Ventanas Abiertas

9 MARZO

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“Para que…seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:18-19)

El sello de una vida gobernada por el Espíritu Santo es, que dicha vida está continua y cada vez más ocupada con Cristo, que Cristo es cada más grande conforme pasa el tiempo. El efecto de la obra del Espíritu Santo en nosotros es llevarnos a la orilla de un poderoso océano, que llega mucho más allá de nuestro alcance, y en relación a eso pensamos - ¡Oh, la profundidad, la plenitud de Cristo! Si viviéramos tanto tiempo como siempre ha vivido el hombre, todavía estaríamos solo en la orilla de esa vasta plenitud que Cristo es. Ahora, eso a la vez se convierte en un reto para nosotros, antes de que vayamos algo más lejos. Estas no son solo palabras; esto no es solo retórica; ¡esto es la verdad!

Preguntémosle a nuestro corazón de inmediato: ¿Es esto cierto en nuestro caso? ¿Es este el tipo de vida que conocemos? ¿Estamos llegando a la desesperación en este asunto? Es decir, estamos vislumbrando tanto como lo indica Cristo - sabemos que somos golpeados, que estamos fuera de nuestra profundidad, y que nunca se alcanzará todo eso. Esto está más allá de nosotros, muy lejos de nosotros, y sin embargo nos atrae cada vez más. ¿Es esto cierto en su experiencia? Esta es la señal de una vida gobernada por el Espíritu Santo. Cristo se convierte en algo cada vez más grande, a medida que avanzamos. Si esto es cierto, bueno, este es el camino de la Vida. Pero si alguna vez usted y yo llegáramos a un lugar donde pensáramos que ya conocemos todo, que todo lo tenemos ahí, que todo lo hemos logrado, desde ese momento las cosas se vuelven estáticas, podemos considerar que el Espíritu Santo ha dejado de operar, y la vida se ha atrofiado.

Por T. Austin-Sparks. Título original: La Escuela de Cristo - Capítulo 1