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El Ministerio Profético

por T. Austin-Sparks

Capítulo 9 - Una Recapitulación

Vimos que en la dispensación del Antiguo Testamento el Espíritu Santo actuaba como el Espíritu de profecía, convirtiendo todo en profecía. Él hacía que todo en la economía divi- na apuntase hacia delante, e implicase algo más allá, algo que no estaba claro para aque- llos que vivían en aquellos tiempos, y que estaba estrechamente conectado a aquello que estaba siendo hecho y hablado; y esta obra integral del Espíritu Santo a través de esos tiempos estaba conduciendo hacia aquello que sería la naturaleza, el carácter y el propósi- to de esta dispensación en que vivimos. Esta dispensación está marcada por dos rasgos principales - dos aspectos de una misma cosa. Es la dispensación, en primer lugar, de Cris- to entronizado a la diestra de la Majestad en los cielos; y, en segundo lugar, es la dispen- sación del Espíritu Santo aquí dentro de la iglesia para tomar posesión de todo lo que eso significa. Aquella actividad profética era multifacética, es decir, apuntaba a varias caracte- rísticas de la era que estaba por venir, y hemos estado viendo algunas de estas caracterís- ticas en los capítulos anteriores.

Así que ahora nosotros comenzamos aquí. Hemos venido y estamos viviendo en la dispen- sación del cumplimiento espiritual de lo anunciado por los profetas; sin embargo, este cumplimiento no es meramente objetivo, como en la historia del mundo o de la Iglesia, de modo externo. Este cumplimiento es algo interior, e incluso, es algo interior con respecto a cada miembro de Cristo. Es algo que es necesario compartir a los más jóvenes. ¡Por fa- vor, no piense que esto es para cristianos de más edad o más avanzados! Es algo que tiene que ver con cada uno de nosotros por igual.

Visión Espiritual

La primera cosa con que los profetas estaban ocupados, y que tiene su cumplimiento de modo interior en los miembros de Cristo en esta dispensación, es la visión espiritual. Todo en el propósito de Dios, para su cumplimiento y para nuestra consecución de ese propósi- to, descansa primeramente en eso - que el Espíritu Santo se haya convertido para noso- tros en Espíritu de revelación, y nos haya hecho ver, en su gran entorno, aquello que Dios busca. Los detalles son llenados a medida que avanzamos.

a) La facultad de ver

Hay dos lados. En primer lugar, está la facultad de ver. Los profetas tenían mucho que de- cir al respecto. Usted sabe que, debido a ciertos prejuicios por parte de Israel, por los cua- les ellos no estaban dispuestos a ver lo que Dios quería que viesen (porque ellos tenían sus propias visiones e ideas y no estaban dispuestos para lo que Dios quería), un doble jui- cio pasó sobre ellos, y el Señor cerró sus ojos. La palabra fue dada a Isaías para este pue- blo. "Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, pa- ra que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad” (Isaías 6:9,10). Esto fue un juicio, y terrible: la propia facultad de ver espiritualmente, la facultad de visión, fue neutralizada. Fue un juicio terrible, con conse- cuencias terribles, pues, como hemos visto, la consecuencia máxima fue que ellos perdie- ron todo lo que Dios pretendía, y eso no era algo pequeño. Esto fue quitado de ellos. Fue dado a otra nación - una nación celestial. Es un terrible juicio tener la facultad de la visión espiritual anulada; y si es así, debe ser algo muy importante en el deseo, la gracia y la amorosa bondad del Señor, el que las personas puedan tener tal visión, tal capacidad de ver.

La facultad de ver es un derecho de nacimiento de todo hijo de Dios. No piense que usted necesita vivir la vida cristiana por un largo tiempo, recibir mucha enseñanza, y alcanzar una cierta posición avanzada, antes de comenzar a ver. Esto forma parte de su propio nuevo nacimiento. El Señor dijo a Nicodemo: "El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3). Implícitamente Él dice: “Cuando nazcas de arriba, verás…”. La comisión al apóstol Pablo fue: "... a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos..." (Hechos 26:17,18). La propia obra simbólica del Señor Jesús en los días de Su carne, al abrir los ojos a los ciegos, apuntaba a lo que sucedería cuando Él fuese levantado a los cie- los y el Espíritu viniese, y los hombres vieran. El ver es parte de su nuevo nacimiento. No estoy diciendo que va a ver todo de repente, que verá todo lo que ven las personas que han ido lejos con el Señor; pero a usted le fue dada la facultad de ver. ¿La está utilizando? ¿Sabía usted que esto es tan verdadero de su vida espiritual como de la física – que usted tiene ojos espirituales, y que ellos han sido abiertos? Si no es así, vaya al Señor sin rodeos, porque algo está errado.

b) El objeto visto

Y no solamente la facultad, sino el objeto de la visión: esto es una parte de la visión. Debe haber una facultad para ver antes de que pueda haber un objeto para ser visto; pero, te- niendo la facultad, usted debe tener un objeto para ver, y el objeto es - ¿qué? ¿Qué es lo que vino a la percepción, el reconocimiento del pueblo cuando vino el Espíritu Santo? ¿Qué comenzaron ellos a ver? Ellos comenzaron a ver la importancia de Jesucristo, y hay una frase muy familiar que indica lo que es esto: "el propósito eterno". Ellos son la misma cosa la importancia de Jesucristo y el eterno propósito de Dios. El propósito de Dios que viene de la eternidad tiene que ver con Su Hijo - el lugar que ocupa Su Hijo en el universo de acuerdo a Su voluntad, y el tremendo alcance de Cristo, las tremendas implicaciones del propio ser y existencia de Cristo; las tremendas consecuencias que están ligadas a Je- sucristo. Ellos no lo vieron de repente, pero comenzaron a ver al Señor Jesús. Ellos comen- zaron a ver que Él no era solo un hombre entre los hombres, no era simplemente el hom- bre de Galilea. No, Él es infinitamente más grande que eso. Este tremendo impacto del significado de Jesucristo es tan grande para sostener, tan grande que usted no logra cap- tarlo. Es abrumador y devastador. Ellos comenzaron a ver esto, esta fue su visión. A partir de esta visión sobrevino todo lo demás. Mírelos y escúchelos, reconozca qué grande y nuevo es el Cristo que ellos habían encontrado, cuán significativo es Él, cómo todo está li- gado a Él. Todo destino está centrado en Él. Él es el único importante.

Los profetas habían visto algo vagamente. Usted oirá a un profeta que dice: "Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz" (Isaías 9:6). Bien, aquel profeta había comenzado a ver algo; y hay otras cosas semejantes a esta. Es solo un comienzo, pero lo que ellos están diciendo es que esta Persona será plenamente vista. "Nosotros estamos apuntando hacia Él", dicen ellos, "esperando el día cuando Él se- rá plenamente reconocido". Y este es aquel día, nosotros estamos en el día del cumpli- miento de la visión de los profetas.

Estas no son simplemente palabras, grandes ideas. Es algo que tiene que ser verdadero de usted, aunque puede ser solo en sus inicios, que la aprehensión de Jesucristo en su cora- zón es tremenda, abrumadora. Él es su visión, y Él le ha dominado a usted en el sentido de Su grandeza. Nosotros jamás vamos a llegar a alguna parte sin visión. Nos vamos a arrui- nar si no tenemos visión, o si nuestra visión está bloqueada. Si algo interfiere en la pureza, en la plenitud de nuestra visión, vamos a empezar a andar en círculos, no sabiendo de dónde somos. La visión nos llevará adelante si se mantiene pura y completa. ¿La tiene us- ted? Cuando el Espíritu Santo vino en el día de Pentecostés, esta cosa tremenda sucedió – ellos vieron al Señor, y viéndolo, comenzaron a ser emancipados de todas las cosas que eran menos que Él. Aquellos que no veían, pues bien, ellos comenzaron a quedar atrás y perdieron importancia en el campo espiritual; o, a causa de sus prejuicios, se convirtieron en enemigos de los que veían. El ejemplo en Juan 9 se cumplió en el sentido espiritual. El Señor abrió los ojos del hombre ciego de nacimiento. ¿Y qué pasó? Los demás lo expulsa- ron. Los que vieron en el día de Pentecostés el descenso del Espíritu Santo fueron exco- mulgados por muchos de los que eran prejuiciosos. Fueron cortados. Siempre hay un pre- cio asociado al ver.

Pero este no es nuestro asunto ahora. Simplemente, lo que el Señor nos ha dicho, en pri- mer lugar, es que Él desea tener, y debe tener – y por lo tanto Él puede tener – en esta dispensación un pueblo con los ojos abiertos, un pueblo que vea, que tenga esta facultad en ellos mismos.

c) La visión es para que sea personal y creciente en todo creyente

Ahora, la diferencia entre las dispensaciones es solamente esto. En la antigua dispensa- ción todo tenía que ser hablado al pueblo. Ellos tenían que obtenerlo de segunda mano, a partir de otra persona; nunca era de ellos mismos, nunca era original. En la nueva dispen- sación del Espíritu Santo, la cosa estaba dentro de ellos mismos; la raíz de la cuestión es- taba dentro de ellos. Sin embargo, el cristianismo se ha convertido en gran parte en un sistema que ha vuelto al nivel de la antigua dispensación. Es decir, muchos cristianos tie- nen sus vidas basadas en discursos, en sermones, en reuniones, y necesitan que las cosas les sean dichas por otras personas. ¿Cuántos cristianos encuentra usted hoy que están dis- frutando realmente de una revelación palpitante, vívida y personal de Jesucristo? Yo no creo que esta sea una pregunta inadecuada. La gran necesidad de nuestros días es que el pueblo de Dios sea re-establecido en la base sobre la cual la Iglesia fue fundada en el prin- cipio, una base del Espíritu Santo; y el comienzo exacto de esta base es - no mucha infor- mación dada a los cristianos, sino que los cristianos deberían tener la capacidad de vista espiritual dentro de ellos, deberían tener la capacidad de ver, y deberían ver. ¿Puede us- ted decir: "Mis ojos están abiertos, puedo ver el eterno propósito de Dios, estoy viendo la importancia de Cristo; estoy viendo cada vez más acerca del Señor Jesús?”. A menos que sea de esta forma, vamos a dejar al Espíritu Santo atrás, y tendremos que dar la vuelta pa- ra encontrarlo donde Él fue dejado, porque una vida en el Espíritu Santo es una vida de vi- sión creciente y continúa. La visión es absolutamente esencial, tanto como la facultad y como el objeto.

La Instrumentalidad de la Cruz

a) Muerte La remoción de aquello que es del hombre

Todavía recapitulando, continuamos viendo que, a fin de guardar la facultad viva y el cre- cimiento de la visión, el Espíritu Santo tiene un instrumento. Él siempre trabaja por medio de un instrumento, y ese instrumento es la Cruz; es decir, el principio de la Cruz del Señor Jesús.

Esto significa, por un lado, la remoción de todo lo que no puede entrar en el nuevo Reino; deshacerse de aquello que, a los ojos de Dios, está muerto y necesita ser colocado a un lado es decir, la suma total de la vida del yo. Llámela con otros nombres, si usted quiere - la carne, la vida natural, el viejo Adán, etc. Yo prefiero esta designación - el principio del yo, porque es muy amplio: sea el principio de la vida del yo actuando hacia el exterior, en la seguridad en sí mismo, en la imposición, donde el yo sea el impacto; o sea actuando ha- cia el interior, diseñándose a sí mismo. ¡Oh, cuántos aspectos hay de la vida del yo en am- bas direcciones! Nosotros podemos conocer algunas de las más obvias, ¿pero estamos aprendiendo cuán profundamente arraigada, con un sinnúmero de filamentos, es la vida del yo? Nosotros nunca alcanzamos su fin. Extiende sus tentáculos por toda nuestra cons- titución. "Yo", de alguna manera, fuerte o débil. Es tan malo si es débil o si es fuerte. La autocompasión es solo una manera de llamar la atención sobre nosotros mismos y que- darnos ocupados con nosotros mismos, y es tan perniciosa como la autoafirmación. Es el yo, en todo caso; pertenece a la misma raíz, procede de la misma fuente. Todo procede de aquella vida falsa del que dijo: "Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, le- vantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré… sobre las alturas de las nu- bes subiré, y seré semejante al Altísimo" (Isaías 14:13,14), "yo"- "yo" – “yo"-. Realmente, no podemos agotar las formas de esta vida del yo.

Ahora, por tener ella muchos lados y una raíz tan profunda y de tan largo alcance, el Se- ñor no puede tratar con ella vigorosamente de una sola vez. Él trató con ella de una vez por todas potencialmente en la Cruz de Su Hijo. Pero ahora la aplicación de esto debe con- tinuar. Usted y yo debemos conocer continuamente la aplicación del principio de la Cruz a las diversas formas de la vida del yo. Tenemos que aprender tanto la necesidad como la manera en que ella pueda ser golpeada, asolada, debilitada, y traída bajo la mano de Dios, y este es el significado de "discípulo", este es el significado de capacitación. Es en este lado de las cosas que el Espíritu Santo está constantemente tomando precauciones contra la vida del yo. Incluso en el caso de un bien avanzado y crucificado apóstol, es necesario, ante los grandes depósitos divinos, que Dios tome precauciones y coloque un aguijón en su carne y le dé un mensajero de Satanás para que lo abofetee, para que él no se exalte (2 Corintios 12:7). Esto es algo muy práctico. El Espíritu Santo usa el principio y la ley de la Cruz repetidamente y cada vez más profundamente a fin de librarse de la basura – aquello que ocupa el terreno que debe ser ocupado por el propio Señor. Tiene que haber mucha limpieza en el terreno a fin de edificar dentro de él un nuevo reino espiritual.

b) Resurrección – La Expresión del Señor mismo

Por otro lado, la cosa correspondiente es el poder de Su resurrección, que nunca se podrá conocer si no conocemos el poder de Su cruz; y es conociéndole a Él y el poder de Su resu- rrección que se encuentra nuestra educación en el lado positivo. ¡Oh, para conocerle a Él, y el poder de Su resurrección! Es una cosa maravillosa cuando usted y yo somos traídos al lugar donde, del lado natural - y no fingidamente, sino completamente – somos compeli- dos a reconocer la horrorosa y terrible realidad: "Este es el fin de todo. Yo que he hablado tanto, que he predicado tanto, que he enseñado tanto, que he hecho tanto -. Yo llegué al fin.” Es la sentencia de muerte, ya no es posible más, y es terrible y severamente real. ¡Y entonces, Dios nos levanta de la muerte! Usted continúa, y hay algo más del Señor de lo que había antes. Es algo grande ver cómo Dios levanta de la muerte una y otra vez. La misma persona está viva de nuevo, y allí hay más de lo que jamás hubo antes, porque hu- bo un vacío mayor que el que jamás hubiera antes. Es una posición muy segura desde la perspectiva del Señor.

¿Qué estamos nosotros aprendiendo, cuál es el significado de ese camino, qué es lo que estamos heredando a través de tales experiencias? Solo esto estamos conociendo al Se- ñor, eso es todo. Estamos conociendo esto: que todo es del Señor, y todo lo que no es de Él no es nada, absolutamente. Debe ser del Señor, o no habrá ninguna posibilidad más, ninguna esperanza. Nosotros somos los más dispuestos a decir: "Si depende de mí, no es posible nada más”, y entonces, el Señor actúa. Usted ve lo que Él está haciendo por el lado de la muerte de la Cruz. Él está limpiando el terreno para Sí mismo, y, luego, Él ocupa el terreno; Él está edificándose a Sí mismo como el Señor resucitado en el terreno que fue purificado de la vida vieja. El Espíritu Santo usa la Cruz para mantener el camino abierto, para mantener la visión clara y creciente.

Una Nueva Libertad

Más atrás hemos hablado que cuando cambió la dispensación en el día de Pentecostés, a partir de ese momento hubo una maravillosa emancipación para la libertad. En la antigua dispensación todo el orden era de esclavitud, de servidumbre; las personas estaban en la camisa de fuerza de un sistema religioso. En la nueva dispensación, la camisa de fuerza fue quitada. No hay nada que sugiera una camisa de fuerza en el libro de los Hechos. Las per- sonas están fuera, son libres. Todavía habrá algunas cosas para ser removidas, como los vestigios de tradición de Pedro ante el llamado de la casa de Cornelio, etc. Pero en lo prin- cipal ellos están fuera, son libres, y es el Espíritu Santo quien lo hace posible y exige que sea preservado.

El Señor quiere y necesita de un pueblo así hoy, tal como entonces. En primer lugar, un pueblo de visión y, luego, en segundo lugar, un pueblo completamente crucificado, dando al Señor total alcance para Su propósito - un pueblo que, en sí mismo, haya sido removido del camino (trayecto) del Señor. (Que es el significado del libro de los Hechos - que las personas estén fuera del trayecto del Señor y Él pueda moverse libremente). Entonces, el Espíritu Santo, que ha efectuado esta liberación, exige que sea preservada. Dijimos ante- riormente que la tendencia constante y persistente del hombre y el esfuerzo del enemigo es el de traer nuevamente el yugo de esclavitud, encarcelando al Espíritu Santo en algún juego, un sistema cristalizado de cosas - un sistema de Iglesia, un sistema eclesiástico, un orden religioso artificial, una formalidad, una organización, y todo ese tipo de cosas que tan a menudo comienzan con una idea divina, y luego terminan cargando contra esa idea divina y haciendo que ella les sirva, en vez de que todo sirva a ella.

Este es el peligro, y el Espíritu Santo no tendrá nada de eso. Él solo puede ir tan lejos como la libertad que tenga para ir. Él requiere que quedemos fuera de su camino; Él exige sus propios derechos como el espíritu de libertad. Él no estará limitado por nada. Si tratamos de restringirlo, poniéndole cadenas, vamos a perder Sus valores. Él requiere que nosotros jamás nos permitamos a nosotros mismos ser llevados hacia cualquier forma fija, estan- camiento o límite de cualquier especie; que seamos un pueblo de Dios libre. Esto no es li- cencia. Esto no le da al individuo el derecho para ser autónomo, ni tampoco significa que podemos ir y hacer todo lo que nuestro impulso sugiera, y de forma independiente chas- quear nuestros dedos ante toda autoridad espiritual. Nunca significó eso. Pero sí significa que el Señor nunca permitirá que cristalicemos Sus cosas y las coloquemos en una caja y digamos: 'Este es el límite". Él exige de nosotros que podamos estar siempre preparados para recibir y responder a una nueva luz. Si Su nueva luz requiere que hagamos nuevos ajustes - ajustes revolucionarios algunas veces - debemos ser tan libres en el Señor que podamos hacerlos. Es muy necesario que podamos estar de esa manera, como pueblo li- bre del Señor. Es algo muy bendito tener la extensión del universo para moverse.

Santidad, el carácter de la Nueva Dispensación

Ahora nuestro siguiente punto fue que toda la naturaleza de las cosas, que la característi- ca de la dispensación del Espíritu Santo y que todos los movimientos del Espíritu, es la santidad - que todo interiormente pueda corresponder a lo exterior. El progreso puede ser llevado a un estancamiento abrupto; todo este movimiento del Espíritu de Dios puede re- pentinamente ser detenido; puede haber un final más allá del cual no haya ningún avance, si es que hay alguna cosa debatible entre el Espíritu Santo y nosotros. Tenemos que tener cuentas muy cortas con el Espíritu Santo en todos los asuntos en cuestión, y Él reside en nosotros para ese propósito. ¿Por qué hay tantas cosas en los cristianos que no son como el Señor querría que fuesen? Es simplemente porque las personas afectadas no han reco- nocido ni han tomado a pecho lo siguiente - que el Espíritu Santo es su personal y morador Maestro, y ellos tienen que escucharle. ¡Cuánto se pierde debido a este fracaso! "Oh, hay una reunión: yo no creo que vaya - voy a dar un paseo". Y así, usted va. ¡En aquella reunión estaba la palabra exacta de Dios para usted! Si sólo usted hubiera dicho: "Me gus- taría dar un paseo, pero hay una reunión, le preguntaré al Señor si Él me quiere allí." Algo se habrá perdido que usted jamás podrá recuperar, porque usted falló en consultar al Señor.

Y así, de mil formas diferentes. Si tan solo oyésemos al Espíritu Santo, deberíamos hacer más progreso. Él nos habla sobre todo tipo de cuestiones prácticas. Por ejemplo, necesi- tamos ser enseñados por el Espíritu en la cuestión de nuestra jovialidad - cómo ser alegre sin ser frívolo, y cómo ser serio sin ser descontentadizo y miserable. No nos vamos a reír tontamente todo el tiempo de nuestras vidas, pero al mismo tiempo, el Señor no quiere que seamos criaturas miserables, solemnes. Él realmente quiere que seamos personas se- rias, pero no piense que la solemnidad sea necesariamente vida espiritual. Hoy leí en mi periódico de la mañana sobre una chica de Australia, que fue afectada por una enferme- dad que le privó de su capacidad de sonreír. Ella fue traída en avión para ser operada en Londres ¡y después de la operación, ella podía sonreír! ¡Pienso que muchos cristianos necesitan una operación como esa!

Pero en toda esta cuestión tenemos que conocer la disciplina del Espíritu Santo, porque el valor espiritual, el crecimiento espiritual, está vinculado a ella. En cuestiones de santidad, y controversias con el Señor - que puede llegar hasta muy pequeños puntos, como los de- talles de la ropa, el uso de adornos, etc. - es notable cómo se hacen los ajustes por parte de muchos jóvenes cristianos en estas cuestiones prácticas, sin que nadie les haya dicho nada. ¿Quién les dijo que lo hicieran? Nadie, pero ellos llegaron a sentir que el Señor que- ría que lo hicieran, eso es todo. Estas personas están progresando, ellos comienzan a con- tar para Dios. Tomo estos puntos no para imponer ley sobre usted, sino para mostrar el principio de que el Espíritu Santo es capaz de hablarnos interiormente sobre cuestiones en las que el Señor puede no estar plenamente de acuerdo, y, en la medida que Él habla y nosotros respondemos, progresamos. El Espíritu Santo añade y añade.

Servicio dirigido por el Espíritu - sin exclusivismo

En la medida en que avanza en el libro de Hechos, usted descubre que el Espíritu Santo era el Espíritu de Servicio. Usted llega al capítulo 8, y el movimiento para salir de Jerusalén es absolutamente espontáneo. Felipe desciende a Samaria. ¿Quién dijo que él debía ir a Samaria? Ciertamente podemos decir que el Espíritu Santo lo llevó allí. Ellos se movían ba- jo el control soberano del Espíritu Santo. Él era el Espíritu de servicio; Él lo hizo. Y cuando usted llega al capítulo 10, ¡oh, qué aspecto bendito el de aquel movimiento! Encontramos esto en sintonía con aquello de que los profetas, aunque de forma imperfecta, fueron le- vantados para ver. En el capítulo 10, el Espíritu Santo precipita toda la cuestión de ir más allá de las fronteras de Israel, hacia los gentiles. ¿Cómo entran los profetas en eso? Bien, ¿qué tal Jonás? Es una historia terrible ésta en el pequeño libro de Jonás. Esta historia no es toda la vida y obra de Jonás, pero es prácticamente todo lo que la mayoría de las per- sonas saben acerca de él - que él tuvo una feroz disputa con el Señor. "Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte" (Jonás 4:9). ¡Imagínese a un hombre que responde así a Dios! ¿Por qué? Porque el enorme corazón lleno de gracia del Señor había dicho, en efecto: "No debe haber nin- gún exclusivismo; yo no estoy atado absoluta y únicamente a Israel; mi corazón también abraza a los paganos, el mundo entero está al alcance de mi gracia". Jonás era muy exclu- sivista No podía haber nada más allá de su propio círculo, y él entró en controversia con el Señor.

El Señor ha esparcido aquí y allá en su Palabra lecciones e ilustraciones que enfatizan esto. ¿Qué acerca de Ruth? Es una moabita, una pagana, intolerable para Israel. Es el romance más hermoso de la Biblia esta breve historia de Rut. ¿Qué está diciendo el Señor? Mire la genealogía del Señor Jesús y encontrará allí a Rut la moabita. Pero si esto es impresionan- te, ¿qué tal Rahab, la prostituta, que vivía en la sentenciada Jericó, que tuvo fe y expresó esa fe a través del cordón de hilo escarlata en la ventana? Y en la genealogía de Jesucristo, Rahab la ramera, tiene un lugar. ¿Qué está diciendo Dios? Él asume en la nueva dispensa- ción, el principio de esa obra profética del Espíritu Santo a través del Antiguo Testamento. En Hechos 10, Él apura eso, como si dijera: "Vayan a todos, no permitan el exclusivismo”. Es imposible ser el pueblo gobernado por el Espíritu Santo y no tener el mundo en su co- razón - no estar preocupado por todo el pueblo del Señor, y por todos los que no son del Señor. Él va a apurar esta cuestión. Déjenos permitir que esta verdad nos alcance profun- damente.

El punto de todo lo que hemos estado diciendo es el siguiente: que cuando el Espíritu Santo viene y realmente tienen su camino, todas esas cosas son espontáneas: se producen, éstos son los rasgos de Su gobierno. ¡Oh, que el Señor pueda recuperar un pueblo como ese, libre de todo juego, eclesiástico, religioso, límites tradicionales y fronteras - un pueblo en el Espíritu! El Señor nos haga a cada uno de esta manera.

FIN

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