Está acabado, es final. Él está sentado en la más completa autoridad. Él está en el trono. Y esta es la posición de la Iglesia, y la Iglesia en cada aspecto tiene que ser traída a esta posición donde toda dirección, todo gobierno, todas las decisiones, son tomadas a partir de la Cabeza, todo hace referencia a la Cabeza, la vida como un todo tiene que estar sumisa a la Cabeza. No puede haber deseo propio, ni elección propia, ni dirección propia, nada que venga de otro comando. No hay división en la mente de Dios entre nuestro deseo natural y el deseo de Satanás, pues son la misma cosa. Satanás colocó su deseo en la esencia de la creación caída. Es una creación egoísta trabajando contra Dios, y esto viene del Diablo. Así, todo ahora tiene que ser transferido hacia la Cabeza, y tomado a partir de la Cabeza, para que haya cualquier crecimiento espiritual.

Es práctico. "Moristeis”. "Resucitasteis"; "Cristo, que es nuestra vida”. Esas son afirmaciones de hecho, extremas y absolutas. Por eso, "recoged las cosas de arriba"; por eso "haz morir vuestros miembros que están sobre la tierra... pues ya os despojaste del viejo hombre, y os revestisteis del nuevo”. Col. 3:5-10. Usted ve las cosas que deben ser colocadas de lado, porque usted se vistió del nuevo hombre. Es una nueva posición con un nuevo gobierno en todas las áreas, y una completa sumisión a Él en todas las cosas. Esta es la manera de progresar en la plenitud para la cual fuimos traídos posicionalmente.

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