13 AGOSTO
“He sido crucificado con Cristo, ya no soy yo quien vive, sino Cristo vive en mí.” (Gálatas 2:20)
Cristo no es una segunda personalidad o poder, que viene para reforzarnos, para vivificarnos, para fortalecernos, para utilizarnos en la vida y en el servicio, y hacernos algo. Ese no es el pensamiento, ni el ángulo de las Escrituras en absoluto. Y, sin embargo, casi en todo el mundo, quizás en gran medida inconscientemente, es lo que está sucediendo. Los cristianos quieren ser algo, incluso como cristianos; y los obreros cristianos y los siervos del Señor están, aunque tal vez sin darse cuenta, queriendo ser algo como obreros, y quieren que Cristo los reafirme; están detrás de que los haga algo como Sus siervos y en Su servicio.
Todo ese sistema de cosas es diametralmente opuesto a la verdad. La verdad es que Cristo es TODO, y nosotros disminuimos para que Él pueda incrementarse; para que Él sea la Personalidad principal, y que el impacto y el registro de cualquier vida o servicio no sea: "¡Qué buen hombre era él! " o "¡Qué buena mujer era ella!" o "¡Que buen trabajador!" sino: "¡Qué presencia la de Cristo!” “¡Qué testimonio para Cristo!” “¡Qué expresión de Cristo!” “¡Qué sentido de Cristo!” “¡Qué realidad de Cristo!" ¿Están nuestros corazones establecidos en Dios, teniendo lo que es totalmente de Él? Eso significa el "yo" crucificado. ¡Ya no soy yo, sino Cristo! Y eso significa que Cristo en nosotros es la base de nuestra conformidad a su imagen, hasta que participemos con Él de su propia naturaleza - de oro puro. Es algo que enfrentamos seriamente ante Él. Nos lleva a un reto, pero de seguro que también nos lleva a una posibilidad gloriosa. Lo que Cristo es, puede ser bien hecho en nosotros.
Por T. Austin-Sparks. Título original:
Christ in You