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Fortalecimiento de la Fe Mediante la Adversidad

por T. Austin-Sparks

Capítulo 4 - La fe con Relación a la Vida

“Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:16-25).

Estamos siendo guiados a ver la relación de la fe con tres cosas.

Primeramente, la fe con relación al ensanchamiento. Hemos tomado nota de que el pensamiento de Dios revelado para Su pueblo es ensanchamiento a Su propia plenitud. “Toda la plenitud de Dios” es la palabra que indica el pensamiento de Dios con respecto a Su pueblo. Pero cada fresco movimiento hacia el ensanchamiento, o cada paso hacia el ensanchamiento, surge por medio de un desafío fresco de la fe –fe siendo probada de una nueva manera como nunca hasta ahora–, y por el triunfo de la fe hay un ensanchamiento mayor. Las Escrituras muestran de principio a fin que no hay ensanchamiento, que no hay incremento de Dios de ninguna otra manera. En segundo lugar, vemos la fe con relación al establecimiento. Hemos visto el pensamiento de Dios de tener las cosas en un estado de estabilidad, de resistencia, de constancia, de dignidad de confianza, de algo sustancial, de algo profundamente enraizado y arraigado e inamovible. Dios obra en esa dirección, tratando de eliminar todos esos elementos en nosotros que son débiles, poco fiables, incapaces de llevar un peso y de tomar responsabilidad, para llevarnos a un lugar en el que somos establecidos en Cristo. Pero cada trozo de este trabajo de confirmación, establecimiento, enraizamiento y arraigo, está conectado a una prueba mayor de la fe. Cada tormenta fresca hace que echemos raíces más profundas, para aferrarnos con más fuerza. En la dirección de la fe se prueba que hemos sido afirmados. Cuando no hay prueba o examen escrutador, cuando no hay adversidad, somos débiles y poco fiables. Así, vemos que a lo largo de todas las Escrituras, Dios se está moviendo hacia cosas establecidas y fijas, hacia Su propia naturaleza: eterna, permanente, que dura por siempre. Toda la Biblia muestra que esto lo produce la fe.

En tercer lugar, vemos la fe en conexión con la vida. Esa ha de ser nuestra ocupación en el presente, con simplemente una última palabra sobre la fe misma.

FE CON RELACIÓN A LA VIDA

Apenas necesito llevarte por las Escrituras para que veas cómo estas dos cosas van de la mano. Muchas cosas surgirán en la mente al proseguir hacia delante. Simplemente te recuerdo el hecho familiar de que este tema salta a lo largo de todas las Escrituras. La Biblia abre con el árbol de la vida, y cierra con el árbol de la vida, y ese es el gran tema del principio al fin. Desde un ángulo, como decíamos antes, la Biblia va sobre todo este asunto de la vida contra la muerte. Por tanto, encontramos, como en el caso de las otras dos cosas –el ensanchamiento y el establecimiento– que Dios no nos ha dejado con dudas en cuanto a Su mente sobre este asunto. Ha dejado perfectamente claro que Su pensamiento es la vida, y la vida en abundancia. Tanto que el Señor Jesús, al venir a este mundo, alcanzando con una mano hasta el principio, y con la otra mano hasta los tiempos que aún no son, declara que Él está en esa posición en un terreno y con un propósito: “He venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

EL ENSANCHAMIENTO DEPENDE DE LA VIDA

Ahora bien, estas dos cosas de las que hemos hablado –ensanchamiento y establecimiento–, están inseparablemente atadas a este asunto de la vida.

Todos los ensanchamientos de Dios son por la vida. Vemos una parábola de esto en la obra de la creación. En el mismo principio vemos a Dios llenando el vacío, la desolación, la oquedad que era en sí el estado primario de este mundo –encontramos a Dios llenando cada ámbito en términos de vida. Su plenitud creciente estaba en la dirección de la vida. Esa es una parábola del camino de Dios. El aumento y la plenitud en la vida cristiana, en el pueblo de Dios, siempre están en términos de vida. Cuando Dios añade, siempre es vida añadida. Toda la obra de Dios contiene el tema de que hay más vida presente de la que jamás hubo anteriormente. Así, progresivamente, a través de crisis y de pasos, Dios se mueve con Su pueblo –donde Le dejen, donde no se tambaleen por incredulidad– en la dirección de su plenitud final sobre el fundamento de una vida constantemente incrementada.

EL ESTABLECIMIENTO DEPENDE DE LA VIDA

Lo mismo es cierto con relación al establecimiento, la obra de confirmación, de hacer las cosas estables, sólidas, profundas. De nuevo, esto siempre está relacionado con la vida: confirmación en la vida, haciéndose fuerte en la vida. El elemento esencial en esta vida es la eternidad. Un incremento de vida siempre es indicativo de que algo más profundo se ha hecho en el corazón, la aparición de alguna clase de estado de incertidumbre, de alguna dificultad, alguna experiencia oscura, en una crisis, por medio de la victoria de la fe. La aparición simplemente añade más vida; eso es todo. Es así todo el tiempo: encontramos que estamos experimentando y disfrutando más vida. La vida es el fundamento de nuestra transformación hasta ser finalmente establecidos.

Hay muchas personas que piensan que hay otras cosas que llevan a la consolidación y al establecimiento, a la certeza y a la seguridad. Pero no es así en absoluto. No eres establecido por medio de más enseñanza, o por medio de información adicional, incluso sobre las cosas divinas. Ni siquiera te estableces espiritualmente conociendo mejor tu Biblia. Eso no quiere decir que no debas querer saber más, pero el verdadero establecimiento es el que viene por la vida conocida en nosotros mismos. “Y este es el testimonio, que Dios nos ha dado vida eterna” (1 Juan 5:11). El testimonio no es una forma de enseñanza, una interpretación de verdad, un sistema de doctrina o una forma de hacer cosas. “Y el testimonio es este, que Dios nos ha dado vida eterna”, y estar establecido significa estar conociendo esta vida en incremento constante.

LA “EVIDENCIA DE DIOS” ES VIDA

Ahora echaremos un vistazo a lo que llamaremos algunas de las “evidencias de Dios”. Diremos enseguida que la evidencia inclusiva de Dios es simplemente vida. La evidencia de Dios –la prueba, el testimonio de Dios, y el testimonio a lo que es de Dios– sì que es vida. Regresemos al criterio original en el simbolismo del principio: el árbol de la vida. Está perfectamente claro que ese árbol de la vida, y lo que representaba y simbolizaba, encerraba íntegramente el asunto de si Dios iba a continuar con el hombre o no, si el hombre iba a continuar con Dios o no, si su relación iba a permanecer intacta. La “evidencia” de Dios estaba centrada en eso.

Ahora bien, ese árbol representaba evidentemente otra vida, y muy diferente de la que el hombre ya poseía. Dios había introducido los seres vivientes. Las aguas llenas de criaturas vivientes; el aire lleno de aves vivientes; la tierra llena de criaturas vivientes y de vegetación viviente. Después fue creado el hombre, el “aliento de vida” (Gén. 2:7) habiendo sido soplado sobre sus narices, y se había convertido en un ser animado. Tenía todo lo que tenemos por naturaleza –esta vida natural. Fue sólo después de que al hombre fuera impartido esa clase de vida, que el hombre se convirtió en un alma viviente, y entonces Dios apuntó al árbol de la vida, e hizo eso el tema de la vida y de la muerte. No era la vida que había en el hombre lo que era asunto de vida y de muerte, porque el hombre no perdió esa vida que había en él cuando desobedeció. Él árbol evidentemente representaba y simbolizaba otra vida que la que Dios ya había soplado sobre él, una vida diferente por completo.

VIDA DIVINA PERDIDA

Así, la muerte llegó a significar dos cosas. En primer lugar, llegó a significar un cambio en el hombre, tal y como era. Aunque seguiría como un ser animado durante una tenencia de años, un cambio tuvo lugar en él. No nos quedaremos para analizar ese cambio, pero por la desobediencia se hizo distinto incluso en su propio ser natural. En segundo lugar perdió su derecho a esta otra vida extra realmente verdadera, como era representada por el árbol. Nunca heredó eso, nunca lo poseyó. Arrojan un poco de luz las palabras de Juan sobre el Señor Jesús,”a todos los que Le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Puedes ver todo el asunto de la fe entrando en relación con una potestad. Es la potestad, con otras palabras, de esta otra vida Divina que procede de ser engendrado de Dios. La potestad (derecho) a esa vida fue perdida por Adán por medio de su desobediencia o falta de fe. El derecho a esa vida es restaurado por la fe en el Señor Jesús.

Ahora bien, Satanás, dijo, “¿Ha dicho Dios, ‘moriréis ciertamente’? ¡Ciertamente no moriréis!” ¡Qué declaración tan categórica! Fíjate: Adán, aparte de la ruptura conocida de la comunión con Dios por su desobediencia por causa de incredulidad, probablemente no era consciente de lo que había sucedido. Cierto, una desaprobación y una sombra vinieron sobre el rostro de Dios; no había ya luz, y se cerró la apertura de la comunión; pero el hombre siguió viviendo. No cayó muerto ni se perdió entonces. Siguió viviendo una larga vida, siguió creciendo, desarrollándose, ensanchándose. Cuando ves el tremendo ensanchamiento conforme a su propia naturaleza que salió de ese hombre –sus hijos, familia, tribu, raza– parece como si el diablo tuviera razón. “Ciertamente no moriréis”. Dios estaba equivocado, el diablo estaba en lo cierto.

EL ENGAÑO DE UNA VIDA FALSA

¿Pero qué es lo que sucedió? Un engaño profundo y terrible entró al hombre; la ilusión de una vida falsa en la que hay una mentira en lo más profundo del corazón. Y eso ciertamente se ha planeado a sí mismo y sigue planeándose a sí mismo. Hay incremento de días, de muchos años, quizás; hay desarrollo y ensanchamiento conforme a su naturaleza, en lo que se refiere a este mundo; pero justo en el corazón de todo esto, hay amargura y decepción. Al final, vacío, desilusión. ¿Para qué ha sido todo esto? ¿De qué vale todo esto?

La gente más insatisfecha es siempre la gente que tiene más. Eso cierto, ¿verdad? La gente que tiene más pero no tienen al Señor es la gente más insatisfecha de este mundo. Las evidencias son patentes. Como dije en una ocasión anterior, hace uno o dos años me encontraba en una parte del mundo donde el más mínimo antojo y capricho era saciado hasta la plenitud. Cualquier cosa que el alma humana deseara o quisiera, parecía estar disponible. En el Sur de California, puedes ver acres y acres, millas y millas de la fruta más maravillosa. Cogí sacos de los pomelos y naranjas más hermosos que había visto en mi vida. Pero el amigo con quién permanecía, el dueño de la finca, decía: “¿Sabes? Es tan pródigo que para mantener cualquier mercado para esto, toneladas y toneladas de esta hermosa fruta sean puestas en una zanja para poder salvaguardar el mercado de esta fruta, y que nadie pueda intentar hacer un negocio de esto”. Los pobres que bien podrían sacar un poco de beneficio de este excedente, son privados de esto para poder salvaguardar alguna clase de mercado.

Y sucede lo mismo no sólo con los productos naturales, sino con el placer. La palabra “Hollywood” ha llegado a connotar lo máximo en la gratificación del deseo humano. Puedes verlo completamente expuesto en ese lugar. Pero ¡oh, qué fiebre, qué inquietud, qué incertidumbre, qué ansiedad! El mayor hospital del mundo está ahí, en Los Ángeles. Cuatro mil casos se tratan a diario en un país como ese, en el que toda la ayuda posible para la salud está disponible. ¿De qué vale todo esto? Es la tensión de lidiar con la vida. En un barrio muy bonito, pude ver una casa tras otra en venta o de alquiler, y pregunté a mi amigo: ‘¿Cuál es el significado de esto?’ ‘Bueno, es que toda la gente que vive dentro de la periferia de esta ciudad, vive como si estuvieran al borde de un volcán, por causa del asunto de las bombas atómicas. Todos se mudan lo más lejos posible porque piensan que cualquier día podría caer una bomba atómica en Los Ángeles’. Disponiendo de todo lo que pueda concebirse para tener una vida plena, la gente vive con tensión, preocupación y temor. No he exagerado el cuadro porque no podría exagerarlo.

He citado esto como una ilustración de la verdad en cuanto al hecho de que cuanto más tienen los hombres, más insatisfechos están. Cuánto más das a esta vida, más toma de ti –y puede tomar– y más te demandará, y una insatisfacción mayor producirá. Se desgasta muy rápidamente. Todo esto no puede durar mucho; simplemente no dura. Y esa es la vida que el Diablo ha dado en lugar de esta otra vida. Tú y yo podemos tener muy poco en este mundo –nada comparable a un entorno californiano–, y sin embargo, podemos tener al Señor Jesús en nuestros corazones y estar perfectamente satisfechos. La diferencia es algo muy práctico. El diablo dijo: “Ciertamente no moriréis”, y el hombre simplemente se lo tragó. Pensó que Dios estaba equivocado y que el diablo estaba en lo cierto. Y esto es lo que ha llevado a una vida falsa, hueca en lo más profundo, una vida que jamás, jamás responde a la necesidad real del hombre. Al final de todo, queda una burla, una fruta con un aspecto maravilloso pero cayendo de los árboles antes de que madure.

Pero esa otra vida, representada por el árbol de la vida, es todo lo opuesto. Esta vida no tiene nada que ver con cosas en absoluto: tiene que ver con una Persona. Esta vida no se gasta; aguanta infinitamente; sobrevive. No es como la otra, que sigue moviéndose por la respiración artificial y los estimulantes. ¡Qué artificial es! Esta vida la mantiene una fuente viva.

Es muy penetrante. Es muy, muy importante estar completamente seguros de que esta cosa ha sucedido con cada nuevo convertido; que no hay ilusión ni engaño al respecto, sino que se han convertido definitivamente y con toda certeza, en los recipientes de esta otra vida, esta vida que no requerirá una constante sucesión de estimulantes desde el exterior, sino que cuando cesan todas las cosas externas, seguirá adelante. Esa va a ser la prueba.

Ahora bien, este engaño puede entrar en la religión, y ese es el lugar donde al diablo le encanta tener ese engaño más que en ninguna otra parte. El Señor tiene algo que decir sobre el asunto de la iglesia en Sardis: “Tienes nombre –una reputación– de que vives, pero estás muerto” (Ap. 3:1). Tienen una reputación para la vida; pero aun así, están muertos. Los ojos de llama de fuego ven más allá de esta situación, la falsa reputación, el nombre falso. No sería difícil imaginar o retratar lo que sería una iglesia como esa. No necesitamos quedarnos en esto. Hay muchas cosas que tienen aspecto de vida, que parecen la vida –lo que la gente llama la vida–, pero no son vida. Requieren la aplicación de “estimulantes” externos todo el tiempo, para que todo siga avanzando. Lo que el Señor llama vida es otra cosa completamente distinta.

MARCAS DE LA VIDA DIVINA

1. FRESCURA

Uno de los pensamientos asociados con esta vida Divina es la novedad, o frescura. “Para que... andemos en novedad de vida” (Ro. 6:4). La palabra “nuevo” en las versiones inglesas, tiene tras de sí dos palabras griegas. Una significa algo que nunca ha estado antes, la otra conlleva el pensamiento de aquello que es joven y fresco. La vida Divina es, por supuesto, algo que nadie ha poseído jamás antes aparte de Cristo, pero su marca, su característica, es su frescura, su libertad del “toque terrenal”. Esta tierra es una tierra maldita; está en muerte, está bajo el juicio; y todo lo que le pertenece, está bajo el juicio: si esta tierra toca algo, lo toca con la muerte. Esta vida de la que estamos hablando está completamente libre del toque de la tierra y libre del toque del hombre tal y como es por naturaleza. Es fresca, y por tanto, por su frescura demanda que sea mantenida libre de esta tierra y libre del toque del hombre.

Ese ha sido el tema a todo lo largo. La vida de Dios viene, reinante y maravillosamente fresca y hermosa; y entonces, ¿qué? El hombre debe necesitar aferrarse de ella de algún modo, ponerla en su molde, hacerla funcionar conforme a sus propias ideas, organizarla y establecer la maquinaria para ella; no pasará mucho tiempo antes de que la frescura se haya ido. Esta tocada con algo que roba la flor de ello. En el curso del tiempo, se ha envejecido; ¡Y quizás se me permita decir esto como alguien que ya no es joven! Dios no tiene ningún interés en nada que sea viejo. Dios sólo está interesado en esa vida en nosotros que es de Él mismo, y Su interés es preservarla fresca. Hasta la edad anciana... e incluso hasta las canas, aún hay frescura si la vida de Dios es el principio sobre el que estamos viviendo.

Sí, pero debemos apartar nuestras manos y debemos mantener a distancia el toque de la tierra. Qué terrible el hábito del hombre de querer coger en sus manos y hacer funcionar la vida de Dios. El hombre ha matado más obras de Dios que cualquier otra cosa, ha llevado a su fin maravillosos moveres del Espíritu. El hombre se ha involucrado, ha llevado las cosas a su propio marco bajo la dirección y el control de su comité. Muy bien; el Señor se aparta y la frescura de Su vida ya no es encontrada ahí por más tiempo. Frescura, novedad, esas son las marcas de la vida de Dios.

La Iglesia es Su nueva creación. La Iglesia es Su nueva vasija, para referirse a Eliseo y a la caída de frutas de los árboles de Jericó por causa de la falta de este elemento vital en el agua. “Traedme una nueva vasija”, dijo, “y poned en ella sal” (2 Reyes 2:20). Las aguas fueron sanadas. Y Pentecostés es la contrapartida de ello. La Iglesia es la nueva vasija con la vida en ella, para contrarrestar toda la muerte en este mundo; hay novedad de vida, y novedad de vasija.

El Señor Jesús mismo puso Su dedo sobre este principio cuando dijo: “Nadie (podría haber añadido, ‘mucho menos Dios’) pone vino nuevo en odres viejos” (Marcos 2:22). Es locura. ‘Si haces eso, lo perderás todo’, dijo. “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo” ( v. 21). Es locura. Tampoco Dios hace esa clase de cosa. Él debe tenerlo todo nuevo y fresco. Somos ciudadanos de la nueva Jerusalén (Ap. 3:12; 21:2). Y así, podríamos proseguir con esto. Si miras las palabras “nuevo” y “novedad”, te sorprenderás de ver cuánto abarcan en el Nuevo Testamento. Donde está esta vida, todo es nuevo.

2. PRODUCTIVIDAD

La segunda característica de esta vida es su productividad. Ese es el método de Dios para el incremento. Hay una enorme diferencia entre lo que significa poner, añadir, acrecentamiento desde el exterior y lo que es incremento en lo interno. Ese es el principio de Dios, el principio orgánico del incremento y de la multiplicación por la vida desde el interior, y es así como sucede realmente. La vida produce vida, y la vida produce organismos conforme a su propia naturaleza; la semilla tiene en sí la vida para reproducirse, para multiplicarse a ciento por uno.

Eso es un testimonio, pero también es una prueba y un desafío. Si no hay incremento, entonces algo va mal en el tema de la vida. Si tú y yo no estamos llevando fruto, si no estamos realmente en el camino del incremento, entonces tenemos que mirar a este asunto de la vida. Puesto que es inevitable, es espontáneo. Si ha de haber productividad, debe haber vida: y si hay vida, entonces hay reproducción; a menos, por supuesto, que frustremos la vida o que pasemos por el otro lado de la vida. Si de alguna manera bloqueamos los pozos, entonces cesa nuestra productividad.

3. LA VIRTUD DE LO INAGOTABLE

Aún más, esta vida se caracteriza por la virtud de ser inagotable. No hay fin a ella, es imposible agotarla; simplemente avanza hacia delante. Como hemos dicho antes, no envejece. Podemos envejecer, pero esa vida en nosotros no envejece en absoluto. Prosigue hacia delante. Es inagotable.

4. LA VIRTUD DE LO INCORRUPTIBLE

Y después, puesto que es la vida de Dios, es incorruptible. La vida es simbolizada por la sal en la Biblia. El simbolismo de la nueva vasija y de la sal es simplemente el de la vasija de Dios conteniendo en sí la vida de Dios. La presencia de esa vida es el contrario a la presencia de la corrupción, sea cual sea.

Por supuesto, esto se ve claramente en los primeros capítulos del Libro del Apocalipsis, que contienen el desafío y el mensaje a las iglesias. Era un tiempo de clara decadencia espiritual: pero tendremos que ir más allá de esto, y decir, de “corrupción espiritual”. Un lenguaje fuerte pero justificable. “Toleras a esa mujer, Jezabel” (2:20). “...Tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel” (2:14). Aquí hay corrupción, y el desafío a ese estado de corrupción en primer lugar lo indica el anuncio del Señor mismo. “Yo soy el primero y el último y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos” (1:17-18). Es como si Él estuviera diciendo, “Os estoy midiendo con el standard de esta vida incorruptible, con el principio de esta vida que conquista a la muerte, que es ajena a la muerte, que es incorruptible: Os estoy desafiando en vuestra corrupción”. La importancia del mensaje es esta: “Estas condiciones de corrupción se deben a algo que ha detenido a la vida. Si tú tuvieras la vida vibrante, reinante y triunfante, no habría ninguna de estas condiciones en absoluto”.

Así, el tema para la victoria sobre la corrupción, para apartar toda corrupción, es el tema de la vida. El correctivo de la enseñanza falsa –de la heterodoxia– no es la ortodoxia. Digamos, cambiando las palabras: el correctivo para el error es la vida. Eso es lo que enseñan las Escrituras. Así era con las siete iglesias. Juan, que escribió el Apocalipsis, al mismo tiempo más o menos escribía también las otras cartas, y esas otras cartas trataban también con el tema de la falsedad, el error, el deterioro, la descomposición, la corrupción, el anticristo, y todo lo demás; un estado maligno que vendría a los creyentes; y la gran palabra de Juan en sus cartas y en el Apocalipsis, así como en su Evangelio, es la palabra vida. Eso brota del estudio más elemental de sus escritos.

Juan comienza su Evangelio: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (1:4), y esa es la tónica general en el Evangelio completamente. Sus cartas tienen esa misma nota todo el tiempo. “El testimonio es este, que Dios nos ha dado vida eterna y esa vida está en Su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida. El que no tiene al Hijo no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12). Al comienzo del Apocalipsis, puedes leer, “Yo soy... el que vive” (1:17-18). Después pasas a los cuatro “seres vivientes” (4:6), y su testimonio e influencia; y cierra el Apocalipsis con el “árbol de la vida” (22:1-2). Todo es sobre la vida. Pero todo ello se presenta en un día de corrupción. La respuesta a la corrupción no es debate, sino vida divina.

5. INTELIGENCIA: LA VIDA RECONOCE A LA VIDA

Esta vida es algo que sólo puede ser apreciado y entendido por los que la tienen. Los que no la tienen pueden ver su efecto o su fruto, pero no lo comprenden en absoluto. Puede que digan: “Bien, esas personas tienen algo de lo que yo no tengo ni idea; no lo comprendo en absoluto, no sé lo qué es. Parecen ser felices al respecto, pero yo soy ciertamente ajeno a todo eso”. O puede que no les afecte en lo más mínimo. Puede entrar donde hay vida abundante y salir de ahí sin ser afectados. Simplemente no lo comprenden ni lo aprecian. Pero los que tenemos esta vida, la apreciamos y la comprendemos. No podemos explicarla a nadie más, como tampoco podemos explicar lo que es la vida natural. Nadie puede explicar lo que es la vida. Pero si estamos vivos espiritualmente, realmente vivos espiritualmente, y vamos a otros hijos de Dios, sentimos algo. Puede ser que sintamos la muerte, una falta de vida, algo presente que no tiene vida; hay en esto una revisión de la vida. Por otro lado, podemos sentir la presencia de la vida. Ahora bien, la capacidad para apreciar y comprender es la guía del pueblo del Señor. Es una facultad muy inteligente; de hecho, es nuestra “inteligencia”, en varios aspectos. ¿Por qué decimos, “algo anda mal aquí”? Porque no sentimos la vida, hay algo en todo esto que está muerto. ¡Estamos vivos al hecho de que hay algo que anda mal!

Creo que eso es exactamente lo que Pablo supo cuando encontró a esos discípulos en Éfeso. Tenían una maravillosa enseñanza bíblica por parte de Apolos, un hombre poderoso en las Escrituras; pero Pablo tuvo que decirle cuando llegó a ellos: “Tenéis mucha enseñanza Bíblica aquí, y estáis profesando ser discípulos del Señor, pero ¿què os pasa? Algo falta aquí. ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? (Hechos 19:2). El Espíritu Santo en Pablo, como el Espíritu de vida, pudo apreciar aquí la ausencia de vida; no había testimonio de vida, ni siquiera con toda la enseñanza bíblica y su profesión. El Espíritu capacitó a Pablo para poner el dedo en la llaga y aclararlo todo.

VIDA POR MEDIO DE LA FE

Ahora bien, todo el progreso del Señor con nosotros, como ya hemos dicho, el ensanchamiento del Señor, el establecimiento del Señor, va en la dirección de la vida. Pero esta vida es completamente gobernada por la fe. Estamos pensando mucho en Abraham, y todavía tenemos algo que decir sobre él. Con él, cada movimiento hacia el ensanchamiento, la consolidación y el incremento de la vida, era a través de una fresca prueba de la fe. Todo reposa sobre este asunto de la fe probada y sometida a examen.

Si tú y yo entonces hemos de pasar a un tiempo en el que nuestra fe esté siendo amargamente probada, siendo puestos realmente para pasar por todo ello, pidamos ayuda al Señor para que nos ayude a ajustarnos a nosotros mismos a esto; no es para muerte, es para vida. El Señor no permite todo esto para producir al final la muerte. El propósito de Dios con esto es guiarnos a una vida aun más grande. Si pudiéramos descansar en esa certeza, esto robaría su mortandad a todos los tiempos oscuros y difíciles, y los convertiría en buena tierra sobre la que podríamos entrar en novedad de vida, por medio de frescas victorias de la fe. La fe es el camino a la vida por medio de la prueba, por medio del examen escrutador, del sufrimiento y de la adversidad.

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