26 AGOSTO
“Yo soy el Señor, no cambio.” (Malaquías 3:6)
Hay una gran diferencia entre lo viejo y lo nuevo, pero esa diferencia no está en Dios. El nuevo pacto no hace ninguna diferencia en Dios. El pacto que nos lleva a través de la mediación del Señor Jesús no nos trae a un Dios diferente. La diferencia no está en Él, es decir, Su naturaleza y Su estándar son siempre lo mismo, inmutables. La gracia nunca trae a Dios a un nivel más bajo. La gracia no hace ninguna diferencia a la santidad de Dios, o a la justicia de Dios. La diferencia entre los dos pactos no es un cambio en Dios. Su posición sigue siendo como siempre, perfecto en santidad, perfecto en justicia. La diferencia es, en primer lugar, en los mediadores; y en segundo lugar, en el terreno sobre el cual los mediadores están de pie.
¡Oh!, la trampa de “la idea plataforma” que tan a menudo constituye toda la concepción del ministerio, como si los demás no fueran ministros en absoluto. Esto es tanto su privilegio de contemplar a Cristo como cualquier hombre en este universo, y, siendo así, es como su llamado a ministrar lo que usted ve en Cristo a los demás. Al contemplarlo somos transformados en la misma imagen, de un grado de gloria a otro. Esta es la gloria postrera, la gloria del nuevo pacto. Cristo es la gloria del nuevo pacto. La diferencia no está en Dios, la diferencia es entre los mediadores, y la diferencia en la posición que ocupamos por el Mediador; ahora estamos en Cristo, Quien satisface a Dios. El Señor nos da el ministerio de la exposición de una creciente contemplación continua y cada vez mayor de Su plenitud en Cristo.
Por T. Austin-Sparks. Título original:
Spiritual Ministry – Capítulo 3