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La Centralidad y Supremacía del Señor Jesucristo

por T. Austin-Sparks

Capítulo 2 - La Centralidad y Supremacía de Cristo para el Creyente Individual

Seguimos ahora con el segundo de los aspectos de "Cristo en vosotros", y nos hallamos con las conocidas palabras de Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

2. CRISTO, LA VIDA INTERIOR

Tenemos la primera revelación de Cristo en nuestro corazón; después la vida interior de Cristo en nosotros.

Es importante que no sólo sepamos la realidad de que Cristo mora en nosotros, no solamente que Cristo está dentro nuestro, viviendo. Esto conlleva algo más que todo esto: que la vida misma del creyente es Cristo. Él debe ser supremo y el centro en nuestra vida, y Él es nuestra vida sólo en la medida en que Él es todo y es el centro, ni más ni menos. Pero queremos entender de qué forma Cristo en nosotros pasa a ser la vida del creyente. La carta a los Gálatas nos ayuda a entenderlo.

No deseo ser demasiado doctrinal ni teológico, pero siento que en cuanto a las doctrinas de la gracia, el pueblo de Dios debe de tener claridad. Por esto les pido que por un momento consideremos el fondo de la declaración que tenemos ante nosotros.

Hablamos mucho acerca de Cristo como nuestra vida, y decimos cosas al respecto, que Él es nuestra vida misma. Usamos otra parte de la Escritura que no tiene exactamente el mismo alcance: "Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, también vosotros ...". El principio de Cristo nuestra vida es el mismo, pero el trasfondo es más que sólo eso. No es solamente que Cristo es la energía vital para nosotros, lo que llamamos vida; por cierto, Él es eso; Él es vida; el Espíritu Santo es el Espíritu de vida en nosotros, pero aquí esto se entiende por el contexto y se le da un sentido más profundo. Si miran los versículos siguientes verán que lo que declara el apóstol representa un cambio.

Esta epístola, como ya lo saben, trata con el legalismo en que los creyentes gálatas habían caído, por lo que habían sido subyugados, atacados y engañados. Notarán cómo comienza el capítulo 3: "Oh gálatas insensatos, ¿quién os hechizó?", literalmente, ¿quién les tendió este hechizo a vosotros? Habían caído bajo un encantamiento, y era el hechizo de un legalismo falso. Ahora lo que Pablo está diciendo en el versículo 20 representa un cambio. Pablo había vivido en días pasados guardando la ley. Su posición como judío era que bajo la ley el hombre tenía que vivir por ella. La ley era: "No harás", y "Harás". Cuando se cumplía con estas dos partes y se evitaba y obedecían los "No harás", entonces era guardada la vida del hombre por Dios. Si un hombre deseaba vivir y alargar sus días sobre la tierra debía cumplir la ley, por lo que vivía aferrándose a la ley, la ley de los mandamientos.

Y conocemos aun de uno como Saulo de Tarso que guardaba estrictamente la ley, que era una carga inmensa, y representaba siempre muerte y condenación. Era como la espada de Damocles siempre a punto de caer sobre uno. Un soplo de desviación y morirás; venías a condenación, juicio y muerte. Y las observancias relacionadas con la purificación y perfecta comunión con Dios jamás tocaban por un instante la conciencia, el corazón. Eran, como podríamos decir, meras conveniencias momentáneas, eran sólo externas, y siempre quedaba la sensación interna de que algo faltaba. Pero Saulo había vivido guardando la ley, toda su vida aguantó la ley con toda su carga, cansancio, todas sus amenazas, juicios, condenación, y esa sombra de muerte siempre presente. Esa fue su vida anterior.

Ahora, no se halló a nadie –como lo deja muy en claro Pablo en los primeros capítulos de Romanos– que de su propia naturaleza satisficiera a Dios, perfectamente en todos los puntos y requerimientos de su ley divina. Todos se habían rajado, habían fallado, y no se encontró en ningún hombre justicia, rectitud de corazón. Jamás podría satisfacerse a Dios con una justicia externa que no era innata en él, una justicia como teórica y no práctica, y jamás se había hallado a un hombre justo de verdad, y toda la raza humana es incluida en la propia declaración de Pablo sobre él mismo, con toda su justicia ceremonial: "Porque sé que en mí, esto es en mi carne, no mora el bien".

LA VIDA JUSTIFICADA EN CRISTO

Ahora, Cristo, el único que podía y pudo cumplir la ley hasta la última letra, porque intrínsecamente, en su interior, Él era recto y justo y satisfizo a Dios, no de manera externa, ceremonial, teórica, sino siendo "el justo", sin pecado, había cumplido la ley en sí mismo interiormente y la quitó de en medio. Cristo la quitó de en medio, pues en Él mismo la cumplió, e introduce una dispensación nueva, no de la ley, sino de la gracia.

Él introdujo un régimen nuevo, donde no se gobierna por los mandatos de "No harás" y "Si hicieres esto o aquello". No un sistema de gobierno legalista sistematizado, sino uno de gracia, y la nueva dispensación es la de la fe en Cristo; la fe en Cristo como uno que satisfizo toda demanda que alguna vez Dios pudiere haberle pedido al hombre, y había satisfecho a Dios a favor del hombre. Todos los que creen en Él son representados y reunidos, y con los que así actúan por causa de Él Dios está satisfecho. Él produjo la justificación que Dios demandaba al hombre y Dios queda satisfecho. Él como hombre la consigue para el hombre, y Dios queda totalmente feliz y satisfecho.

Ahora el Padre quedó completamente satisfecho en todo este asunto de la justificación por Cristo, y Él vive dentro del creyente, de manera que el creyente en Cristo tiene su justicia, y Dios está conforme. Ahora el creyente no es un poco más justo que antes, sino que el Justo mora dentro de él. Dios no nos mira a nosotros. Él ve a su Hijo en nosotros, así que ahora Cristo vive en nosotros, y Pablo dice: "Ahora ya no vivo asiéndome a la ley de mandamientos, sino a Cristo, y lo que me sujeta a Cristo es la fe." "Y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios". Estoy asido a Él por la fe, y por eso vivo. No hay entonces ninguna condenación, por lo tanto, no hay muerte, porque obra la justificación, y donde hay justificación no hay condenación.

No hay ningún pecado en Él, y no habiendo pecado en Él, la muerte y el juicio no tienen poder, no hay relación entre ellos. Él está en nosotros, por lo cual Él es el que tiene el poder de una vida indestructible e inexpugnable. "Yo vivo asido por la fe a Él". ¿Cómo? Diciéndole al acusador cuando viene con un cargo a mi puerta para tratar de condenarme y matarme: "Cristo es mi justicia". Cuando ataca el acusador con dardo fiero y dice: "Estás desagradando al Padre" (siempre que no estés voluntariamente en pecado, cometiendo a sabiendas algo que sí desagrada al Señor), y el enemigo me hace sentir que estoy desagradando y querrá derrotarme, yo le contesto: "Cristo satisfizo al Padre por mí, está en mí, el Padre está agradado con Él, y Él vive en mí", y si por la fe me aferro a Él, ligado a Él, vivo en vez de morir, triunfo en vez de caer en condenación, y de este modo en mí está la vida, la vida que yo vivo. Viviremos triunfantes no luchando contra el pecado, no tratando de vencer al acusador en nuestras palabras y en nuestro terreno, sino que por la fe presentándole y aferrándonos a Cristo en nosotros.

Cristo es el que agrada al Padre en nuestro corazón. ¿Qué más necesitas? Y la fe te sujeta a Él, quien es la satisfacción de Dios. "Con Cristo he sido juntamente crucificado". ¿Para qué entonces me saca a relucir: "Y ya no vivo yo"? ¿Para qué trata de cargarme con cosas? "El que murió fue justificado del pecado" ... “pero Cristo vive en mí". Si puedes acusar a Cristo de pecado, entonces no habría esperanza para mí, puesto que Él es para el Padre todo lo que requiere de mí, y yo por fe mantengo fuerte el vínculo de lo que Él es para el Padre por mí. Yo vivo; no muero. Vivo, Él es mi vida, y es por eso que Él pasa a ser mi vida.

Es, como puedes ver, algo más que considerando a Cristo como energía vital interior para mantenernos vivos. Hay un trasfondo más grande para todo esto. Reúne todo lo que en su persona Cristo es para el Padre, y toda la obra en la cruz de Él para satisfacer al Padre, y ésta es la porción interior que se nos da a nosotros, y se une a esto la fe que la mantiene ligada, y vivimos. "Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

Se ha puesto en forma restringida una gran parte de la Palabra de Dios, pero siento que debemos abordarlo. Lo que está en juego es devolverle al Señor Jesucristo su lugar de supremacía y centro como nuestra vida, y sólo en este lugar es que vivimos. Vivimos en Cristo. Cristo es el sentido de nuestra vida. ¡Oh, respóndele al acusador con Cristo!

La "coraza de justicia" está dicha en forma de metáfora, una ilustración para entender esta verdad. La coraza de justicia es Cristo. Él es el Justo, Él se hizo nuestra justicia, y sea para bien o para mal, no sirve tratar con el enemigo en nosotros mismos, debemos atacarlo con (en) Cristo, responderle con Cristo cada vez.

Y si el Padre tiene altas demandas, Él ha preparado todo lo que necesita en su Hijo, y Él nos dice a nosotros: "Lo único que pido es que traigan ambas manos llenas de mi Hijo; ambas manos llenas de Él en su perfección; sólo eso me satisface". Cristo es la centralidad y la supremacía en el creyente, como la vida misma del creyente. Desearía que aprovecharan más del Señor Jesús. Toda la fuerza de estas palabras es lo que Él es en la mente de Dios, y si lo aprehendemos amorosamente, no sólo como una doctrina, lo recibimos con el corazón, llegaremos a saber lo que es la victoria, sabremos lo que es la llenura.

Amados, estoy convencido de que en la medida en que seamos seducidos por el Señor Jesús mismo, venceremos, salvaremos los obstáculos como hijos de Dios, y nada puede sustituir esto, lo que es Cristo.

3. CRISTO FORMADO EN NOSOTROS

Pasaremos al tercer aspecto del Cristo interior, la esperanza de gloria. Gálatas 4:19: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros".

Primero tenemos: Cristo revelado en nosotros Segundo, Cristo la vida interior

Tercero, Cristo formado en nosotros Cuarto, Cristo habitando en nosotros Quinto, Cristo glorificado en el creyente

Ahora, aquí hay que separar, pues hay pasajes parecidos en Romanos 8, o uno que parece ser similar. Contiene palabras casi como estas, pero no son de la misma naturaleza, aunque apuntan a lo mismo. Dice así: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó, para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo". Aquí el creyente está siendo conformado a la imagen del Hijo de Dios. Esto es Cristo en nosotros. Hay parecidos, hay diferencias, y nosotros nos ocuparemos de lo que dice en Gálatas por su valor y significado específico. Veamos toda la carta a los Gálatas. Traiga a la memoria el objetivo, vea por qué motivo el apóstol la escribió: para corregir un error. El haber caído en este error, dejarse embrujar bajo esa maligna fascinación se debió a su inmadurez espiritual. Estos creyentes no habían caminado como debían con el Señor, y por causa de una madurez en penumbras habían caído presos fácilmente en todo el asunto. Ahora el apóstol escribiéndoles para corregir el error puso su dedo justo en la raíz del asunto, en el punto mismo, y dice esto: "Esto es a causa de que no está bien aclarado Cristo en vosotros."

Si entienden la metáfora se darán cuenta por qué lo dice. El versículo 19 tiene el énfasis en "formado" ... "hasta que Cristo sea formado en vosotros". Es fuerte la palabra. Él está diciendo esto: "Sí; Cristo está en ustedes puesto que son hijos de Dios y creen, pero es un Cristo mal definido, un Cristo deforme, un Cristo de facciones no terminadas, y a causa de esto hay tanta debilidad y tendencia a ser mal conducidos o engañados. El Cristo que ustedes tienen es uno que no ha sido formado". ¿Ven? Esto es diferente a Romanos 8:29. Esto apunta al crecimiento progresivo hasta llegar a la imagen de Cristo, el Hijo de Dios. Esto es lo que está ocurriendo. Somos formados con castigo, por sufrimientos, tribulaciones, dolor, disciplina, por las cosas que el Señor permite que nos sobrevengan. Esto nos está formando a la imagen de Cristo.

Esto ocurre a diario, pero no era lo que en este caso estaba sucediendo. Esto implica el que Cristo sea claramente definido en nuestros corazones. Si ellos estaban confundidos, indefinidos, pues no habían visto que "Cristo es el fin de la ley para los que creen" que realmente Cristo cortaba de una vez la Antigua dispensación de la Nueva, el viejo orden del nuevo.

Cristo cumplió toda la ley y la quitó de en medio. No se habían aferrado a una definición clara en sus corazones por Cristo, y como no se apropiaron de estos aspectos y del significado de la persona y obra de Cristo, fueron presa fácil para lo que se presentara. Ahora bien, hay muchos en el pueblo de Dios como ellos. Son presa de todo tipo de cosas, pues no se han dado cuenta de lo que significa e implica 'Cristo formado en'.

LA NECESIDAD DE UNA APREHENSIÓN CLARA DE CRISTO

¿Por qué tantos en el pueblo de Dios son azotados, turbados y atormentados por el acusador haciéndolos mirarse adentro, analizándose a sí mismos, ocupados siempre en sí mismos, tan atados por ellos mismos que no son de utilidad para Dios y para otros? ¿Por qué? ¿Es que no se han dado cuenta de lo completo que es Cristo, que Cristo ha respondido por ellos a Dios en todo lo que se requería, no lo han aprehendido por fe. Es la forma de liberación de nosotros mismos. Esto es el yo subyugado a Cristo. Pero aún persisten en agradar a Dios y es una lucha terrible. No han visto los claros rasgos de Cristo. Cristo no es formado en ellos. Él es (si se pudiera decir con perdón) informe e indefinido morador. Es bastante difícil explicarse, pero espero entiendan lo que trato de decir.

Al instante de aprehender claramente lo que implica que Cristo mora en nuestro corazón, llegamos al lugar firme, al descanso, llegamos al lugar donde ningún legalista puede venir y sacarnos o movernos, y cuestionarnos: "Me pregunto si esto es bueno, si es la verdad. Se parece mucho". Es lo que Juan quería decir cuando escribía sobre los anticristos, y del pueblo de Dios, diciendo: "Pero la unción que habéis recibido de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe" (1 Juan 2:27). Por la unción sabes en tu interior si acaso el asunto es bueno o malo. No se puede expresar en palabras, no siempre se puede analizar, ni ordenarlo, pero tienes dentro de tu corazón un testimonio de que algo anda mal y debes tener cuidado. Es diferente sospechar, tener prejuicios del testimonio en tu interior.

No trates de guiar tu mente en algo, no pienses que debes adoptar una actitud sospechosa y cuestionar todo para guardarte, no entres en prejuicios por causa de tu seguridad. Si estás en el Espíritu, puedes dar la cara y tener una mente abierta, puedes estar sin temor, la unción en ti te enseñará; lo sabrás; puede que no lo puedas expresar, pero dirás: "Siento algo intangible en mi corazón, yo sé".

Aquellas palabras se escribieron por causa de los anticristos, y de algo en que en el pueblo de Dios no estaban seguros: "La Unción os enseñará". Esto es, "Cristo formado en vosotros". Pablo dijo: "Estoy preocupado, yo sufro trabajo y angustia por ustedes, mis hermanos. Vuestro estado me produce una gran preocupación, hasta que lleguen al lugar donde sea definido Cristo en vuestros corazones, y sea formado, y ya no sea un Cristo deforme". Esto es el significado de Gálatas 4:19.

4. CRISTO HABITANDO EN NOSOTROS

Y ahora la cuarta parte, Efesios 3:17: "Para que Cristo habite por la fe en vuestros corazones ..." v.18: "... y con todos los santos seáis capaces de comprender". "Que Cristo habite en vuestros corazones por la fe". Este es un anticipo de todo lo demás. No se darán cuenta, pero es un avance. Esto no está diciendo que Cristo podría habitar en tu corazón. Esto no está diciendo que Cristo podría entrar en tu corazón. Esto no quiere decir que Cristo podría encontrar una morada en tu corazón. Esto está diciendo: "Para que Cristo habite en tu corazón"; y la palabra griega es "hacer morada", "establecerse" en tu corazón. Es más que un alojamiento, es algo más que sólo venir y estar allí. No toda casa es un hogar.

Algunos se acordarán de lo que dijimos sobre Betania, y se acordarán cómo en la exposición de nuestra meditación, vimos que Betania era lo contrario de "Cuando Él vino". El Creador de todas las cosas vino a los suyos, y los suyos no le recibieron, así que Él declaró sobre su presencia en esta tierra: "Las zorras tienen cuevas, y las aves sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza". Esa era su situación en el mundo. Pero Él vino a Betania y volvió a venir, y en un tiempo de mucha tensión para Él, cuando los acontecimientos se precipitaban al final y pesaban sobre Él, se retiraba muchas veces a Betania. El único hogar que parecía tener en esta tierra era Betania. Era porque encontraba reposo su corazón en Betania. Siempre había allí alguien que "seguía oyéndolo".

Como lo señalamos, la traducción literal sobre María escuchándole es: "Ella seguía escuchando su Palabra". Él necesitaba de alguien, Él quería un corazón en el que pudiera derramar lo que estaba en Él y encontrar acogida y aprecio, y Él lo halló en Betania, el mejor de los lugares. Era su corazón que se satisfacía, puesto que era escuchado, respondido y le hacía sentir que era el mayor de los privilegios tenerlo a Él ahí. "Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". Somos muchas veces como Marta antes que cambiara (gracias a Dios que cambió, y el último cuadro de Betania es Marta aún sirviendo, pero ha cambiado ahora. Las tareas domésticas no son más importantes que las actividades espirituales. Se arreglaron los errores), como Marta antes de la corrección, estamos haciendo tantas cosas para el Señor, cuando lo único que el Señor desea es que lo escuchemos.

El nos diría muchas veces: "Sí, sé que quieres trabajar para mí, sé que lo haces para mí, sé que tus razones son buenas, yo aprecio eso, pero ¡oh!, si me dejaras una oportunidad para hablarte algunas cosas. Oh, si me dieras la oportunidad para hablarte sólo al corazón, para mostrarte lo que no sabes, haría una gran diferencia".

He aquí la razón por la que aveces somos llamados aparte. Él nos sacaría de la febril actividad de los "muchos platos" a un lugar donde sería oído. Y cuánto mejor si le diéramos nosotros la oportunidad, antes de que Él tenga que hacerlo. Debemos correr el riesgo de ser mal interpretados por no estar haciendo algo, así como María fue incomprendida.

A veces tememos que las personas piensen que estamos aflojando si nos apartamos un poco con el Señor. Está bien, el Señor sabe. Pero atiende esto: Él vendrá y hará morada donde Él la encuentre (y le acomode). Es más que tener a Cristo de alojado (perdonen la forma de decirlo). Es Cristo sintiéndose en casa y quedándose a morar allí. Pídele al Señor que aplique en ti en lo que te hace falta ahora.

Ustedes, obreros tan ocupados, recuerden que todos sus trabajos no podrán ocupar en la mente de Dios el lugar que anhela para hablarles muchas cosas al corazón. Vuestras actividades no tendrán vitalidad a no ser que les den a Él un tiempo para que les hable, y Él vea que es correspondido en sus nuevas revelaciones.

5. CRISTO GLORIFICADO EN EL CREYENTE

Ahora finalmente en 2 Tes. 1:10: "Cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron". Es la consumación del Cristo formado. ¿No piensan que es una declaración maravillosa, que es precioso lo que dice allí? Si esperamos verlo venir en gloria, esperamos ver a Cristo glorificado, pero Él está preparando entretanto algo que significa que cuando Él aparezca, su gloria se verá en los santos.

Esto es sólo el objetivo, Cristo viniendo en gloria, es el Cristo subjetivo manifestado en gloria. "Si sufrimos con Él, para que seamos también glorificados". El oró para que veamos su gloria, y Él será glorificado en sus santos y será admirado en los que creen.

Desde el punto de vista del mundo, un campesino palestino común subió la montaña un día. Podrían haber cosas sorprendentes sobre Él, impresionantes, pero en casi todo lo demás era como otros hombres. El alcanzó la cima de esa montaña, y de pronto Él resplandeció y brilló con gloria divina. Sus ropas se volvieron blancas y resplandecientes, transformado de repente, de un hombre común –como diría el mundo– a la gloria de Dios, y también maravillando a los que estaban allí, que no sabían qué decir cuando hablaron.

Ahora, amados, ese Cristo está en nosotros. Somos gente vulgar entre los hombres, no hay nada llamativo, sobresaliente que nos distinga de los demás, pero llegará el momento cuando eso que ocurrió en el monte de la transfiguración nos ocurrirá a nosotros. Cristo en nosotros va a resplandecer en gloria a través de nosotros, y tal como aquellos en el monte se maravillaron con Él, así será Él admirado en todos aquellos creyentes.

Esto es el final de "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". La esperanza de esta gloria es Cristo en ti; en otras palabras, Cristo, centro supremo. Desde el comienzo hasta la consumación de la vida del creyente todo se trata de esto. Debemos repasar las cinco etapas y ver qué demanda representa cada una. Hazlo tú solo.

Verás cómo Cristo revelado en el creyente es un vaso cautivo. Saulo de Tarso fue hecho prisionero en el día cuando le fue revelado el Hijo de Dios. Desde ese día fue un prisionero. Él se hacía llamar "prisionero de Jesucristo". Tú y yo debemos ser cautivados.

LO QUE "CRISTO EN TI" DEMANDA

Cristo viviendo en ti, formado, significa un vaso crucificado. "Yo he sido crucificado", capturado. Cristo formado en nosotros es un vaso que va junto al Señor no quedándose como los gálatas, sino caminando. Cristo haciendo habitación en el corazón es unido a "estar arraigados y cimentados en amor", y sigue la frase "con todos los santos". Así la comunión con el cuerpo de Cristo y el amor mutuo es un principio de Betania, llevándose a que Cristo haga morada. Así que cada cual representa la propia responsabilidad y demanda hasta que lleguemos a la consumación, y verás que en el contexto de todo te mostrará cuál es tu demanda. En la consumación, en la carta a los tesalonicenses, habla acerca de sus padecimientos, su gozo en sufrir por causa del Salvador. De veras que sufrían, pues se volvieron de los ídolos para servir al Dios vivo y esperar desde los cielos a su Hijo. Ellos sufrían, pero gozosos. Y la consumación de gloria está relacionada con la fidelidad en el sufrimiento.

¿Ves que hay demandas para cada caso?

Que el Señor encuentre una respuesta a su propósito para hacer posible la realización del secreto de su corazón: "Cristo en vosotros" centro supremo, la esperanza de gloria.

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